Tras varios días de incertidumbre, EE.UU. ya tiene presidente electo luego de una estrecha victoria del candidato demócrata, Joe Biden, sobre el actual mandatario, Donald Trump. En lo inmediato, las razones del resultado se explican esencialmente por dos factores: uno, la masiva votación, y particularmente la que se hizo llegar por correo, de amplia mayoría demócrata; y dos, los estragos ocasionados por covid 19 y su subestimación por parte de la administración de Trump. Para conocer en detalle los motivos de la derrota de Trump habrá que desmenuzar la votación final para conocer el comportamiento de los distintos sectores de la sociedad norteamericana –mujeres, jóvenes, urbanos, educacionales, económicos, laborales y raciales-.
El resultado no fue apabullante, como muchos esperaban, sino que todo lo contrario, ajustado, tan ajustado que hasta el momento de escribir estas líneas, Trump no reconoce los resultados y ya está planteando recurrir a las instancias legales correspondientes. Mientras Joe Biden es declarado presidente electo, Trump sale a jugar al golf, en una más de sus tantas excentricidades a las que nos tiene acostumbrados y que han jalonado sus cuatro años de gobierno. Como quien sale a jugar a las bolitas con el respaldo de 70 millones de norteamericanos que votaron por él gracias a sus políticas, acciones, actitudes, decisiones y/o expresiones sin pelos en la lengua. Queda la duda de quién, Trump o Biden, representa la América Profunda, o lo que llaman el “American way of life”. Lo más probable que ambos! Y es justamente ese el nudo gordiano que afecta no solo a Estados Unidos, sino que a muchos países del orbe.
Los desafíos que Biden se planteó en su primera alocución después de su triunfo, son tres: unir a un país agrietado en todos los planos; enfrentar y detener el cambio climático; y combatir la pandemia del corona virus. Como puede verse, sus desafíos son los contrarios a los de Trump, quien a lo largo de sus 4 años de gobierno profundizó las grietas que afectan a USA y despreció olímpicamente tanto el cambio climático como la pandemia del corona virus. Trump, le dio la espalda al mundo científico acogiéndose a teorías conspirativas.
Lo que no es posible obviar es que casi la mitad de los norteamericanos votó por lo que representa Trump. Basta ver quiénes son sus aliados en el exterior para percatarse de ello. Aventuro dos razones de la votación alcanzada: 1) en lo político, Trump simboliza al outsider, quien desde fuera de la política, hace política a punta de un discurso que engancha muy bien con un sentir ciudadano que se halla muy extendido: “que se vayan todos”, “los señores políticos”, o el de “barrer con los políticos” que de tiempo en tiempo agarra vuelo; y 2) en lo económico, Trump expresa el populismo y nacionalismo económico, el proteccionismo en oposición a la globalización, la preferencia por las barreras arancelarias como modo de recuperar empleos perdidos por la apertura económica.
En síntesis, no hay que olvidar que la derrota de Trump se explica esencialmente por mirar sobre el hombro la pandemia del coronavirus, antes que por sus extravagancias, tuits o políticas económicas. Y que su alta votación simboliza un desprecio por la clase política convencional. En consecuencia hay todo un mensaje a quienes día a día hacen política: es hora de reivindicar la política en el buen sentido de la palabra, lo que implica hacer bien su trabajo si no quieren ser invadidos desde fuera de ella.
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