Acepto que parto de una base de caracterización que es incómoda y que no es el tono con el que habitualmente intentamos comunicar desde Pressenza. Pero es casi una obviedad tener que recordar que el enemigo también juega y lo hace con recursos casi infinitos, con la supremacía de dictar el encuadre cultural y social y con la poderosa hegemonía mediática/comunicacional. Entonces, creernos que nosotros nos equivocamos en el hacer, solo es aceptable si partimos de la base errónea de que podemos equiparar esos poderes.
Esto debe ser tenido en cuenta en cuanto a cómo pensamos el sentido común, la sensibilidad epocal, cómo reconocemos las modas, tendencias y ritmos. Son tantas capas de análisis, que cuando hacemos nuestro corte para contar o estudiar lo que sea, podemos ir descubriendo más y más, casi de manera interminable.
De ninguna manera los voy a llevar a ponernos a abrir la cebolla, porque como todos sabemos, vamos a terminar llorando. Pero sí quisiera destacar algunos puntos que justifican pensamientos sombríos en muchos analistas y que pueden ser útiles, si los contemplamos a la hora de planificar y desarrollar nuestros proyectos. Sabiendo que siempre somos los activistas y militantes de base los que ponemos el cuerpo y arriesgamos nuestra libertad, nuestra salud y nuestra supervivencia.
Discurso de odio
El discurso de odio es Rey, de manera tan explícita que solo podemos pensar en el feudalismo, como otra época con este nivel de oscurantismo. Pero claro, si nos vamos a la Edad Media, nos perdemos a la Santa Inquisición y la orgía crematoria protestante, contemporáneas del Renacimiento y alumbradoras de la Ilustración y el Romanticismo. Me voy por las ramas, pero me parecía importante recordar que fenómenos antagónicos se dan en simultaneidad.
El odio que engendró las mayores atrocidades imaginables durante el Siglo XX, se ha recauchutado y moviliza a millones en este Siglo XXI. Lo vemos muy claro en las teorías conspirativas tan en boga, los racismos y xenofobia en auge, además del nivel de crispación, intolerancia y polarización extremo.
La descomposición de este sistema-mundo está amplificando el caos. Cuanto más se intente contener ese caos, más se acelera la disgregación, Ilya Prigogine explica este fenómeno de manera remarcable, así que no pretenderé hacerlo. Pero a lo que intuitivamente nos parece incontrolable, la ciencia nos lo certifica.
Esa caída de las instituciones, Estados, sistemas económicos, ideologías, mitos y creencias, los están reemplazando quienes detentan todavía esos poderes que describía al principio y que fueron los principales forjadores de esta caída por su voracidad, rapiña e hijaputez.
Al mismo tiempo se escribe otra historia, se nutren otras ideas, se edifican otros mitos y se emplazan nuevas instituciones, sistemas económicos, etcétera. Las fuerzas de unos y otros no conviene compararlas, porque los parámetros de medición responden a los voraces. Por eso no extraña que el Reloj del Fin del Mundo esté más cerca de la medianoche que lo que ha estado nunca antes. Muchas cosas lo explican.
Apocalipsis
El estado de guerra interna que se alimenta en los Estados Unidos, hace muy difícil una resolución fructífera de este caos. Un presidente saliente que considera que le robaron la elección y un presidente entrante que solo pudo ganar basado en el odio y pánico que genera Donald Trump en buena parte de la población estadounidense (y más allá). Además de una globalización que terminó beneficiando solo a las élites y generando una pobreza estructural desconocida en la principal potencia planetaria, que ha llevado a su gente a batir todos los récords de drogodependencia en los últimos años. Caos y fuga.
Trump no pudo cambiar la orientación de la OTAN, principal torre de poder imperial, que para muchos analistas responde más a los intereses de Londres/Wall Street que a los de Washington. Ahora que el Reino Unido se retira de la Unión Europea vía Brexit, la dirección de la OTAN se vuelve incompatible con los planes europeos. Además de haberle costado las vergüenzas cívicas por las atrocidades cometidas en nombre de la libertad y los derechos humanos.
Pero no solo la OTAN cruje. El equilibrio militar en Europa se basaba en la tensión franco-británica, que además regulaba las ambiciones siempre imperiales de los teutones. Alemania, principal motor económico de la Unión y quien regulaba las políticas a nivel continental, difícilmente acepte subordinarse al poder atómico de Francia, un país mucho más volcánico e imprevisible. ¿Seguirá Europa enfrentada a Rusia y China si dejan de contar con el apoyo de Estados Unidos y Gran Bretaña? ¿Mantendrán una relación más soberana y que privilegie sus propios intereses?
La Asamblea de Naciones Unidas aprobó por primera vez, este 16 de diciembre, el proyecto de resolución I, “Lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a alimentar formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”, por votación registrada de 130 a favor y 2 en contra (Ucrania y Estados Unidos), con 51 abstenciones. Solo cinco países europeos: Rusia, Serbia, Bielorrusia, Moldavia y Bosnia votaron a favor. Este llamamiento global busca promover la adopción de medidas concretas para terminar con estas lacras.
https://www.un.org/press/en/2020/ga12304.doc.htm
En esto sí parecen de acuerdo la mayoría de las potencias de las que hablábamos, Estados Unidos, Japón o Alemania, además de casi toda la Commonwealth, prefieren seguir conviviendo y sirviéndose del nazismo social. En la misma votación sí se aprobaron ayudas para los refugiados, resolución contra las violencias contra las mujeres y en protección de los niños y niñas, entre otras que acercaban el cumplimiento de los derechos humanos en el planeta. Claramente, la Asamblea volvió a defender el derecho Palestino a su autodeterminación con 168 votos a favor y 5 en contra (Estados Federados de Micronesia, Israel, Islas Marshall, Nauru, Estados Unidos) y 10 abstenciones.
El documental
En razón de esta glorificación del nazismo que avalan en mayor o menor medida 53 países de la Tierra, creo que es muy recomendable matizar con el documental “Sanando el odio: la batalla por el alma de una nación”, realizado por Peter Hutchison y que muestra los testimonios de neonazis que aprendieron a dejar de odiar y que cuentan sus recorridos por los infiernos del sinsentido y la autonegación.
Un documental de primerísima actualidad en estos tiempos donde tantos dirigentes políticos se abalanzan a fomentar y sumar a grupos neonazis entre sus filas.
La disgregación va dejando cada vez más gente desamparada y sin referencias ideológicas y de sentido a sus vidas. La aparición de tantas vías “espirituales” de fuga, también complementan la batería química que ofrece y propaga el propio establishment.
El caos se debe acometer como una oportunidad nueva de construir bases de ese mundo heterogéneo y diverso que concebimos y se va consolidando en la configuración de nuevos paradigmas, recuperación de valores humanistas históricos y el alumbramiento de mitologías de nuevo cuño. Salir del hedonismo individualista para entrar en la complementariedad colectivista.