Por Claudia Mónica Garcia
La enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana es una parasitosis sistémica crónica, de transmisión vectorial y endémica de las Américas, si bien en la actualidad se ha diseminado dentro del continente e incluso a otras regiones del mundo como consecuencia de las migraciones de población infectada por su agente, Trypanosoma Cruzi.
Dicha problemática se asocia a la pobreza extrema, y conforme los datos de la “Fundación Mundo Sano”, en 21 países de América Latina, la enfermedad de Chagas afecta aproximadamente a 8 millones de personas en el mundo, de las cuales 1,2 millones son mujeres en edad fértil.
Según la Organización Mundial de la Salud, más del 95 por ciento de ellos desconocen su estado. En la Argentina, los datos son preocupantes: se estima que hay 1,6 millones de infectados, 7 millones de personas en riesgo de estarlo y 1300 bebés que nacen con la enfermedad anualmente.
El enfermo chagásico, presenta problemas cardíacos o gastrointestinales y debido a las problemáticas de acceso al diagnóstico y tratamiento, es bajísima la tasa de enfermos tratados. Es importante aclarar que se trata de un problema mundial.
Lo alentador radica en ser una enfermedad con un alto índice de cura hasta la adolescencia.
La Vinchuca, sale de noche a picar, defeca en la piel de la persona y ésta, al rascarse hace que los parásitos entren al cuerpo. Otra forma de contagio es por transfusiones de sangre de una persona infectada a otra sana, igualmente la embarazada puede transmitirle la enfermedad al hijo.
Por ello, compartimos un relato imaginado, de quien pide se escuchado:
Habla mi piel hermano americano, habla mi corazón y mis ojos hinchados y agraviados. Estamos olvidados por pobres. Nuestros cuerpos, linajes e historias de silenciamiento y ocultación, han marcado nuestra orfandad y nos confirman nuestros dioses y chamanes que necesitamos ayuda. ¡No queremos ser chagasicos, queremos ser oídos!
Nos piden quemar los ranchos, nos piden que dejemos nuestra tierra ancestral, allí donde la historia se ha tejido entre danzas y veneración a la Pacha Mama. Hablan nuestros cuerpos hermano americano y por ello queremos contarte que no queremos dejar nuestras tierras, queremos ser mirados, cuidados y respetados. Cuentan por allí que la salud es un derecho humano. Pues hermano americano, ¡Somos Humanos!
Déjame decirte en nombre de mi gente, en nombre de mi Pueblo, que cada nacimiento y cada muerte nos confronta con un ciclo ajeno a la naturaleza que nos rodea. Aquí el ciclo que predomina es el de la pobreza ¡No queremos ser pacientes, estamos impacientes!
Vuelvo a mi rancho, hermano, con una nueva ilusión de ser escuchados. Hoy le contaré a mi gente que un colectivo Humanista, nos dio voz para decirle al mundo, que estamos en espera de una vida digna.