Por Mariana Hales
Contratapa Oye Gabriela
Como en Poema de Chile, la Gabriela que asoma en estas páginas es una aparición de vestido largo, una sombra que se vislumbra en los corredores de la SECH, una compañía en las largas noches de encierro en la biblioteca en que la narradora/protagonista ha quedado atrapada, una escultura que la observa mientras avanza en su ponencia aprovechando el estado de catástrofe en Chile. En este extendido presente pandémico en que la temporalidad parece hacerse líquida viene bien avanzar, retroceder, jugar a las escondidas y hablar con espíritus en esta novela que podría llamarse Biblioteca Central o Los papeles de Mistral, como en sus versiones anteriores. Oye Gabriela parece interpelar a la Premio Nobel con su mismo lenguaje coloquial y vernáculo que volvería el sabor local de su obra, universal.
Bien por Elisa Clark en esta primera entrega sobre manuscritos y papeles dispersos, disputados, robados, perdidos, descubiertos, olvidados y redescubiertos. Conocíamos ya las notas de viaje de Standby, novela anterior con registro y firma distintos. En esta ocasión, nos divertimos con estas locas ocurrencias que de todas formas hacen pensar en las letras chilenas y el mundo académico y sus disputas.
Carmen Berenguer, Las Cruces, octubre 2020
Elisa Clark (Santiago, 1973) es el seudónimo elegido por la autora para publicar este libro, nombre con el que antes se permitió publicar el fanzine eL Paper Magazine en Nueva York, Caracas y Santiago, performear, bailar la cueca sola y cantar desafinada ante un pequeño grupo de invitados en un callejón del Soho. Ser otra es la posibilidad que ofrece el arte y la escritura, así como se lo permitió Pessoa en sus múltiples personalidades poéticas. No es extraño entonces si la ven recorrer el centro de Santiago con un vestido hecho de bolsas de basura para ir a dejar flores a una joven víctima de femicidio o arrugar papeles en la Biblioteca Nacional, gesto que repiten las mujeres que pueblan esta novela homenaje a Gabriela Mistral.