Por Juan Carlos Dominguez
Fuera de toda duda, nuestra época va en dirección de una formidable crisis global nunca antes vista.
En distintos campos de la investigación científica, en el campo de lo económico, en lo que hace al medio ambiente, en lo cultural, lo político, lo religioso, la salud, la educación, etc., todo se va haciendo cada vez más complejo e incierto, cada vez menos previsible.
En todos los ámbitos de nuestra vida va siendo imposible establecer planes con un cierto grado de certeza a medio o largo plazo, incluso la planificación a corto plazo comienza a estar comprometida. De más está decir que la pandemia de Covid-19 no ha hecho más que agravar las cosas.
Al mismo tiempo asistimos a lo que parece ser la primera gran crisis mundial. En este siglo hubo otras pandemias a las que se les atribuyó carácter global, pero estas no tuvieron ni el efecto, ni el alcance, ni la difusión y conocimiento generalizado a nivel mundial que ha tenido esta. Cualquier desprevenido habitante de nuestro planeta –con solo prender el televisor o celular o radio– es bombardeado por las noticias del Covid de todo el planeta.
Al observar lo que experimentamos con el efecto de las noticias y la cuarentena, resulta evidente para todo el mundo que el sistema de creencias de la época ha entrado en crisis. Las formas organizativas sociales, institucionales, e incluso familiares y personales también han entrado en crisis. Todo resulta inestable. Se trata de una crisis de valores, creencias y formas, que recorre toda organización social. Sin duda, todo ello afecta a la configuración de una imagen de futuro, de cómo serán las cosas cuando la pandemia termine –incluso con la incertidumbre de si terminará.
Según los expertos, la crisis global puede cambiar de tema –no sólo la pandemia– pero no de dirección. Al parecer, con el paso del tiempo se irá acelerando, lo cual ha llegado a un punto que resulta perceptible con el correr de los meses, incluso de los días.
Este fenómeno ha sido profusamente estudiado por expertos en distintas ramas: antropólogos, historiadores, físicos, psicólogos, sociólogos, etc. El ruso Akop Nazaretian en su obra “Futuro No Lineal” desarrolla la cuestión de la Singularidad a la que se dirige la humanidad, un punto de crisis de crisis… inédito en la historia humana.
Haciendo un símil con lo que establece la astrofísica respecto a los agujeros negros: “…el horizonte de eventos en el borde de los agujeros negros tiene un punto límite a partir del cual dejan de funcionar las leyes de la física y no es posible establecer ninguna función de ningún tipo, pues no se pueden establecer valores dado que estos tienden en ese punto al infinito.”
Puede decirse entonces que es imprevisible el rumbo que tomarán los acontecimientos. Fundamentalmente, en estas situaciones, no habrá experiencia previa. No habrá datos de memoria –personal o social– que puedan aportar pautas sobre cómo serán las cosas a partir de esos momentos.
Esta situación, que aparece como dramática, puede ser planteada de modo que abra el futuro. Tanto en nuestra vida personal cómo en la historia hemos afrontado algunas veces otras situaciones sin posibilidad de cotejo previo de experiencias y datos anteriores. Ello forma parte del proceso propio de desarrollo y crecimiento del Ser Humano. En otros momentos de la historia el futuro se vio completamente cerrado, por ejemplo, en la transición del Paleolítico al Neolítico, cuando pasamos de recolectores-cazadores a agricultores y ganaderos configurando un nuevo estilo de vida en asentamientos fijos.
Ya en la vida de un individuo se dan transiciones insospechadas en esa escala, por ejemplo, al dar los primeros pasos.
En cualquier caso, me parece importante que en esta etapa crítica seamos capaces de potenciar aspectos de nuestro funcionamiento que hacen a la apertura mental. Esto será esencial para hacer nuevas e inspiradas relaciones de datos y configuraciones.
Se trata de desarrollar y promover otras formas, conductas, valores y creencias, para lo que es oportuno un cierto entrenamiento personal capaz de llevarnos a un nivel de trabajo de nuestra conciencia más alto y con mayores posibilidades de apertura.
Este entrenamiento puede asumir distintas formas pero seguir recetas de otros momentos en un momento de gran cambio social puede asegurarnos la derrota, este cambio debe contemplar algunos ejes indispensables:
- Reflexionar sobre la propia conducta como principal eje de cambio.
- Considerar el cambio personal y social como distintas miradas de un mismo problema.
- La coherencia puede avanzar sólo si es recíproca con los que me rodean.
- La no-violencia empieza con uno mismo y es la herramienta que puede dar dirección a todo cambio personal y social.
Luego cada cual verá dónde, con quién y cuándo empieza… más vale que no se lo piense mucho….
Los interesados pueden escribir al autor de este articulo
Juan Carlos Dominguez domingjc@gmail.com – whatsapp +54 9 351 2297483