Por Patricio Quintana*
En el año 1992, Los Humanistas quisieron hacer un efecto demostración de Democracia Real. Para ello, junto al alcalde humanista de la época, Cristian Reitze, realizaron en dos unidades vecinales de la comuna de Ñuñoa una experiencia de plebiscito en la que los vecinos votaron para decidir el presupuesto comunal. