El 9 de enero de 1999 fue perpetrada la masacre de El Tigre, en el departamento del Putumayo. El pasado 9 de enero de 2021 se cumplieron 22 años de memoria y resistencia de un pueblo que se niega a olvidar.
Por: Zenaida Espinosa Cabrera
“El Tigre no es como lo pintan, las mujeres pintamos el tigre”
Cada 9 de enero los habitantes de El Tigre, una Inspección de Policía perteneciente al Municipio Valle del Guamuéz, en el departamento del Putumayo, toman aliento para rememorar a las víctimas de la masacre perpetrada un 9 de enero hace 22 años. Muchas de las víctimas de esa masacre fueron arrojadas al río Guamuez, uno de los principales ríos amazónicos y afluente del río Putumayo, desde un puente que atraviesa el afluente y que comunica la Inspección El Tigre con la cabecera Municipal del Municipio Valle del Guamuéz, denominado La Hormiga.
Por lo tanto, muchos de los cuerpos de las víctimas están aún desaparecidos y sólo unos pocos cuerpos fueron recuperados en el río por sus familiares. Los hechos ocurrieron a la medianoche del 9 de enero de 1999, cuando cerca de 150 hombres armados pertenecientes al Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar que se tomó la población y asesinaron a más de 28 hombres, de los cuales quedaron 14 desaparecidos; quemaron casas, vehículos y motocicletas y, de esta manera, tomaron asiento en la región antes dominada por las FARC.
Cabe anotar que este bloque paramilitar delinquió en ocho departamentos, donde además de reclutar menores de edad, fue responsable de otras masacres, desapariciones y desplazamientos forzados, dejando cerca de 14.000 víctimas. Tras los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de Álvaro Uribe y los paramilitares, el Central Bolívar se desmovilizó, siendo el último en dejar las armas el 31 de enero de 2006, toda vez que durante este proceso, las desmovilizaciones se llevaron de forma gradual a diferencia de lo que ocurrió con los Acuerdos de Paz con las FARC.
Pressenza habló con la señora María Ruby Tejada, lideresa social, fundadora y presidenta de la Asociación Violetas de Paz, residente en esta población del sur del país y quien siente mucha nostalgia, pues por motivo de la pandemia, las actividades de conmemoración y respeto por las víctimas de esta masacre se vieron aplazadas. Doña Ruby, como es conocida en la región, junto a 62 mujeres de la región han unido sus voces y esfuerzos para buscar el perdón, transformando el dolor en amor, arte y fuerza para convertirse en Gestoras de Paz y de memoria, por su contribución para el recuerdo y dignificación de las víctimas, apoyar a sus familiares y a su comunidad. Doña Ruby, hace parte del grupo de las únicas 14 familias que no se desplazaron luego de la tragedia, sino que permanecieron como resistentes en su territorio, aportando a construir futuro.
Pressenza: ¿Cómo nació Violetas de Paz, su nombre y cuál es su objetivo?
M.R.T. Nuestra Asociación nació tras el sufrimiento efectuado por la guerra (mujeres violadas, viudas, madres a las que les mataron a sus hijos, esposos). Desde el 2007 nos organizamos escuchando el sufrimiento de cada una de las 62 mujeres con el objetivo principal de visibilizar a las mujeres y defender su potencial humano. Su nombre nació porque es una flor muy pequeña, pero resistente y dura por mucho tiempo en caerse de su tronco.
Pressenza: ¿Cómo lograron estas familias resilientes que los desplazados por la tragedia retornarán a su población?
M.R.T. Se logró que estas familias retornaran nuevamente a través de mensajes de socialización dándoles a entender que la unión hace la fuerza.
Pressenza: En su calidad de víctimas; ¿cómo se benefició la comunidad de los acuerdos con la desmovilización de los grupos paramilitares?
M.R.T. De esos Acuerdos la comunidad no se benefició de nada. Solo recuerdos amargos.
Pressenza: Durante el Gobierno del Presidente Santos en el 2006 se firmó el Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC; ¿qué diferencia encontraron entre este y el proceso anterior y cómo se benefició la población víctima de la masacre?
M.R.T. Durante los Acuerdos de Paz hemos visto que siempre nuestro tema principal fue tener paz en nuestro territorio, ya que no queremos que se vuelva a repetir lo que nos hizo tanto daño. En este Acuerdo se logró que en la Inspección se construyera el “Parque de la Memoria” para representar la unión, la vida, la equidad y la transformación del miedo. También se construyó el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) que benefició a los niños de la comunidad de El Tigre.
Foto: Zenaida Espinosa Cabrera
Pressenza: El puente desde donde fueron lanzadas algunas de las víctimas de la masacre sobre el río Guamuez lo conservaron luego de que durante el Gobierno Santos se construyera uno nuevo y moderno; ¿Cómo fue la historia de esa lucha por conservarlo?
M.R.T. El puente es memoria, se lo iban a llevar, pero Violetas de Paz hicimos resistencia, le dimos vida para que la memoria no muera. Lo pintamos y el slogan “El tigre no es como lo pintan; las mujeres pintamos el tigre”. Doña Ruby, se refiere al antiguo puente de donde fueron lanzadas las víctimas de esa masacre, pues durante los Acuerdo de Paz con las FARC se inició la pavimentación de la vía principal del departamento y que, al mismo tiempo, conduce a esas poblaciones distantes y se construyó un nuevo puente. El antiguo se conservó y la asociación y las comunidades lo volvieron arte pintando sobre él coloridas y alegres imágenes.
Imagen del antiguo puente y el nuevo. Cortesía de María Ruby Tejada
Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica (Colombia)
Pressenza: ¿Cómo ven el futuro de la población y del país con respecto a la implementación de los actuales Acuerdos de Paz con las FARC?
M.R.T. El futuro lo veo regular. Nosotras hemos entendido que los Acuerdos no son ni el presente ni el futuro. Lo hemos encaminado a través del perdón y la reconstrucción del tejido social. Para que haya un futuro mejor en nuestras comunidades, quisiera llevar esta voz al mundo entero y decirles que sí se puede lograr la Paz cuando hay voluntad y cuando somos personas de corazón grande, demostrándoles que el camino de la paz no es el silencio. El camino de la Paz, es alzar la bandera colombiana en todos los rincones del mundo llevando mensajes de alegría en vez de mensajes de sufrimiento.
Con los Acuerdos de Paz de La Habana, la población víctima de esta masacre logró un proceso de Reparación Colectiva cuyo plan piloto fue liderado por la Unidad para las Víctimas, que estructuró 39 acciones reparadoras que materializan medidas de rehabilitación, restitución, garantías de no repetición en once veredas, un cabildo indígena y el casco urbano. El plan piloto fue aprobado el 14 de diciembre de 2012 y cuya acta de finalización se firmó en diciembre de 2018, con entrega final a la comunidad en el mes de mayo de 2019. Las inversiones realizadas contaron con una inversión de aproximadamente $574 millones para el fortalecimiento de proyectos productivos, como los de pimienta y la ganadería; jornadas de formación en liderazgo, mecanismos de participación por parte de la Pastoral Social; Diplomado en cuerpo, danza y movimiento.
Se hizo entrega de mobiliario a todas las Juntas de Acción Comunal de la zona rural de la inspección y jornadas de acompañamiento en liderazgo comunitario por parte de la Unidad de Víctimas y el Fondo de Justicia Transicional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Putumayo, uno de los departamentos más azotados por la violencia, víctima de las guerrillas, los paramilitares y la delincuencia común, solo espera seguir avanzando y que los Acuerdos de Paz se implementen en su totalidad, en especial, el punto de restitución de tierras, la sustitución de cultivos ilícitos y el apoyo sostenible de proyectos productivos.
Ver: informe de memoria histórica – La masacre de El Tigre: Un silencio que encontró su voz