Menos del 35 por ciento de los seis millones de electores convocados a las elecciones legislativas israelíes habían concurrido a las urnas hoy a las 14: horas (12:00 UTC) a pesar de las exhortaciones a votar en comicios descritos como importantes.
La cifra es la más baja desde las elecciones de 2009 tras las cuales el actual primer ministro Benjamín Netanyahu ascendió a la jefatura del gobierno, cargo que ha ejercido en los últimos 12 años, y ahora enfrenta acusaciones de corrupción por las que puede ser juzgado si pierde los comicios.
Acorde con los registros la disminución de votantes es del orden del 3,5 por ciento respecto a la consulta comicial de 2020, según el reporte del presidente del Comité Central de Elecciones, Chair Orly Adas.
Sin embargo, la concurrencia a la votación puede aumentar hasta más allá del 60 por ciento a medida que avance el día, a juzgar por situaciones similares en ocasiones anteriores.
Las presentes elecciones, cuartas en menos de dos años, constituyen una muestra palpable de la atomización del espectro político israelí en el cual predominan los partidos de la ultraderecha sionista cuya inclinación podría marcar la fisionomía del próximo gobierno y el destino de Netanyahu.
Entre las causas de la pobre asistencia matutina a los centro de sufragio la prensa israelí ubica la fatiga de los electores, hartos de consultas de las cuales salen gobiernos efímeros cuya vida se sabe de inicio que pende de un hilo.
Además, las fuentes, entre ellas el influyente periódico Jerusalem Post, mencionan el temor al contagio con el SARS-CoV-2, causante de la letal Covid-19 a pesar de los avances registrados en la vacunación.
Los resultados finales de la liza serán conocidos tarde en la noche, pero en vez de un colofón, el anuncio será el prolegómeno de una etapa más compleja: la formación de un gabinete en coalición con una o más agrupaciones políticas.