Por Marcelo Z Carota *
La izquierda reacciona, la derecha tradicional predomina, Bolsonaro es el gran perdedor
El resultado de las elecciones celebradas ayer (15/11) para elegir alcaldes y concejales en los municipios de los 26 estados de Brasil (en el Distrito Federal, no hay elecciones municipales) lo dejó claro: el gran perdedor fue el presidente ultraderechista del país, Jair Bolsonaro (sin partido).
Después de dos años de mandato, la población del país ya soporta lo que él –copiando a su ídolo Donald Trump–, adoptó como políticas de gobierno: discursos de odio; negación de la ciencia frente a la pandemia de Covid-19; producción a escala industrial de noticias falsas para mitigar su imagen y tratar de destruir la reputación de sus oponentes y cortinas de humo para sofocar los escándalos de corrupción que involucran a sus hijos, su esposa y sus aliados, todos ellos blindados por la omisión del poder judicial y los medios de comunicación del país; el control del Estado por pelotones de militares de la dictadura y fundamentalistas pentecostales, todos sin la menor preparación para la gestión de puestos vitales para la población como la Salud, la Educación, la Infraestructura.
Bolsonaro vive, piensa y actúa todo el tiempo como si el país no tuviera graves problemas económicos, de desigualdad social que devolvió millones al Mapa Mundial del Hambre, desempleo (13 millones de trabajadores fuera del mercado formal), dejando que su Ministro de Economía, Paulo Guedes, como un Chicago Boy, concluya el único proyecto de gobierno que funciona eficazmente: la destrucción total del Estado y de la soberanía del país, con especial apetito por Petrobras.
Parte de la rutina de este universo paralelo incluye movilizar a sus bases, que se reducen al público virtual que sigue sus perfiles en las redes sociales y a una corte que reúne regularmente a la entrada del Palacio da Alvorada y que divierte con burlas a sus adversarios, ataques a la prensa, abrazos, cargando niños en su regazo, todos sin máscara, empezando por él –para quien temer la contaminación y la muerte por la pandemia es «cosa de maricas». Ayer, sin embargo, la realidad visitó a Bolsonaro.
Orden unitaria: derecha, volver
Brasil tiene 212 millones de habitantes. La abrumadora mayoría no sólo está lejos de Brasilia, sino que no tiene acceso regular a Internet, viviendo todos los problemas y dificultades que existen en la realidad que Bolsonaro niega. De este total, 147,9 millones son electores habilitados, de los cuales este domingo, según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE), 113 millones fueron a las urnas.
Uno de los mayores líderes de la izquierda brasilera, el pernambucano Miguel Arraes (1916-2005), decía que «en la política, no existe vacío”. Después de dos años viviendo en su universo paralelo, hablando sólo con sus rebaños, Bolsonaro descubrió la verdad de las palabras de Arraes.
Rebautizada como «centro» por el mercado y los medios de comunicación del país, ya harto del trumpismo a la brasilera, y con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2022, la derecha tradicional fue la gran vencedora de las elecciones municipales, imponiendo la derrota más dolorosa a Bolsonaro ya que, al fin y al cabo, está compuesta por todos los partidos con los que selló alianzas para que aprobaran proyectos de su interés, a cambio de los cuales despilfarró montañas de dinero público en forma de enmiendas parlamentarias. Pero el dinero no es suficiente cuando el poder está involucrado, y los zorros de esos partidos, percibiendo el vacío, ocuparon casi todas las vacantes que el presidente aliado trata como gallineros.
De estos partidos de la derecha tradicional, el que plantó más banderas fue el Demócrata (DEM), cuyo liderazgo más destacado es el presidente de la Cámara Federal, Rodrigo Maia, que también mantuvo siempre una relación dudosa con el gobierno, a veces defendiendo a Bolsonaro, a veces atacando a sus ministros.
El DEM conquistó 398 alcaldías, tres de ellas en capitales de estados: Curitiba, Florianópolis y Salvador, y puede ganar una más –precisamente en la tierra de Rodrigo Maia–, Río de Janeiro, donde Eduardo Paes es franco favorito contra el actual alcalde, Marcelo Crivella (REPUBLICANOS), apoyado por Bolsonaro.
En otras capitales del país, ya electos o disputando la segunda vuelta, están los candidatos de los otros partidos tradicionales de la derecha: MDB, PSDB, PSB, PSD, CIDADANIA, PODEMOS, SOLIDARIEDADE, PSC, PP, PL, además del PDT, de centro-izquierda.
Maia celebró los logros de la derecha con una provocación: «Bolsonaro ha vuelto a su tamaño natural, de antes de la presidencia».
Al fin y al cabo, no deja de ser cierto que el presidente de ultraderecha no consiguió, hasta ahora, la elección de ninguno de los candidatos que apoyó, ni siquiera de la candidata a concejal Wal do Açaí, en Angra dos Reis (RJ), su funcionaria fantasma cuando era diputado federal. Además, su hijo Carlos Bolsonaro (REPUBLICANOS) fue elegido para el quinto mandato como concejal, pero perdió el estatus de más votado, quedando detrás de Tarcísio Motta, del archirrival PSOL y es precisamente este tipo de derrotas lo que más irritó a Bolsonaro.
La izquierda reacciona
Demonizar a la izquierda, especialmente al PT, aaprovechando la ya probada farsa de la Operación Lava Jato, fue una de las plataformas más explotadas por Bolsonaro en su campaña presidencial y la que le reportó más votos. No por casualidad invitó para asumir el Ministerio de Justicia nada menos que al actor principal de la Lava Jato, el juez Sérgio Moro, que sin ninguna prueba, a fuerza de titulares y notas de prensa, garantizó la prisión de Lula abriendo camino a la elección del Bolsonaro. Hace tiempo alejados, Moro ya comienza a ser presentado por los mismos medios como un potencial oponente de su antiguo jefe, en 2022.
Pero la izquierda brasileña, aunque infelizmente dividida todavía, reaccionó.
El PT ganó 189 alcaldes. Competirá en segunda vuelta con dos candidaturas en Vitória y Recife, donde la candidata Marília Arraes es la nieta del mencionado Miguel Arraes. Ella pelea la elección teniendo por adversario a su primo, João Campos (PSB), después de eliminado el candidato de Bolsonaro. El partido disputa además la alcaldía en 15 de las 100 ciudades más grandes del país. No está mal para quienes, en 2016, eligieron apenas un alcalde en una de esas ciudades. También logró 2.584 concejales. En el ayuntamiento de São Paulo comparte con el PSDB el estatus del partido con la mayor bancada, cada uno con 8 concejales elegidos, y el del PT es el concejal más votado del país, Eduardo Suplicy, reelegido con 167.427 votos.
En Porto Alegre, la capital del estado de Rio Grande do Sul, en el extremo sur del país, donde Bolsonaro tuvo muchos votos para la presidencia, la comunista Manuela d’Ávila (PCdoB) competirá en una segunda vuelta contra el candidato de la derecha Sebastião Melo (MDB).
Sin embargo, el logro más significativo de la izquierda fue el del Partido Socialista y Libertario (PSOL), creado en 2004 por disidentes del PT.
En uno de los bastiones más conservadores del país, São Paulo, con tradición de votar a la derecha –predominantemente el PSDB–, que fue decisivo para la victoria de la ultraderecha personificada en Bolsonaro, el PSOL, con una placa de pura sangre encabezada por Guilherme Boulos –líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo–, y llevando como vice a la veterana diputada federal Luiza Erundina –una de las fundadoras del PT, partido por el que fue elegida alcaldesa de São Paulo en 1988–, llegó a la segunda vuelta con un amplio respiro sobre sus adversarios, entre ellos el candidato apoyado por Bolsonaro, Celso Russomano (Republicanos), que terminó en el 4º lugar.
Boulos y Erundina competirán en pie de igualdad con el actual alcalde, Bruno Covas (PSDB), y ya cuentan con el apoyo declarado de Jilmar Tatto, del PT –que disputó la elección y terminó en 6º lugar–; del ex alcalde de la ciudad y también petista Fernando Haddad, y del ex presidente Lula.
En la cámara municipal de la mayor capital del país, el PSOL se quedó don tercer bancada al pasara de 2 concejales en 2016, a 6 en la elección de este domingo.
Además de São Paulo, el PSOL también disputa la segunda vuelta en Belém, capital de Pará, donde su candidato Edmilson Rodrigues obtuvo el 11% de ventaja sobre el candidato de la derecha, el comisario federal Eguchi (PATRIOTA).
Bolsonaro ya venía dividiendo su tiempo entre su agenda de insultos a los oponentes, como animador de freak show en las redes y para su corte en Brasilia, y una precampaña para 2022. Ahora queda claro que su modus operandi no sólo no creó el bolsonarismo sino que, sin Trump, sin influencia y sin apoyo popular, está aislado.
Para tratar de cambiar esta situación primero tendrá que abandonar su universo paralelo –para lo que ya puede ser ya demasiado tarde–, y luego gobernar realmente… pero en dos años de mandato, ya demostró que ese no es su punto fuerte.
Puede ser el principio del fin de la ultraderecha en Brasil, pero –por lo que hemos visto ahora–, el retorno de la derecha tradicional, neoliberal, contra la cual le corresponderá a la izquierda imitar a su adversario, o sea: unirse.
* Marcelo Carota é jornalista e escritor.
Blog: https//www.ladoz.medium.com
Partidos mencionados, en orden alfabético (nota del editor)
CIDADANIA: Ciudadanía
DEM: Demócratas
MDB: Movimiento Democrático Brasilero
REPUBLICANOS
PATRIOTA
PSOL: Partido Socialismo y Libertad
PODEMOS: antes Partido Trabalhista (Laborista) Nacional
PP: Partido Progresistas
PSB: Partido Socialista Brasilero
PSC: Partido Social Cristiano
PSD: Partido Social Demcrático
PSDB: Partido de la Social Democracia Brasilera
PT: Partido de los Trabajadores
SOLIDARIEDADE: Solidaridad
PL: Partido Liberal
PDT: Partido Democrático Trabalhista (Laboralista)