Catorce meses de pandemia, la suspensión de clases presenciales, el agotamiento y stress de docentes, estudiantes y sus familiares, la falta de socialización de niñas, niños y jóvenes, el menor aprendizaje de contenidos y la pérdida de la alimentación que provee JUNAEB nos llevan a preguntarnos hasta cuándo seguimos insistiendo en un sistema educacional que requiere urgentemente ser revisado.
Un antiguo refrán nos dice que: “por sabido se calla y por callado se olvida” y, por ello, traigo a la memoria una frase de Albert Einstein que nos invita a reflexionar: “Educación no se trata de aprender hechos (contenidos), sino que entrenar la mente a pensar”. Un entrenamiento que nos permitirá conocer y reconocer nuestras emociones, a entender nuestro entorno incluyendo a la naturaleza, la sociedad y a otras personas, a convivir y colaborar y a desarrollar una cultura de la ética.
Todo lo anterior debe ir antes del aprendizaje de los contenidos porque, de lo contrario, los contenidos se adquieren y se olvidan rápidamente. Por ello, en Fundación Semilla somos críticos de las pruebas estandarizadas. Son solo una foto que no da cuenta del proceso educativo integral y se transforma en un incentivo perverso respecto de entrenar la mente a pensar. No es casualidad que un porcentaje significativo de estudiantes terminan la educación formal, doce años en la mayoría de los países, sin comprender lo que leen. Entonces volvemos a hacer la misma pregunta: ¿hasta cuándo?
Este es el nudo de la educación de hoy siendo compartido por expertos en educación, la comunidad docente y por los líderes en las diferentes áreas de la sociedad, sin embargo, estamos insistiendo en un sistema donde seguimos obteniendo pobres resultados.
En Fundación Semilla tenemos siempre presente la pregunta ¿hasta cuándo? Utilizamos herramientas lúdico participativas para desarrollar habilidades de socialización que, por su diseño y estructura, logran que los y las estudiantes utilicen sus capacidades de lecto escritura y apliquen conceptos básicos de matemáticas. De esta forma, el proceso educativo se convierte en una vivencia entretenida y memorable que invita a sentir la experiencia nuevamente y da un entrenamiento para aprender contenidos. En el uso de estas metodologías, quien conduce el proceso ejerce un liderazgo positivo y horizontal, en vez del tradicional docente jerárquico y autoritario poseedor del conocimiento y de la verdad.
Es difícil, pero somos optimistas que la educación sí va a ir cambiando. Serán las mismas niñas, niños y jóvenes que nacieron en una nueva época quienes irán exigiendo el cambio. Desgraciadamente, llegará demasiado tarde para quienes desertan del sistema y, más grave aún, para quienes abandonaron la educación pre escolar, cuya matrícula cayó entre los años 2020 y 2021 en 15% para prekínder y 8% para kínder, según lo informó Ministerio de Educación de Chile.
Duele observar estas estadísticas, como también duele saber que la asistencia a la escuela es más por obligación que por el entusiasmo de entrenar la mente a pensar y así recuperar la esperanza de cambiar el mundo. Por eso nunca debemos dejar olvidada la pregunta: ¿Hasta cuándo?