por Mario Osava
De Australia a Hawái una Marcha virtual de 24 horas inauguró el Foro Social Mundial 2021 el sábado 23, con un desfile de luchas, ideas, movimientos y tragedias sociales que claman por un intrincado camino de cambio y buscan una escurridiza síntesis proactiva.
“El Foro (FSM) es una señal de esperanza en el mundo. Para mantener esa esperanza y no fallar mañana, hay que hacer algunos cambios y algunos análisis”, señaló Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués y miembro del Consejo Internacional del Foro, en el panel de apertura de su 17 edición, el sábado 23.
“El FSM ya no tiene la fuerza que tenía en 2001, hay que reconstruirla y para eso dos puntos son importantes. Primero, el FSM nació en oposición al Foro Económico Mundial de Davos, pero ya no debe ser antineoliberal. El neoliberalismo está en crisis y los de Davos ya están cambiando”, argumentó.
Justamente, este año el Foro de Davos, inaugurado este lunes 25, y el #FSM2021 coinciden en sus fechas y en su formato digital. El de Davos se clausurará el viernes 29 y el FSM dos días después.
Ahora, “la lucha es en contra del capitalismo, feminista, antirracista, antisexista e impulsado por la voluntad de cuidar la gente y la Madre Tierra”, sostuvo Santos en el panel de la inauguración, bajo el título de ¿Cuál es el mundo que queremos hoy y mañana?, una interrogante que va a planear durante todo el Foro.
“En segundo lugar, hay que renovar el FSM y adaptarlo a las condiciones del siglo XXI y para eso tendremos que ampliar la base mundial del movimiento y, por otro lado, democratizar la gobernanza del Foro”, propuso el profesor jubilado de la Universidad de Coimbra, en Portugal.
Un Comité Renovador discute los cambios que probablemente serán una cuestión a decidir en la próxima edición del FSM, en México, con fecha pendiente de la evolución de la pandemia de covid-19, ya que se pretende un encuentro presencial.
Componer una propuesta que haga el FSM más activo y movilizador de amplias bases sociales es una tarea que, por su complejidad, enfrenta el riesgo de la esterilidad o de dividir el foro, hasta hoy un espacio de intercambio y articulación entre organizaciones que son propias para el activismo.
En el Foro se juntan pueblos indígenas, negros, isleños, mujeres, campesinos, obreros y minorías discriminadas por su género, cuyos enemigos también abundan: el colonialismo, el racismo, el patriarcado, el sexismo, la contaminación, el extractivismo, el trabajo esclavo o precarizado, el neoliberalismo y, para muchos, el capitalismo como matriz de casi todo.
Esa inmensa diversidad puede expresarse más ampliamente en esa edición que celebra los 20 años del FSM de forma virtual a causa de la pandemia. Es la primera mundial, de hecho, sin sede, al facilitar la participación de los interesados en cualquier parte del mundo, sin los costos de viajes que limitaban la presencia de delegaciones lejanas en las 16 ediciones anteriores.
Los testimonios registrados en la “marcha” inaugural, en realidad ponencias y videos de todos los continentes conducidos por los voluntarios del Grupo Facilitador del #FSM2021, y en los paneles componen un cuadro que urge acciones transformadoras.
Niños de ocho años, incluso de cuatro, obligados por hombres armados a trabajar en las minas de la República Democrática del Congo, mujeres y niñas expulsadas de sus hogares y encerradas en casuchas durante la menstruación en Nepal, o los feminicidios y el hambre en aumento por la pandemia son algunos ejemplos.
Se suman los pueblos indígenas bajo amenaza de exterminio, privados de sus tierras y su cultura en muchos países, los asesinatos de los negros incluso por la policía, el agua siendo privatizada y sustraída a los campesinos pobres, las vacunas anticovid-19 concentradas en 99 por ciento en los países ricos, la militarización generalizada.
