Hoy miércoles 6 de enero se cumple el aniversario 83 del nacimiento del ideólogo del Nuevo Humanismo Universalista, el filósofo argentino Mario Rodríguez Cobos, más conocido por su seudónimo, Silo.
A inicio de la década del 90 del siglo pasado, en pleno auge del neoliberalismo antihumanista, Silo profundizo desde su libro “Cartas a mis amigos” en la filosofía del Nuevo Humanismo, en su práctica política y social, que él prefirió definirla principalmente como una actitud y una perspectiva frente a la vida, las cuales plasmó en el Documento del Movimiento Humanista, del cual transcribimos su introducción:
«Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de ésta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo».
«Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social».
«Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad».
«Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan».
«Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo».
Así, Silo rescata al Humanismo como historia, pero también lo hace como proyecto futuro y como herramienta de acción actual.
En un mundo donde aumenta aceleradamente la desigualdad y la pobreza, propone un humanismo que contribuya al mejoramiento de la vida, que haga frente a la discriminación, al fanatismo, a la explotación y a la violencia.
En un mundo que se globaliza velozmente y que muestra los síntomas del choque entre culturas, etnias y regiones, plantea un humanismo universalista, plural y convergente.
En un mundo en el que se desestructuran los países, las instituciones y las relaciones humanas, presenta un humanismo capaz de impulsar la recomposición de las fuerzas sociales.
En un mundo en el que se perdió el sentido y la dirección en la vida, define que debe existir un humanismo apto para crear una nueva atmósfera de reflexión en la que no se opongan ya de modo irreductible lo personal a lo social ni lo social a lo personal.
Silo propone que el interés debe estar en la construcción de un humanismo creativo, no un humanismo repetitivo; un nuevo humanismo que, teniendo en cuenta las paradojas de la época, aspire a resolverlas.
Y evidentemente todo esto que son aspiraciones humanistas, se convierten en retos para los Partidos Humanistas.
Porque implica romper con el sistema de creencias que responden a un patrón de poder global violento, enajenante, discriminador, excluyente, esclavizador y depredador. Lo cual exigirá un proyecto con un calado muy profundo y numerosas labores en el presente, para poder subvertir ese patrón de poder.
Porque el modelo de sociedad que nos promueven diciendo que es para generar riqueza y progreso para todos, en el fondo sabemos que no es ni solidario, ni equitativo, ni inclusivo, ni democrático, dejando por fuera a amplios sectores de la población al estar pensado para el beneficio de las grandes corporaciones.
Porque el sistema capitalista en la globalización está diseñado para imponer a nivel mundial formas políticas y económicas que irrespetan las formas organizativas locales que no se ajusten a su proyecto de expansión, convirtiendo toda actividad social en una mercancía y una oportunidad de negocio.
Porque implica el reto de construir nuevas formas de hacer política, que sean inclusivas, participativas y transparentes, brindando rendición de cuentas, realizando su acción de cara a la gente y de espaldas al poder económico.
Y es aquí donde la obra de Silo adquiere una perspectiva histórica transformadora, porque incluye una ética, una sensibilidad, un compromiso colectivo de que ningún miembro de la sociedad será excluido, ni será invisibilizado.
Al cumplirse en el 2020 diez años del surgimiento de la Federación de Partidos Humanistas y más de tres décadas del nacimiento de las primeras colectividades políticas humanistas, es un buen momento para reflexionar sobre nuestra acción política. Sobre los logros obtenidos, las formas y las praxis que deberán ser sostenidas, cambiadas o profundizadas para avanzar en la humanización de nuestro medio inmediato.
“La pregunta es si seremos espectadores de la vida o promotores de acciones que organicen la transformación a nuestro alrededor, reales transformadores vitales que midan y proyecten en su accionar las consecuencias que produciremos en nosotros y en otros”.
“Debes entonces asumir y dar una respuesta de suprema rebeldía constructiva a este medio en crisis y cambiante y así nuestra propuesta es la acción que promueve la simultánea modificación personal y del medio, aquella acción que provoca el cambio intencionalmente y lo dirige con un sentido de futuro abierto, amplio, generoso, y así verás pronto renacer con fuerza en el corazón de los hombres y los pueblos, la luz de la vida”.
“Nuestra propuesta es la alegre, resuelta y permanente Acción Transformadora; acción transformadora que es aquella plena de intencionalidad orientada al cambio humanizador de nosotros mismos, del medio que nos rodea y de toda esta tierra, nuestra tierra”.
Silo (1989)
Equipo de Coordinación Internacional
Federación de Partidos Humanistas