El preso saharaui Mohamed Lamin Haddi, en huelga de hambre desde el 13 de enero y que no se comunicaba con su familia desde el 25 de febrero, ha hablado hoy con su madre y con su hermana durante unos minutos, a quienes ha dicho que continúa sin ingerir alimentos.
Primero ha hablado con su madre, que no ha podido soportar la emoción al saberle vivo, y se ha desmoronado, y después se ha puesto su hermana, que ha relatado que apenas puede hablar. Ha contado que está tirado en el suelo de la celda, de donde no se ha movido y que sigue la huelga, a pesar de que le obligaban a decir que la había terminado.
Varias personas, con unos trajes que no identifica, pues tiene la vista nublada, han entrado en su celda y le han inyectado contra su voluntad, ya que no tiene fuerza para resistirse, tres jeringuillas de cuyo contenido no ha sido informado; también le han metido un suero por la nariz.
Lamin Haddi ha dicho a su hermana que no puede mover el lado izquierdo ni siente esa parte del cuerpo, y la familia teme que se haya quedado parapléjico.
La familia cree que la llamada se debe a la presión de las organizaciones internacionales de derechos humanos y de los medios de comunicación.
En este tiempo no ha salido de su celda, continúa aislado, y ningún funcionario le ha ido a ver, nadie ha hablado con él.