En México, la represión militarizada contra el narcotráfico ya dejó 500 000 víctimas de ejecuciones, 150 000 de desaparición forzosa y otros miles de presos e indígenas desplazados, denunció Francisco Cerezo, activista de derechos humanos que creó el Comité Cerezo tras la detención y tortura de tres hermanos en 2001.
La descolonización es aún una tarea pendiente y “difícil”, según Moñeka De Oro, una joven activista de las islas Marianas, en el Pacífico, cerca de Japón. Tres bases militares estadounidenses ocupan las islas y generaron una dependencia económica y social de la población local.
También se quejaron del tratamiento colonial dos indígenas de Hawái, por restricciones a su cultura, y Anne Poelina, lideresa indígena e investigadora de la Universidad Notre Dame de Australia, con un doctorado sobre las tradiciones de un pueblo originario de su país.
La mayoría de los indígenas australianos, denunció a título de ejemplo, no tienen acceso a agua limpia.
Sobre los daños ambientales y el abismo climático hay cierto consenso entre los activistas del “Otro mundo posible”, el lema del FSM, pero no tanto en las soluciones.
“Energías renovables son una falsa solución”, sostuvo Miguel Valencia, coordinador de Ecomunidades, red ecologista de la Cuenca de México, quien aboga por una reducción del consumo energético y critica la organización internacional Greenpeace por promover las fuentes renovables.
Los 20 años aún parecen insuficientes para definir cauces que fusionen los variados tipos de lucha acogidos en el FSM, o todos en un solo cauce, como desean algunos. La meta original del gran encuentro global era promover el diálogo y la unión de las organizaciones participantes para ampliar sus acciones, sin pretender sustituirlas.
Ese empuje debe haber contribuido a la creación de la Internacional Progresista, creada en 2018 por algunas decenas de intelectuales y políticos, como el exministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, y el lingüista estadounidense Noam Chomsky.
Como uno de los ponentes en el primer panel del Foro virtual, Varoufakis defendió la acción política para impulsar las luchas progresistas, que no se beneficiaron de la crisis financiera global de 2008, pese al “desastre” del capitalismo.
Calificó de “tecnofeudalismo” la forma que está asumiendo el capitalismo, con el poder monopolístico global que están asumiendo las plataformas digitales como la Amazon, blanco de una campaña de boicoteo en noviembre por los daños que impone a los trabajadores, a las pequeñas librerías y al ambiente.
La creación de un “parlamento de la ciudadanía planetaria” es la propuesta que la Multiconvergencia de Redes Sociales, una articulación de 13 redes internacionales, lleva al debate de la actual edición del FSM.
Una asamblea mundial de los pueblos responde a la necesidad de una gobernanza global que atienda a las demandas por justicia, democracia y respecto a los principios ecológicos y del “Buen vivir”, arguye el movimiento.
La renta básica universal es otra propuesta que el FSM trata de impulsar ante el desempleo masivo que está provocando la reorganización productiva y la automación, que ya extinguió y seguirá eliminando millones de empleos.
Las tragedias visibles no construyen por si solos consensos y estrategias para unir los activistas en las luchas laborales, ambientales, feministas, antirracistas y otras.
Las opiniones de 13 activistas sobre el cuadro actual, reunidos en un video bajo el título de “Confrontando el caos”, revela la perplejidad y las discrepancias de evaluación que dividen los participantes en el FSM, varios de ellos, especialmente los latinoamericanos con duras críticas a la izquierda regional que estuvo el poder en sus países en este siglo.
“Extractivismo”, “productivismo” y “desarrollismo depredador” son algunos reproches registrados, así como adhesión a la globalización neoliberal y la responsabilidad por el ascenso de gobiernos de extrema derecha en el continente americano.
Al parecer, la convergencia es algo lejano ante la tendencia dispersiva de las distintas luchas que acoge el FSM, sin un eje como la relación capital-trabajo que orientaba la vieja izquierda laborista.