POEMA
Mi mente despertó una mañana,
murmullos y maldiciones rondaban mis pensamientos
¡No eres tú!
¡No puedes ser tan insensata!
¡Has muerto en vida!
¿Qué clase de conjeturas son esas?
Me preguntaba mi corazón ardiente
Destrozada por los juicios,
prisionera de mis propias cadenas,
juzgada por mi ajustada conciencia encarcelada,
sin saber hacia dónde mirar
Rota y sojuzgada,
enmudecida y agachada,
salí de este holocausto,
que cada día evaporaba mis sueños
Y transmutaba mis poderes en miedos
Entre serpientes que cubrían mi cuerpo,
hechizos que devolvían mi aliento,
mujeres que bordaban mis mitocondrias,
escarchas que me maquillaban de violeta,
vi el renacer de mis corrientes fluidas
Agua brota de mis poros ocultos,
llamas de fuego se concentran en mi cabellera,
sapiencia surge de mi respirar
Y mi entropía me hace volar
Hoy guío mi propia luz,
Soy soberana de mi santuario,
Cuido de mis células tiernas que adolecen,
Custodio el camino de mis hermanas,
Retiro la maleza que cubre los trayectos
Y alimento a los colibríes que traen buenas nuevas.