Lupita Vásquez es sobreviviente de la Masacre de Acteal (Chiapas), en la que perdió a sus padres y cinco de sus hermanos, y en la que fueron asesinadas por un grupo de paramilitares 45 personas mientras oraban en la iglesia, donde se habían refugiado.
Desde entonces, junto a su comunidad Las Abejas de Acteal, no ha cejado en reclamar justicia por lo que consideran un “crimen de lesa humanidad”, responsabilizando al Estado mexicano de tales hechos. 23 años después, el caso está en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Lupita es artesana, profesora y la primera mujer elegida para formar parte del Consejo Nacional Indígena de México. Es un ejemplo de rebelión y lucha, de construcción noviolenta.
En Constructoras de Futuro, Lupita nos cuenta cómo fue aquel 22 de diciembre de 1997, en el que perdió a gran parte de su familia y en el que le robaron la niñez. “Me sentía en deuda con ellos, con los 45 que dieron la vida por nosotros -declara- Entendí que algo tenía que hacer, que por algo viví, por algo no morí”. Desde entonces no ha cejado de reclamar justicia junto a su comunidad Las abejas de Acteal, una lucha agotadora que ha encontrado numerosas resistencias en el mismo estado, a quien responsabilizan de los hechos. “Obviamente no nos han facilitado nada. [Desde] el Gobierno han intentado de muchos modos borrar el expediente“, por lo cual han terminado recurriendo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde se encuentra actualmente el caso.
Pero Las Abejas de Acteal -explica Lupita- “también estamos luchando por nuestra tierra, por el derecho a existir, a vivir libre […] los proyectos de los gobiernos nos están destruyendo, nos están saqueando, nos están asesinando, entonces nuestra lucha es contra de todo ese tipo de violencias e injusticias […] el caminar de Las Abejas es buscar para que sean reconocidos los hechos pero también por el derecho a vivir libremente, no solo de nosotros sino de todos los pueblos”
Y todo ello, desde una lucha no violenta, inspirados en sus ancestros y absolutamente convencidos de que no hay otro camino “muchas personas no entienden esa forma de luchar o nos atacan de miedosos, de cobardes, sin embargo para nosotros no es cobardía, no es miedo; al contrario, yo creo que es de mucho valor” e invitan a otros a sumar fuerzas en esta dirección: “ya basta de tanta sangre, de tantas armas… dicen que la fuerza del amor es superior a todo y yo creo que eso es lo que necesitamos para vivir tranquilos.
Nos os perdáis el relato de esta mujer que ha hecho de la rebelión su sello, y de la noviolencia su camino.