Publicación original: Comisión de la Verdad
Unas 70 personas, entre víctimas, institucionalidad y excombatientes, participaron del Encuentro por la Verdad para hacer un pedido de perdón y comprometerse a presentar información precisa para la búsqueda de personas desaparecidas.
“Reconocemos el secuestro indiscriminado de personas en Sonsón (Antioquia) donde, con la modalidad de pescas milagrosas, privamos de la libertad a humildes trabajadores y comerciantes… Nos responsabilizamos y pedimos perdón a todos los pobladores del municipio de Nariño por las tomas guerrilleras… A los argelinos les decimos que sí tuvimos menores de edad en nuestras filas”.
Estas fueron las palabras de Jesús Mario Arenas Rojas (Marcos), excomandante del que fue el Frente Urbano Jacobo Arenas (Furja) de esa guerrilla y firmante del proceso de paz, el pasado 28 de noviembre en la sede de Asocomunal de Sonsón, ante un grupo de víctimas de la zona páramo del Oriente antioqueño, y junto a una docena de exguerrilleros.
Este acto es el resultado del proceso iniciado el en 2019 con los Diálogos de Verdad para la Reconciliación del Oriente Antioqueño y que la Comisión de la Verdad comenzó a acompañar en junio de 2020.
En 2019, excombatientes de las antiguas FARC, firmantes del Acuerdo de Paz, expresaron su intención de participar en procesos de reconciliación y perdón en el Oriente antioqueño. Ese fue el punto de partida de una ruta que permitió realizar el Reconocimiento de responsabilidades sobre los hechos y afectaciones del Frente 47, Frente Noveno y Furja de las entonces FARC, a la población y los territorios de los municipios de Sonsón, Argelia, Nariño y Abejorral.
Durante seis meses, la Comisión escuchó a la población a través de entrevistas, siete encuentros previos con población y autoridades locales, y un encuentro previo entre FARC y representantes de estos municipios. A través de entrevistas y talleres colectivos las víctimas definieron sus principales reclamos a la antigua guerrilla, relacionados con los hechos significativos por sus impactos para el territorio y los pobladores: en Sonsón, el secuestro; en Nariño, las tomas armadas; en Argelia, la desaparición y el reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes; y en Abejorral, el desplazamiento forzado. Unas 70 personas, entre víctimas, institucionalidad y excombatientes participaron de este proceso.
La zona páramo del Oriente antioqueño fue uno de los principales escenarios del conflicto armado en el departamento por su conexión con Caldas y el Magdalena Medio. Según el Registro Único de Víctimas, en esta subregión hay, a la fecha, 84.261 víctimas de diferentes grupos armados (Abejorral tiene 11.321 víctimas; Argelia, 24.125; Sonsón, 27.676 y Nariño, 21.139). En esta subregión convergieron las guerrillas de las FARC y el ELN, y los paramilitares, lo que llevó al incremento de la Fuerza Pública y de las confrontaciones armadas, profundizando las violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
La conversación
El representante de las víctimas de Nariño fue Fredy Orozco, quien en su relato revivió la toma guerrillera del 30 de julio de 1999 que dejó 17 personas muertas: ocho civiles, cuatro de ellos menores de edad, y nueve agentes de la Policía. “La toma guerrillera terminó 36 horas después, cuando la policía se quedó sin munición, situación que la guerrilla aprovechó para entrar al comando y someter a los hombres que allí se encontraban (…) A partir de ese momento, el municipio permaneció doce meses bajo el control absoluto de las FARC, lo que hizo que los pobladores fueran estigmatizados como guerrilleros”.
Entre 1993 y 2005 la población de este municipio pasó de casi once mil habitantes a 6.800. Orlando Medina, alcalde de Nariño durante la toma guerrillera, habló de los graves impactos a la democracia. “Fui elegido alcalde en unas circunstancias electorales atípicas, dado que los grupos subversivos intentaron estropear el proceso por todos los medios con amenazas a los electores y candidatos; hasta el punto que en el oriente antioqueño hubo un alcalde elegido por un voto y, en el caso de Nariño, un artefacto explosivo en cercanías al casco urbano ocasionó que se cerraran los puestos de votación a las 2:00 de la tarde”.
