Hace pocos días, con una gran sorpresa nos enteramos que el gobierno derechista de Ucrania, tal vez el más subordinado en Europa a los intereses y el control político de los Estados Unidos, violando todos los derechos democráticos, prohibió los tres principales canales opositores de la televisión ucraniana: canal 112, ZIK y News One.
Los medios más masivos de la opinión alternativa fueron prohibidos por una clara injerencia de las nuevas autoridades norteamericanas, seguramente por ser los únicos que sistemáticamente se oponían a la guerra civil en el oriente del país y llamaban a terminar con el ambiente de odio instalado por el poder después del golpe de estado, mediáticamente conocido como “revolución de Maidán” y denunciando la grotesca sumisión de su gobierno a los intereses extranjeros, con el típico show folclórico independentista como cortina.
Este acto ilegal a todas luces, complementa la dictadura política y económica instaurada en Ucrania por los “aliados occidentales” con una más: la mediática. Para sostener el mito de la “guerra contra la agresión rusa” como la mejor coartada con el fin de justificar el desastroso manejo social y la suspensión de los derechos civiles en el país, el gobierno de este país – que fue la república más rica de la Unión Soviética y ahora es el estado más pobre de Europa – actualmente devastado por la pandemia de COVID-19 – rechazó la propuesta de Moscú de entregarle la tecnología para producir la vacuna Sputnik-V para Ucrania en una fábrica farmacéutica de la ciudad de Kharkov, totalmente habilitada para hacerlo, lo que no es otra cosa que un acto de genocidio contra su propio pueblo. Los crímenes demandan silencio y es lo que se impone al periodismo honesto de Ucrania.
Aparte de nuestro total repudio hacia este vergonzoso ataque contra las últimas libertadas democráticas que quedaban en el país, queremos expresar toda nuestra solidaridad con nuestros colegas ucranianos que -sin o con censura- seguirán cumpliendo con su deber, informando a su pueblo y a los pueblos del mundo las verdades siempre incómodas e inconvenientes para el poder.