La tecnosoluciones de los plutócratas Bill y Melinda Gates et alii
Las verdaderas soluciones vienen de la mano de movimientos, como el liderado por la Dra. Vandana Shiva
La fundacion de Bill y Melinda Gates da cada vez más grima. Sus «tecnosoluciones » para los problemas ambientales y de seguridad alimentaria mundial crea más problemas de los que resuelve.
Aun en el caso de que algunas de sus propuestas sean practicables, primero hay que buscar un consenso científico y de gobernanza mundial antes de aplicarlas masivamente. Está demostrado que en estos temas pesan más los beneficios y costes agroindustriales, que la conveniencia para el ecosistema como un todo cerrado.
El peligro de la biotecnología y la modificación genética de especies de interés para el ser humano, es que desplaza especies y técnicas naturales. La biotecnología tiene como interés principal ser patentable y propietaria, quedando fuera del procomún mundial humano. La naturaleza es open source. Lo patentable tiende a ser monopolístico. El camino que señala Bill Gates es cerrado y monopolístico.
Esto implica que, si seguimos sus recomendaciones se reducirá el papel de los agricultores y ganaderos tradicionales porque la comida artificial provendrá de plantas fabriles y procesos patentados por multinacionales, que ya no dependerán de ciclos naturales. Los alimentos que aún continuasen proviniendo de agricultura y ganadería serán transgénicos y por tanto propiedad privada. El interés de la solución Gates es que entre un caño de millones a la caja registradora de las multinacionales.
Si seguimos estas profecías «salvadoras», las estanterías de alimentación en los supermercados puede que estén cubiertas pero tambien carecerán de variedad. Lo peor es que, además, estarán conectadas diréctamente a los bolsillos de unos pocos, sin pasar por la «molesta Madre Naturaleza». La humanidad comerá de la mano del 1% de la población mundial que ya posee más del 80% de la riqueza del planeta.
Según OXFAM 8 personas acumulan tanta riqueza como los 3.600 millones de personas más pobre. La ratio de qué porcentaje de población posé la parte del leon en la riqueza, se mire como se mire, es terrible. Da igual que se coja a los top-10 de la lista Forbes, o a los 200, o que se haga corte por el criterio de poseer más de mil millones de dólares para ver cuántos son y cuánto es su poder real. El sistema está enfermo y camina al colapso ambiental y social. Se cita aquí este desequilibrio económico no para criminalizar a nadie (que sería un asunto a considerar), sino como muestra de la insostenibilidad social, paralela a la ambiental. Es la misma cosa.
Tampoco se propugna quitarle nada a nadie, sino de reconocer que la riqueza acumulada de esta manera otorga un poder que ningún dictador, rey absoluto o emperador tuvo jamás. Se trata de que su contribución al todo social esté a la altura de los beneficios que se obtienen. Lo contrario es explotar la sociedad hasta que esta se seca y cae en recesión, luego se deja unos años en barbecho y hambruna, para luego volver a la carga. Ese es en realidad la causa de las 14 recesiones que hemos sufrido en los últimos 150 años: el ciclo de las crisis y periodos de «bonanza» por sobre-explotación que sufre la economía capitalista.
Por otra parte y volviendo a los Gates, es sospechoso que otros multi-mil-millonarios como ellos estén invirtiendo también ahora en estas iniciativas tecnoalimentarias. Más parece que el interés de invertir en biotecnología y sus tecnosoluciones es que son negocio del futuro para unos pocos.
Hasta aquí se aclara que no hay filantropía en las élites. No lo hacen por bondad o creencias y comunión con el bién común. Es puro lucro y mantener su estatus a salvo de las recesiones que ellos mismo causan. La historia de siempre.
Tampoco se debe olvidar que algunos de estos multi-mil-millonarios invierten y sueñan también con el espacio, con colonizar la Luna y Marte. Su distopia o sueño febril es dejar atrás el cisco que ellos y sus antecesores han creado en la Tierra. ¿Acaso sueñan con construir sus Elíseos paradisíacos lejos de la miseria y pobreza sobre la que se cimentan sus fortunas aquí abajo? Sus sueños y aspiraciones hacen reales las peores pesadillas de la cienciaficción distópica.
No está todo perdido pero busquemos mejores «oráculos»
NO está todo perdido. La civilización humana nunca acumuló y generó tanta riqueza material y cultural (ciencia, técnica, arte, etc.) Pero este mal entendido «progreso» falla estrepitosamente en la sostenibilidad, reparto y acceso a estos bienes tangibles e intangibles que el siglo XXI provee.
Este sistema está enfermo por la desproporción en sus términos o asunciones esenciales. Caminamos a la extinción con más inercia y velocidad de lo que puedan manejarse desde la gobernanza mundial o los estados-nacion.
Con este tipo de «progreso», sólo mejoran cada año las élites más ricas del planeta. Si acaso, también mejora la buena suerte de los altos directivos ─lacayos del capital─ cobrando sus bonus por hacer el trabajo sucio. El resto de la población mundial estamos estancados en valores de bienestar propios de los años sesenta (y en retroceso) o es tan pobre como lo fue siempre, aún ajustando al contexto hoy.