Gloria Serna, presidenta de Asocomunal de Sonsón, habló sobre la ola de secuestros “que se presentaron en el municipio a partir de los 90”, y del primer secuestro, el del comerciante Joaquín Suárez. “Esta práctica no sólo nos afectó económicamente. Generó problemas psicosociales, estigmatizaciones y roturas en el tejido social… El fundamento principal de una sociedad es la confianza y la solidaridad, rotos estos dos elementos la cohesión social se rompe en mil pedazos”.
Sorany López, víctima sobreviviente del conflicto armado y líder comunitaria de Argelia, habló del reclutamiento forzado: “se estima que en Argelia hay unas 800 personas reclutadas, entre ellos unos 200 jóvenes de entre 10 y 15 años. Madres y familiares manifiestan que integrantes de las FARC, en su mayoría, llegaba a cualquier hora y los sacaban del seno de sus familias. Y pese a que sus madres lloraban y suplicaban que no se los llevara, no les importaba, eran considerados como la cuota para la guerra”.
Finalmente, Blanca Nelly González, promotora de vida y salud mental de Abejorral, destacó los procesos de resistencia que han liderado las comunidades de estos municipios. “Inclusive este acto y este proceso son una muestra de la fuerza de la gente, de las víctimas y de la sociedad, y del compromiso que tenemos para cambiar la historia de un territorio que está buscando sanar y reconstruirse”.
Luego de escuchar a las víctimas, los doce exmiembros de FARC pasaron al frente. Pastor Alape, delegado ante el Consejo Nacional de Reincorporación, tomó la palabra para pedir perdón:“Pedimos sinceramente que nos perdonen por los miedos, las angustias, los dolores y las pérdidas humanas y materiales que les causamos, al reducir este territorio a las lógicas propias de la confrontación militar, es decir, de amigos y enemigos, enceguecidos por el miedo, la rabia, el odio y las dinámicas del control territorial”.
Reconocimiento de responsabilidades por la toma guerrillera de Nariño en 1999
A continuación, Marcos tomó el micrófono. Señaló que para ellos “estos escenarios son muy complejos, porque al escucharlos a ustedes se nos arruga el corazón y nos duele más el alma comprobar que muchas de las cosas que dicen las cometimos nosotros”. Reconoció la responsabilidad de FARC y pidió perdón por las tomas guerrilleras en Nariño y, en especial, por la toma de 1999: “Varios de los presentes acá dirigimos y estuvimos en esa toma… ahí hicimos uso desproporcionado de la fuerza utilizando carros bomba y cilindros con explosivos, que produjeron grandes destrozos y daños no solo en el cuartel de Policía si no a casas de familias humildes y sus bienes, y que ocasionaron la muerte de civiles inocentes”. Reconoció y pidió perdón a Argelia por el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes: “su ingreso a la organización privó a sus familias de los afectos del hogar, de su educación, de su trabajo en su parcela. Sabemos que en Argelia y en todo el territorio hay madres buscando a sus hijos y nos comprometemos a ayudar localizar y a ubicar restos para entregarlos a sus seres queridos”. Reconoció y pidió perdón por los secuestros. Y finalizó su intervención asegurando que seguirán aportando verdades que se desconocen en el territorio, y pidiéndoles a las víctimas que trabajen juntos en identificar “las acciones reparadoras que ayuden a la reconstrucción del tejido social y que permiten una paz real en estos territorios”.
Este acto contó con de la participación de los comisionados Alejando Valencia y Lucía González, quienes agradecieron a las víctimas su testimonio y su coraje para pedir verdad a los grupos armados y seguir buscando la paz; y a los excombatientes de FARC por el significado que tiene dar la cara a las víctimas, reconocer el mal causado y pedir perdón. Este es el primer reconocimiento territorial que realiza la Comisión de la Verdad en el país.