Por Jorge Pompei
El futuro ha sido siempre una incógnita difícil de desentrañar y ha generado diferentes sentimientos según el estado presente de quien se pregunta por él.
Así, respecto a la Salud, unos ven un proceso irreversible de deterioro ante el aumento de edad de las poblaciones asociado con enfermedades y discapacidad.
Otros, en cambio, consideran que el avance del conocimiento permitirá una comprensión creciente que lleve a superar la enfermedad, disminuir los riesgos y mejorar la salud de los años ganados en esperanza de vida.
Sea de un modo u otro, el futuro de la salud se nos presenta como algo nuevo y cambiante que nos pondrá frente a nuevos desafíos que deberemos enfrentar.
Para ello, partiremos de elaborar una hipótesis a partir del estudio de las tendencias actuales en el ámbito de la salud.
Así, vamos a elegir tres aspectos del universo de la salud y vamos a estudiar los posibles escenarios que se nos podrán presentar.
Estas tres miradas se refieren al concepto de Salud, al tratamiento de la enfermedad y a la salud en su dimensión comunitaria.
El concepto de Salud
Empecemos preguntando ¿Qué es la salud?
Lo primero que vemos es que, para responder esta pregunta, debemos ubicarnos en tiempo y espacio, dado que la idea sobre la salud cambia con las culturas y a lo largo del tiempo.
Es decir que lo que pensamos sobre la salud está determinado social, cultural e históricamente.
La historia de la salud y de lo que se cree de ella, es tan larga como la historia humana y no podría ser de otro modo porque la salud ha sido siempre uno de los valores más apreciados en toda sociedad.
Así, a grandes trazos, podemos imaginar distintos enfoques que tuvo la salud, en diferentes momentos y lugares.
Un primer enfoque, corresponde a un paradigma mágico, en donde la salud era resultado de la acción de fuerzas sobrenaturales que “premiaban” o “castigaban” el accionar de los mortales. La respuesta ante este enfoque era el tratamiento ritual de la enfermedad, que buscaba apaciguar el “castigo”.
En algunos pueblos se desarrolló una mirada menos ritual que hizo hincapié en la utilización de productos naturales vegetales, minerales o animales que a través del ensayo y el error, fueron probando su eficacia a lo largo del tiempo y permitió a cada comunidad constituir su farmacopea.
Al ingresar en la modernidad europea apreciamos nuevas visiones que buscaron otras explicaciones. En el siglo XIX muchos científicos de la época defendían las teorías miasmáticas que encontraban en las substancias putrefactas del medio ambiente el origen de las enfermedades.
Esta visión cambió con los experimentos de Pasteur que, en la segunda mitad del siglo XIX, demostró con éxito que no existía la generación espontánea y abrió, de este modo, las puertas al descubrimiento de los agentes microbianos causantes de las enfermedades prevalentes de la época.
Recordemos el impacto sanitario que, en aquella época, tuvieron la tuberculosis, la lepra, el cólera y tantas enfermedades que tenían origen en el contagio de las enfermedades bacterias.
Este descubrimiento, a su vez, impulsó el desarrollo de los antibióticos que, junto con el cambio de las condiciones de vida, modificaron el perfil epidemiológico de las poblaciones europeas.
La idea de la salud asociada a las enfermedades infecciosas, que eran producidas por un agente causal único, fue haciéndose más compleja cuando se comprendió el papel que desempeñaba el medio en que se daba la relación entre el agente y el huésped.
Así, la mejora en las condiciones de vida y el empleo de antibióticos permitieron un efectivo tratamiento de las patologías infecciosas y parasitarias.
A partir de allí, los determinantes de la enfermedad y la muerte dejaron de ser prioritariamente las enfermedades infectocontagiosas e hicieron su aparición las nuevas protagonistas, las enfermedades crónico-degenerativas.
Hoy ocupan nuestra atención la hipertensión arterial, la diabetes y los tumores, siendo los infartos de miocardio y los accidentes cerebro vasculares las principales causas de muerte.
A esto hay que sumarle las muertes y discapacidades producto de los accidentes, las violencias y un conjunto de causas que tienen origen en el deterioro ambiental y social.
Todo esto va haciendo más complejo e integral el concepto de salud.
Desde la mirada unicausal propia de fines del siglo XIX, se avanzó hacia una visión ecológica que involucra al medio ambiente. Posteriormente a mediados del siglo XX, la OMS definió la salud como un estado de equilibrio en donde se involucra lo biológico, lo psicológico y lo social y no solo la ausencia de enfermedad.
Esta definición, que fue un avance en su momento, hoy debe necesariamente incorporar al medio ambiente como un determinante de la mayor importancia y debe avanzar desde aquella mirada estática poniéndola en proceso y considerando cómo la salud cambia y mejora por la conquista de mejores condiciones de vida.
En este sentido consideramos que a futuro la salud tendrá que dejar de ser una aspiración de mejora para efectivizarse como un derecho humano fundamental.
El tratamiento de la enfermedad
Respecto al tratamiento de la enfermedad, en su aspecto clínico, es claro que la atención fue variando significativamente desde el siglo pasado.
De la atención por el médico general, muchas veces médico de toda la familia, se fue pasando a especialistas.
Este cambio se produjo a partir del llamado informe Flexner de 1910, que fuera impulsado por la Fundación Rockefeller.
Abraham Flexner, un educador, realizó una investigación de las escuelas de medicina de EEUU y concluyó que la enseñanza era muy deficiente y propuso cambios que terminarían implementados por todos los países occidentales y que transformó el modo de estudiar y ejercer la medicina.
A partir de allí la atención se organizó por especialidades con una mirada biológica y con fuerte componente farmacológico y orientada a tratar los síntomas.
Esto llevó paulatinamente a diversificar la consulta requiriendo la atención de varios especialistas para cada paciente y al consumo de medicación de modo crónico para tratar la enfermedad.
A su vez, las especialidades y luego las subespecialidades requirieron, para mayor precisión diagnóstica y terapéutica, de una aparatología cada vez más sofisticada.
Esto tuvo gran aceptación por parte de los prestadores y de los pacientes que veían en este despliegue una mejor calidad de atención.
Si a ello se suma el envejecimiento poblacional con su carga de enfermedad, nos encontramos con que una parte importante de la vida de las personas mayores está dedicada a las visitas médicas y a la compra de fármacos.
A su vez, a partir de la segunda mitad del siglo XX se desarrollan nuevos conceptos que salen del campo de la enfermedad y estudian los riesgos de las personas que, estando sanas, presentan condiciones o situaciones que las hacen más proclives a sufrir daños y que deben ser atendidas.
Así, Leavell y Clark en 1953 describieron, a partir de lo que llamaron la historia natural de la enfermedad, los niveles de prevención a considerar en los distintos momentos del proceso de salud – enfermedad.
Esto llevó a desarrollar herramientas que permitieran adelantarse a la enfermedad tratando los riesgos.
Por último, junto con la prevención de la enfermedad se desarrolló la idea de promocionar la salud, hecho que propone hacer pie en otro concepto diferente a la enfermedad. Un importante concepto que orienta a tratar a las personas sanas para que fortalezcan su propia capacidad de mantenerse sanos.
Actualmente la gente empieza a buscar soluciones que involucren menos inversión de recursos y tiempo, por lo que se desarrollan nuevas especialidades como el médico generalista y el médico de familia que buscan resolver la mayoría de los problemas de salud que se presentan en la consulta.
A su vez, el acceso creciente a internet, hoy fuertemente impulsado por la pandemia COVID 19, difunde estrategias de atención poco reconocidas por la academia y poco conocidas por la población general como la Medicina Tradicional China, la medicina Ayurveda, Medicina Tibetana, Medicina Ortomolecular, Terapia Neural, Antroposòfica y varias otras que tienen una mirada integral diferente a la del especialista.
Todo esto lleva al desafío de crear nuevas modalidades de atención que den satisfacción a las necesidades y expectativas de los consultantes, generando un primer nivel de atención continente y un cuerpo de especialistas para aquellos que lo requieran, pero que no sean el modo de ingreso al sistema.
Esto requerirá la formación de un equipo de salud capacitado en una visión que integre lo biológico, psicológico, ambiental, comunitario y espiritual y las distintas estrategias de las diferentes culturas.
La Salud de la población
Es en el siglo XX y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial que se dan algunos hechos significativos en el ámbito de la salud.
Por un lado, asistimos a un fenómeno demográfico inédito. La población mundial que para 1950 había alcanzado lentamente los 2.500 millones de habitantes, en 70 años trepó a los 8.000 millones.
Por otro lado, la esperanza de vida que en la Europa de principios de siglo XX rondaba los 40 años hoy se acerca a los 80 años y ya se empieza a vislumbrar la aparición de una generación centenaria.
Actualmente las condiciones de vida para el común de la población no están mejorando. El medio ambiente está en veloz deterioro producto, entre otras causales, de la acción descontrolada de las industrias que depredan los mares, bosques, suelos y de la utilización de hidrocarburos como fuente de energía.
A su vez, la vida en comunidad también sufre la fragmentación de la época y si bien la población mundial avanza hacia la urbanización, que acerca físicamente a las personas, los conflictos personales y el sentimiento de soledad deterioran crecientemente la vida humana en las ciudades.
En síntesis, vemos que, si bien la esperanza de vida de las poblaciones tiende a crecer llegando a situaciones inimaginables hasta hace poco tiempo, el deterioro del medio ambiente natural y social hacen que peligre la vida de amplios sectores de la población.
La atención de la salud implica destinar cada vez más recursos económicos, sin los cuales no es posible el funcionamiento del sistema de atención y la mejora en las condiciones de vida. Pero el gasto que se produce por el modelo de atención y el deterioro del medio ambiente es cada vez mayor y hace peligrar su sustentabilidad.
Si bien, en la sociedad actual, el derecho a la atención y a la salud se va considerando de modo creciente y la demanda de la población se escucha con mayor fuerza, subsisten aún importantes problemas para el acceso a los servicios.
Sintetizando. Necesariamente el concepto de salud debe avanzar hacia un modelo que privilegie el mantenimiento de la salud antes que el tratamiento de la enfermedad.
La atención de las consultas deberá ser resuelta por equipos de salud formados en una visión integral de la persona y que puedan resolver la mayoría de las consultas dejando solo un pequeño porcentaje para atención por especialistas.
Será necesario implementar la incorporación de otras prácticas y otros conocimientos no tradicionales (como las medicinas tradicionales) pero reconocidos y solicitados por la población.
Observamos por último que, a pesar de todos los impedimentos existentes, se avanzara en la medida que la salud se convierta en un derecho humano fundamental y efectivo que garantice para todos las personas la cobertura universal en equidad con calidad y oportunidad y sin ningún tipo de discriminación.
Acá la charla completa: