por François Soulard
La pandemia de Covid19 ha sido un fantástico acto de confirmación de un mundo nuevo. Un mundo “post-americano”, fracturado, con liderazgos fallidos y dispersión de poder, vuelto más tangible desde hace una década y precipitado durante el mandato del presidente estadounidense saliente. Ha dado a China y otros países la oportunidad de precipitarse una vez más en las brechas abiertas, posicionándose en apariencia como los rescatadores del multilateralismo y de un orden global en falta de impulso.
El riesgo sanitario ya estaba relativamente anticipado. Desde hace quince años, en particular desde el caso del SARS en 2002-2004, los observadores tenían el escenario pandémico en sus radares. Pero ninguna dirigencia política lo quiso considerar como tal y pudo impedir el golpazo a la economía mundial. Inclusive la dirigencia china, conocedora de epidemias anteriores, quien trató de censurar el brote inicial de SARS-COV-2 1 desde su inicio en octubre 2019.
El efecto colateral de la pandemia es también de generar una suerte de “trampa” perceptiva que tiende a concentrar la mirada sobre el “mundo del después” y el esfuerzo reconstrucción. Henry Kissinger presagió que la pandemia iba a “modificar para siempre el orden mundial”2. Thomas Friedman comentó: “de ahora en más, la historia del mundo está partida en dos, él de antes y él del después”3.
Emir Sader resaltó que “la crisis actual en la economía internacional, iniciada en 2008 en el centro del sistema capitalista, no tiene plazo para terminar4”. Otros internacionalistas, como Richard Hass o Ian Goldin, con quienes nos sentimos en sintonía en esta nota, recuerdan que todas las crisis sanitarias no generan necesariamente rupturas y que van acentuando evoluciones en marcha. En América Latina, la CEPAL acaba de recordar que la región está entre las más afectadas en los países en desarrollo, acentuando una trayectoria de bajo crecimiento marcado desde el año 20145.
En efecto, el mundo de mañana se encuentra muy lejos de entrar tan en ruptura con el pasado. Al contrario, amplifica los rasgos más preocupantes del mundo anterior, presagiando un mundo a la vez menos próspero, menos abierto y menos libre. Esta exacerbación de lo preexistente, fomentado por la COVID-19, es un elemento central que nos obliga a adaptar un punto de vista más pragmático y realista.
Por un lado, se ha iniciado una mayor reconsideración de las ventajas de las cadenas transnacionalizadas. Lejos de dar la espalda a la globalización, los Estados van revaluando la disponibilidad de sus insumos críticos (sanitarios y otros) para diversificar las fuentes de producción. El arraigo chino de la mayoría de las cadenas de producción ya era problemático debido a la alza del costo de mano de obra en China y de la disputa económica con los Estados Unidos. La pandemia transformó esta dependencia en peligro, acentuando un movimiento de corrección de la globalización hacia la relocalización diferenciada y la territorialización de ciertas cadenas productivas.
Por otra parte, el salvataje del riesgo económico ha sido ampliamente respaldado por la potencia pública, al igual que durante la crisis de 2008. Agudizó la hegemonía financiera6. Las corporaciones del sector digital, ahora en primera posición en la capitalización bursátil, ilustran el triunfalismo del hipercapitalismo tecnológico y financiero.
No quita que la reafirmación política de los Estados acompaña este movimiento. Sacudidos y superados por la situación, no quita que han vuelto como la potencia esencial de protección de sus ciudadanos, respondiendo de modo inédito – salvo excepciones – e incluyendo medidas compensatorias de los daños. Algunos no han dudado en atribuirse poderes excepcionales para restringir la movilidad, expandir la vigilancia, el rastreo y la censura. Volver al nivel de libertades anteriores no será tarea fácil en la medida en que se reforzó el poder estatal a corto y mediano plazo.
Este fortalecimiento se realizó a costas de la democratización y de la apertura hacia afuera. Los Estados autoritarios han aprovechado la situación para endurecer su régimen. Pero también las democracias liberales se han mostrado débiles para prevenir la crisis y recurrieron a medidas liberticidas, al mismo tiempo que dejaron de prestar atención a la solidaridad multilateral y el cumplimiento de los estándares de derechos. Han crecido las reacciones nacionalistas, anti-migratorias, extendiendo el movimiento de remarcación de las fronteras marcado desde hace dos décadas por el surgimiento de un nuevo tipo de terrorismo internacional.
En los hechos, el ex-presidente Donal Trump no perdió su popularidad principalmente debido a la crisis sanitaria. Al igual que Jair Bolsonaro en Brasil, ambos habiendo demostrado un pésimo liderazgo para manejar la pandemia. La popularidad de Modi en India bate récords, al igual que Netanyahou en Israel. Pese a la necesidad de respuestas efectivas y racionales, la crisis ha sido una incubadora de credulidades y de fracturas sociales que tienden a fomentar fuerzas reaccionarias.
Con semejantes brotes de nacionalismo, no asoma tanto que el multilateralismo haya desempeñado un papel tan pálido. Tardó hasta abril 2019 para organizar un primer Consejo de seguridad, que además no dio resultados concretos. Las principales medidas sanitarias fueron ante todo desarrolladas a nivel nacional e infranacional. La OMS fue plagada de polémicas en torno a su rol de alerta perturbado por la influencia china7. Ya en retirada de varias instancias multilaterales, los Estados Unidos ratificaron su salida de la OMS, del Pacto mundial sobre las migraciones, del Acuerdo de París sobre el clima, de la UNESCO, del acuerdo de Viena sobre el nuclear iraní. El G7 y el G20, el cual tuvo un papel destacado en la crisis financiera de 2008, fueron testimoniales.
Frente a un Donald Trump claramente anti-multilateral y hostil con sus propios aliados, Rusia y China no dudaron en seguir desgastando un orden liberal percibido como una herramienta ante todo occidental. Su obstruccionismo en varios temas del Consejo de seguridad se sumó al desgaste multilateral generalizado. Ambas desarrollaron operaciones de influencia, bajo ropaje de cooperación sanitaria, en torno por ejemplo a la entrega de insumos médicos a Italia y España. Más ampliamente, las ofensivas chinas de Ruta de la Seda, las redes 5G y su política de inversión apuntan a dividir a Europa no solo desde el interior sino también en su relación con los Estados Unidos. Estas rivalidades geopolíticas y básicamente la escasez de voluntades para construir otro referencial de cooperación hacen presagiar que el choque sanitario no desatará mayores niveles de cooperación ni resolución de problemas transnacionales.
Este mismo debilitamiento multilateral atraviesa la Unión Europea, como muchas veces dividida y torpe a la hora de reaccionar, pese a haber ratificado un plan de recuperación de una magnitud de 750 mil millones de euros. Su soberbia inicial, visible en la postura de sentirse fuera del alcance de la pandemia y calificando el brote viral como el nuevo “Tchernobyl chino”, ha abonado sus debilidades.
El fenómeno –quizás el más organizador- resaltado por la tormenta sanitaria es la bipolaridad creciente entre China y Estados Unidos. Cabe recordar que el crecimiento continuo de China en todos los planos de poder es el factor principal de evolución del tablero internacional en los últimos treinta años. La pandemia la consagró. Junto con los Estados Unidos, ambas potencias se distancian del conjunto de los demás países que están más y más obligados a posicionarse frente a este nuevo duopolio. Este régimen bipolar incipiente forma un equilibrio de nuevo tipo, no totalizante a diferencia de la Guerra fría. No impide que otras potencias regionales puedan emerger, en particular Rusia, Irán y Turquía, particularmente ágiles para sortear conflictos irregulares.
De algún modo, la pandemia es producto de este clima de interdependencia bipolar. Salido de Wuhan, se volvió pandemia global al aprovechar las vulnerabilidades agudizadas por la competición vigente. China intentó todo para ocultar, externa e internamente, su incapacidad para manejar el brote inicial de coronavirus.
Símbolo de la era post-americana, los Estados Unidos han sido duramente golpeados por la pandemia. No quita que su potencia heredada del periodo unipolar los coloca todavía en una situación de dominación para varias décadas8. Los grandes equilibrios estratégicos no se han modificado. Su primacía en el sector tecnológico se hizo más visible con el desacople de la industrias de semiconductores.
En ciertas latitudes, China parece haberse instalado como la ganadora del desafío sanitario. Mantuvo una diplomacia particularmente activa, en clara ruptura con la tonalidad moderada anterior. Siguió ocupando los espacios vacantes. El impulso al nuevo acuerdo regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), cuya negociación se inició desde 2008, ha marcado un hito en esta agenda.
Pero el relato muy triunfalista destilado por Pekín denota también un cuadro de debilitamiento. La disimulación del brote inicial en Wuhan en noviembre 2019, acompañado por la represión de los médicos y periodistas, la falsificación de informes y de la cantidad de víctimas, ha escapado a la vasta campaña de propaganda9 del gobierno chino. Varios estudios resaltan que la imagen actual de China es la más baja desde el episodio político de Tiananmen en 1989.
Distintas voces, como por ejemplo la del Instituto chino de relaciones internacionales contemporáneas (CICIR), manifestaron una tendencia a una mayor reticencia respecto al proyecto de Ruta de la Seda y la injerencia china en los asuntos internos de otros países. La relativa desinización en marcha ha sido ratificada por el mismo presidente Xi Jinping quien confirmó la importancia de la autonomía china y de su mercado interno. La pandemia empujó a Pekín a poner en competición los modelos en pugna, afirmando la superioridad del “socialismo a la china” por sobre las democracias liberales, mientras los verdaderos ganadores de la crisis sanitaria en Asia han sido Singapur, Vietnam, Corea del Sur y sobre todo Taiwan. Este último ganó la batalla perceptiva sobre la eficacia del manejo de la crisis10. La ofensiva china sobre Hong Kong y la represión de los Uigures en China ha contribuido a marcar distancias.
En el plano económico, la capacidad de préstamo de China alrededor de la infraestructura de la Ruta de la Seda ha sido disminuida. Si bien el crecimiento ha retomado en los últimos meses, la deuda interna alcanza 310% del PBI, con mayor demanda de empleo. El primer ministro chino recordó en mayo 2020 la asignatura pendiente de que 600 millones de chinos siguen viviendo con menos de 1000 yuans mensuales (menos de 5 dólares diarios).
A fin de cuentas, muy pocos relatos triunfalistas han podido resistir a una realidad tan perturbadora. Mientras se requiere un mayor abordaje de los temas transnacionales, la tendencia actual a la rivalidad bipolar impulsa una dinámica reversa. Era también una señal visible antes del año 2020 que la pandemia ratificó.
Varias señales positivas están del lado de los movimientos sociales que no dejaron de movilizarse desde 2019. Existe un afán de justicia social que se acopla ahora un poco más con la dimensión ecológica desatada por la pandemia. El mundo del después, que se convirtió en ahora, es más precario y disperso. Tendrá nuevamente otras crisis y deficiencias en las cuales los pueblos tendrán un rol central para jugar.
1How China censored the coronavirus, New York Times https://www.nytimes.com/2020/12/19/technology/china-coronavirus-censorship.html
2H. Kissinger, « The Coronavirus pandemic will forever alter the world order », https://www.wsj.com/articles/the-coronavirus-pandemic-will-forever-alter-the-world-order-11585953005, 3 avril 2020.
3T. Friedman, « Our New Historical Divide: B.C. and A.C. – the World Before Corona and the World After », New York Times, 17 mars 2020.
5CEPAL (2020), Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, https://www.cepal.org/sites/default/files/presentation/files/final_final_balance_preliminar.pdf
6Le triomphe de l’hyper-capitalisme financier, Xerfi https://www.xerficanal.com/economie/emission/Olivier-Passet-Le-triomphe-de-l-hyper-capitalisme-financier_3749041.html
7China and the WHO’s chief: Hold them both accountable for pandemic, The Hill https://thehill.com/opinion/international/487851-china-and-the-whos-chief-hold-them-both-accountable-for-pandemic?amp
9Vilmer J.B.J, Il n’y aura pas de monde d’après. http://jbjv.com/IMG/pdf/JBJV_2020_-_Il_n_y_aura_pas_de_monde_d_apres.pdf
10C. Haquet et C. Pluyette, Coronavirus : Taïwan a gagné la bataille de l’image contre Pékin, https://www.lexpress.fr/actualite/monde/asie/coronavirus-taiwan-a-gagne-la-bataille-de-l-image-contre-pekin_2125264.html