PINTURA
Sobre cómo se ha abordado la pintura de principios honestos hay horas y horas de lecturas que conciernen a tratados, ensayos y otros modos de ver la teoría del Arte. Así, mientras que buscamos significantes en la pericia por el uso magistral de los colores, estos ejercen sobre nosotros cierta influencia psicoanalítica que pervive al raciocinio. Así ocurre en “Ventanas y azoteas”, la exposición individual que Norberto Gil (Sevilla, 1975), presenta en la galería sevillana Birimbao, en la que traza una narrativa que aborda la novedad de lo actual, recurriendo a códigos que se muestran cifrados y que apelan directamente al bagaje artístico que contiene.
El arte hoy, al carecer de un destinatario claro, alude a la tradición, y apela al imaginario midiéndose con ellos y narrando así, una nueva forma -cíclica- de reinventar otro tipo de cultura, una cultura alternativa. Es por esto que con un lenguaje oscilante que funciona como una figuración “abstraída” {o una abstracción “figurada”} – permítanme ambas expresiones, Norberto Gil aborda, de una forma muy personal un imaginario común tamizado con cierto aire pop.
No en vano, cuando Clement Greenberg acuñó la expresión Abstracción Pictórica (Painterly Abstraction) refiriéndose con ella no a un estilo, sino a un contenido teórico preciso, el de la madurez de la pintura moderna, determinaba un proceso individual análogo al que discierno, acontece ahora en este pintor sevillano, en el que además de esta realidad introspectiva, se dan de forma elemental, tres circunstancias a tener en cuenta: cambio de soporte – a papel-, uso sensitivo del color, y canto a la belleza.
Norberto Gil transmite con este modo de proceder su interés por la pureza de la pintura sobre qué es ella misma y sus cualidades. Se vale de un absoluto conocimiento del uso del color – liso y sólido en este caso- y de su propio proceso de creación, trabajando sobre la superficie de un modo uniforme y plano, creando imágenes en las que poco importa la pincelada, haciendo que toda la importancia recaiga en la composición, la síntesis, y la configuración de las imágenes que crea, o las que deja de crear para que sea quien lo visualiza, quien complete la obra.
En este proyecto se aligera el peso de lo estructural abriendo paso a lo emocional, lo que convierte a “Ventanas y azoteas” en una exposición emblemática, de transición. Una nueva etapa, o, mejor dicho, un hito de cambio y progreso, por tanto, un proyecto de autodefinición. Sinceridad pictórica. Perfección más allá de forma.
A pesar de esto, se disciernen en la exposición referencias directas a estilos históricos como el Color Field Painting (Nueva York, años cuarenta y cincuenta del siglo XX), o antes de eso, a la búsqueda de la “pintura verdadera”, un principio que pusiera en valor Henri Matisse (1869-1954), y que reforzó, entre otros, Richard Diebenkorn (1922-1993), fiel seguidor del primero, a quien su influencia supuso tal epifanía que llegó a calificarla como un renacimiento casi metafísico que le llevó a coquetear con la abstracción a pesar de que admiraba profundamente la modernidad existencial de Hopper.
Curiosamente, puede que no resulte baladí que su otro pintor de culto, fuese el pintor por antonomasia de las ventanas, una de las formas que más se repite, a modo de invocación, en esta muestra, dejando patente que, entre todos ellos parece existir inherente una huella que se perpetúa.
Y es que la representación de la ventana en la pintura ha estado presente y latente a lo largo de la historia, más allá de su función fáctica, como metáfora y como metaidea. León Battista Alberti dijo que un cuadro es una ventana abierta a través de la cual puedo mirar la historia, y Leonardo da Vinci que donde había perspectiva, el cuadro se transformaba, de alguna manera, en una ventana. Ambas ideas, en sintonía – más allá de la forma- encajan con el uso que hace Gil de este elemento arquitectónico en sus distintas representaciones en la exposición.
La realidad es que las obras que constituyen esta exposición permiten, con las representaciones de los elementos que le dan título, establecer un vínculo entre el intelecto y lo emocional a través de lo que se enseña, y por el contrario de lo que se intuye. Las formas representadas dejan ver algo que nunca hubo, y a su vez, ayuda a emerger lo que está oculto tras otra brillante capa superflua. Una delicia para los sentidos.
Esta exposición se inauguró el pasado 30 de octubre y permanecerá hasta el 1 de diciembre de 2020 en la Galería Birimbao: Calle Alcázares, 5, Sevilla.