Los partidos políticos escucharon el clamor de la ciudadanía para que, en el proceso constituyente que comenzó con la abrumadora victoria del apruebo, pudieran postular personas independientes. El 60% de los candidatos y candidatas lo son y solo un 40% son militantes. Pero no sucede lo mismo con las otras elecciones que se realizarán el mismo 11 de abril próximo: gobernadores regionales, alcaldes y concejales. Tampoco se ha abierto un espacio para independientes en la carrera presidencial del 2021 ya que, de los más de diez precandidatos, a la fecha, hay solo un independiente.
También, por primera vez se incorporarán mujeres en igual número que hombres y representantes de pueblos originarios. Todas estas conquistas logradas tras fuerte presión ciudadana al mundo parlamentario y al gobierno, nos hace preguntarnos si estamos frente al ocaso o la refundación de los partidos políticos. Sin duda que estamos en la etapa de ocaso. Entrará aire fresco a la política, pero, siendo los partidos esenciales para el funcionamiento de la democracia, será el resultado de la elección de constituyentes y su funcionamiento para la elaboración de una nueva Constitución, la que marcará el futuro de los partidos políticos. ¿Desaparecerán los que hoy existen o serán capaces de refundarse y recuperar sintonía con el país real?
Si a lo anterior le sumamos que hoy hay una generación más letrada, más culta, más globalizada con capacidad de pensamiento crítico que entiende que la sociedad y el mundo cambió, y que ese cambio está siendo acelerado por una nueva forma de vida en sociedad derivada de la pandemia, solo nos reafirma que las instituciones, incluidos los partidos políticos y la forma de hacer política, desaparecerán en la forma como la conocemos hoy.
Por ejemplo, un conocedor de las prácticas de lobby y tráfico de influencias afirmaba que en las reuniones realizadas online entre parlamentarios o autoridades de gobierno y representantes de grupos de interés no hay espacio para agendas ocultas ya que ni uno ni otro sabe quien está al otro lado y si es que está o no siendo grabado. La corrupción no desaparecerá, pero sin lugar a dudas disminuirá.
Está cambiando la atención en salud por telemedicina, la compra en grandes centros comerciales por compra online, el trabajo en oficinas por trabajo no presencial, las ciudades se despoblarán, la bicicleta reemplazará, en parte, al auto y al transporte público. Al igual como grandes obras de infraestructura física quedarán abandonados o reconvertidos, los partidos políticos quedarán vacíos de militantes y enfrentarán el desafío de renovarse o morir.
También cambia la educación. En Fundación Semilla estamos finalizando el proyecto Líderes y Lideresas por la No Violencia. La adaptación a no presencial nos permitió triplicar la participación de profesionales de la educación y lo mismo a nivel de estudiantes que accedieron a una aplicación web con material audiovisual y metodologías lúdico participativas.
Estamos frente al ocaso de una forma de vida y de organización y eso incluye a la política y sus partidos. Quienes sean capaces de reconocerlo a tiempo, sobrevivirán si se reinventan, en caso contrario, la fuerza de la realidad pasará por encima de ellos.