Hablar de Etiopía es siempre volver sobre el hambre, el despojo, las guerras interminables y la pobreza. Es recordar el pasado esplendoroso de la dinastía salomónica, que ahora vuelve a la actualidad en forma de conflicto interno en el país.
Hace más de una semana que en la región del Tigray se padece una ofensiva militar del ejército regular etíope en represalia a los ataques sufridos de parte del Frente de Liberación del Tigray (TPLF). Además del ataque militar que busca recuperar el control del territorio, se están llevando operaciones de detención de activistas políticos ligados al Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), que formaba parte de la coalición gobernante.
En 2019 se rompió esa alianza, cuando el primer ministro decidió avanzar con fuerza en el esclarecimiento de abusos contra los derechos humanos y el proceso de reconciliación entre grupos armados. Los integrantes del EPRDF se sintieron perseguidos por estas medidas y el presidente creó el Partido de la Prosperidad para no depender del brazo político de las guerrillas de Tigray.
Tigray celebró elecciones en septiembre, pese a la orden de posponerlas por la dura situación que atravesaba el país por la Covid-19, que se sumaba a las inundaciones y plaga de langostas sufridas este año. Ese mismo mes se hizo un llamado urgente a la solidaridad internacional para responder a las necesidades de más de 15 millones de personas.
El gobierno etíope que encabeza Abiy Ahmed Ali había mostrado una serie de decisiones que marcaban una nueva forma de gobernar para el país del África Oriental, otorgando un rol destacado a las mujeres en el gobierno y apostando por concretar la paz con la vecina Eritrea. Estas acciones llevaron a que recibiera en 2019 el Premio Nobel de la Paz.
La situación se complejiza, aunque el gobierno asegura que han retomado el control de Tigray, continúa la persecución de los “criminales”. La reacción musculosa del primer ministro, requirió incluso el reemplazo del jefe del Ejército, el general Adem Mohammed, cuatro días después de iniciada la ofensiva militar, por el también general Nerhanu Jula. Si bien no trascendieron las razones de este enroque, las expulsiones del jefe de Inteligencia y del ministro de Exteriores dan a entender una fuerte crisis interna.
El presidente de la Comisión de la Unión Africana, el chadiano Moussa Faki Mahamat, pidió “el cese inmediato de las hostilidades y el respeto de los derechos humanos”, recomendando “la búsqueda de una solución pacífica” y ofreciendo los servicios de la Unión Africana. El gobierno destacó la soberanía del país para decidir cómo resolver sus conflictos internos.
Desde Sudán informaron que en la frontera con la región de Tigray han comenzado a llegar los primeros desplazados por las acciones bélicas y destacaron la llegada de 30 militares federales que desertaron.