El día de los DDHH para nosotras es también el día de los Derechos de la Tierra y de los pueblos, porque nos identificamos en lo comunitario y colectivo como forma de vida.
Todas somos interdependientes, como interdependiente somos con la naturaleza, a la vez que personas diversas y autónomas.
No apostamos por una perspectiva individualista, reduccionista, que no comprende las totalidades y oculta la importancia de los vínculos y las relaciones para las personas y la naturaleza. Tampoco reducimos la importancia de la persona y sus derechos civiles.
Nos rebelamos ante la situación en la que los derechos sean privilegios de una parte (del mundo) a costa de la explotación y muerte de otras personas y pueblos.
Esta forma de relación violenta del sistema actual, en especial el económico, y todo lo que está estructurado sobre él, es lo que hoy subyace más que nunca en las crisis. En este año, tan difícil debido a la situación de pandemia COVID19, urge aún más reclamar los derechos de las personas y de los pueblos, sin excepción, y que estos derechos no sean palabras huecas sin contenido.
La enfermedad y la muerte tienen mayor impacto según sean las condiciones de cada país y según la clase social. En una ciudad como Madrid la esperanza de vida tiene una diferencia entre barrios pobres y ricos de entre 7/10 años.
La situación de las personas migrantes y refugiadas es una muestra clara de la violación de derechos, de las desigualdades, de la discriminación y de la violencia de las que, queramos o no, somos cómplices. Se estima que 250 millones de personas viven en el mundo fuera de sus países de
origen.
Para las mujeres, es especialmente amenazante esta situación en su lugar de origen y en el nuevo país de llegada. El ecofeminismo nos muestra la conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural, la pérdida de la biodiversidad y la subordinación y la opresión de las mujeres.
El modelo de vida ecocida, basado en los combustibles fósiles, capitalista, fomentador de la agricultura y ganadería intensivas, patriarcal y colonial, pone en riesgo a las personas y al resto de seres vivos, por lo que se hace necesario disponer de alternativas para poder revertir esta guerra contra la vida. Salud y medio ambiente son las dos caras de la misma moneda.
Personas, colectivos y movimientos, seguimos generando realidades para hacer efectivos los derechos humanos, para acabar con la impunidad y con las violencias estructurales, directas y culturales.
Aprendemos de la cultura de los pueblos originarios y de su pensamiento de comunidad, que no han perdido su conexión con la naturaleza. La sabiduría más antigua y la más moderna se están uniendo y las personas más jóvenes, nos enseñan a ver que el mundo es una red diversa y múltiple, donde pueden convivir y complementarse infinitas miradas, sin oponerse la una a la otra, sino donde compartir puntos de vista y crecer. Lo que pide el momento es compartir para salir adelante.
Durante los meses de confinamiento esta Asamblea de DDHH, junto a otros 30 Colectivos, organizamos una serie de debates bajo el título de AMENAZAS Y OPORTUNIDADES ANTE LA CRISIS DE LA COVID19, con la idea de fortalecer el apoyo mutuo y la defensa y avance de los
derechos.
En este 72º Aniversario de la Declaración de los DDHH «y de la Tierra», seguiremos compartiendo saberes y luchas, en la calle y en línea (online) por todas aquellas personas que no pueden hacerlo.