NO al tecnofix de biología sintética para la Humanidad
Por tanto, NO rotundo a un tecnofix mediante biología sintética para la Humanidad, como el que propugnan los Gates y sus amigotes del club con jet privado.
No rotundo si está en manos de unos cuantos multi-mil-millonarios, sus mega corporaciones, asociaciones patronales. No rotundo si todo ello es urdido lejos del procomún y de la vigilancia de sus consecuencias a largo plazo.
La tecnología no es el mal en sí. Tampoco el éxito profesional o empresarial. El mal viene de la sed de dominio y lucro ilimitado de unos pocos. Ante el riesgo de recesión se hacen más ávidos y se acelera todo aún más. Unos pocos lo manejan todo. Ya era así antes. Los matones feudales que gobernaron desde el castillo en el medievo, ahora tienen la carita y los buenos modales de Bill Gates o de Jeff Bezos.
La tecnología para ser solución debe estar subordinada a lo que la Naturaleza pueda proveernos sin más complicaciones que ser sostenible. Que se pueda hacer algo a nivel bíotecnológico y que esto se rentable, no lo hace bueno ni oportuno per se. Hay que mirar más allá. Modificar la cadena alimentaria genéticamente debería ser «un último recurso», ya que podemos comer proteínas de origenes distintos, pero con todo de origen natural (insectos, vegetales,etc). Antes de tocar el genoma de cualquier ser vivo, debemos apurar el camino que la evolución ha construido durante eones. Además, incluso en el siglo XXI hay que ser humildes y reconocer que del lenguaje genético todavía estamos aprendiendo el abc y balbuceamos su lenguaje.
Por todo lo dicho los Gates y sus amigotes de la lista Forbes metidos a filántropos son lobos disfrazados de corderos. Sus propuestas son sospechosas.
Que estos hombre y mujeres hayan sido unos plutócratas de mucho exito, amasando fortunas que nos cuesta imaginar, y que vuelen en jet privado invitados al Foro de Davos cada año, no les legitima como opinadores o santones a seguir. Mucho menos les legitima como una suerte de ámbito mundial de patriarcas y epónimos que nos deban gobernar o decidir sobre el futuro de la Humanidad. El lío ambiental y social de escala planetaria que tenemos ahora lo han generado y engordado ellos. No están legitimados ahora para venir recomendando sus tecnoparaísos.
El poder que les da sus fortunas sobre la política, la economía, la ciencia y la industria es obvio. La famosa «agenda 2050» de la UE para salir del atolladero ambiental, está más tejida entorno a la perpetuación del neoliberalismo ultracapitalista que orientada a la resolución del problema medioambiental global. Estos pro-hombres ricos quieren ser regidores del futuro a lomos de su exito económico. Todo ello no suena a que vengan a resolver de verdad nuestra posible extinción.
El movimiento Navdanya
Como alternativa a estos ultra-capitalistas metidos a tecno-mesias salvadores de la Humanidad, hay ejemplos de lo contrario. Ejemplos de gente que lleva años luchando en pro del ser humano desde la ciencia y la verdadera gobernanza mundial y no desde los intereses del capital.
En la web Navdanya Internacional se puede encontrar una bien argumentada fundamentacion de lo que aquí en breve se comenta.
El movimiento Navdanya fue creado por la Doctora Vandana Shiva hace 30 años en la India. Una mujer valiente que defiende la causa de la soberanía alimentaria y de semillas ─y a los pequeños agricultores de todo el mundo─ frente a las fuerzas monopolísticas de las grandes empresas semilleras y sus productos patentados.
La Dra. Navdanya fue pionera en el movimiento en pro de la conservación y libertad de semillas, para que éstas siguieran siendo de fuente abierta. Este movimiento también buscó respuesta a la crisis de la erosión de la biodiversidad agrícola y la introducción de los OMG (organismo genéticamente modificado u organismo modificado genéticamente). Lucha y advierte de los peligros asociados a las patentes sobre las semillas a través de los derechos de propiedad intelectual (DPI) y contra los falsos acuerdos de «libre comercio» o la UPOV (Union for the Protection of New Varieties of Plants). Todas estas siglas responden a iniciativas sobre las semillas de las corporaciones alimentarias, cuyos intereses atacan la soberanía alimentaria de países y pueblos enteros.
Según se puede leer en su web:
- Desde el movimiento Navdanya se lucha contra la biopiratería, contra el patentado de conocimientos autóctonos o especies naturales por parte de empresas multinacionales interesadas. En esta lucha han ganado casos relacionados con el neem, el arroz basmati y el trigo en la India.
- Desde Navdanya Internacional se promueve un nuevo paradigma agrícola y económico, una cultura de la alimentación para la salud, en la que la responsabilidad ecológica y la justicia económica sustituyan a la codicia, el consumismo y la competencia actuales, que se han vuelto dominantes en la sociedad. Su objetivo es recuperar el bien común como base para un renovado sentido de comunidad, solidaridad y cultura de paz.
Fuentes: