Preocupaciones comunes e interés en asegurar el control humano deben propiciar regulación
(Washington, DC) – La adopción de un tratado que prohíba las armas enteramente autónomas, llamadas también “robots asesinos”, es una medida fundamental y factible, señaló Human Rights Watch en un informe que se presentó hoy.
El informe de 25 páginas, titulado “Nuevas armas, precedentes demostrados: Elementos y modelos para un Tratado sobre los Robots Asesinos” [New Weapons, Proven Precedent: Elements of and Models for a Treaty on Killer Robots], expone los principales elementos que deberá contener un futuro tratado para mantener un control humano significativo sobre el uso de la fuerza y prohibir los sistemas de armas que funcionan sin ese control. Este tratado deberá establecer tanto obligaciones positivas como prohibiciones así como explicar detalladamente en qué consiste un “control humano significativo”.
“El derecho internacional se creó para las personas, no para las máquinas, y se le debe fortalecer a efectos de asegurar que se mantenga un control humano significativo sobre el uso de la fuerza”, aseguró Bonnie Docherty, investigadora sénior sobre armas de Human Rights Watch, la cual coordina la Campaña contra los Robots Asesinos. “La adopción de un nuevo tratado internacional es la única manera eficaz de impedir que se deleguen a máquinas decisiones de vida o muerte.”
El informe se publicó en forma conjunta con la Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard, en la cual Docherty se desempeña como directora asociada sobre conflictos armados y protección de civiles.
Aunque muchos países han expresado apoyo hacia un nuevo tratado internacional sobre las armas enteramente autónomas, hay cierta aprensión sobre cómo manejar la naturaleza cambiante e innovadora de estas armas al igual que preocupación de que esto complique las negociaciones.
El informe procura disipar estas inquietudes identificando precedentes legales y de políticas sobre cada uno de los elementos que se proponen para el tratado.
“Si bien los robots asesinos plantean desafíos muy específicos, eso no implica que, para crear un nuevo tratado, haya que empezar desde cero”, señaló Docherty. “El derecho internacional vigente y los principios de la inteligencia artificial presentan amplios precedentes que demuestran que es posible desarrollar un nuevo tratado sobre los robots asesinos desde el punto de vista jurídico, político y práctico”.
Desde 2013 casi 100 países han manifestado en forma pública sus opiniones sobre los robots asesinos, principalmente en conversaciones en el marco de la Convención sobre las Armas Convencionales (CAC), uno de los principales tratados en materia de desarme. En la última reunión sobre la CAC, que tuvo lugar en septiembre de 2020, se analizó por qué el control y las decisiones humanas son cruciales para que sistemas de armas resulten aceptables y lícitos. Durante la reunión, varios países, individualmente y de manera grupal, expresaron un fuerte interés en negociar un nuevo tratado internacional. Treinta países han instado en forma explícita a que se prohíban las armas enteramente autónomas.
Unos pocos países que tienen un sistema militar avanzado —en particular, Francia, India, Israel, Países Bajos y Estados Unidos— han calificado de “prematuras” las iniciativas a favor de un nuevo tratado. Estas naciones están invirtiendo ampliamente en el uso militar de la inteligencia artificial y están desarrollando sistemas de armas autónomas a nivel aéreo, terrestre y marítimo.
Las decisiones en la reunión de la CAC se adoptan por consenso, y esto permite que unos pocos países, o incluso uno solo, puedan bloquear un acuerdo solicitado por la mayoría. No obstante, un nuevo tratado no necesita ser negociado en el marco de la CAC.
Más de 60 gobiernos participarán en la próxima reunión de la CAC en las Naciones Unidas en Ginebra a celebrarse del 2 al 5 de noviembre. Este es el décimo encuentro sobre sistemas de armas letales autónomas que se realiza desde 2014.
La Campaña de Prohibición de Robots Asesinos es una coalición integrada por más de 160 organizaciones no gubernamentales en 65 países que trabaja para que se prohíban de forma preventiva las armas enteramente autónomas y se conserve un control humano significativo sobre el uso de la fuerza.
“No hay tiempo que perder cuando se trata de impedir el desarrollo de armas enteramente autónomas”, explicó Docherty. “Es fundamental que los gobiernos pongan en marcha negociaciones y adopten rápidamente un nuevo tratado internacional de prohibición para poder mantener un control humano significativo sobre el uso de la fuerza”.