Guatemala, 30 may (Prensa Latina) Lugar sagrado y de gran riqueza espiritual, Iximché invita a conocer los vestigios de lo que fuera la primera capital del pueblo cakchiquel en 1465, un nombre que evoca el maíz (ixim) y el árbol (chee).
Para la construcción de la también primera capital guatemalteca, según consta en correspondencia entre el conquistador Pedro de Alvarado y el rey de España y Hernán Cortés, utilizaron piedra tallada con obsidiana (cristal volcánico muy empleado como herramienta por las civilizaciones precolombinas),arcilla y estuco.
Una de las atracciones del lugar es el área destinada al juego de pelota maya, de 210 metros cuadrados, protegida por muros y que permite imaginar cómo sería de titánico pasar por un pequeño aro el pesado implemento de caucho solo mediante el toque con las caderas, muslos o rodillas.
Además, hay seis plazas, de aproximadamente 500 metros de longitud e identificadas con letras mayúsculas del alfabeto latino: A,B,C,D, E y F. Cada una albergaba diferentes tipos de templos, como el del sacrificio (para ofrendas de humanos y animales solo necesarias cuando la tierra no producía o ante plagas), altares sagrados y sitios de ceremonias.
También se puede apreciar un área de banquetes y una cruz con cuatro puntos perfectamente alineados con los cardinales. A la par, en el suelo, hay un haab, calendario maya que consta de 365 días.
Su representación es una figura con 19 esquinas, pues en total el ciclo tiene 18 meses de 20 días y otro de cinco denominado wayeb, periodo para los cakchiqueles durante el cual podía ocurrir algún hecho adverso o negativo.
Ahora, este parque arqueológico no solo es símbolo del pasado, sino testigo de un pueblo que, pese a la discriminación sufrida desde la invasión española, acude a sus altares para rendir culto al Ajaw (divinidad) y mantiene pese a todo sus costumbres.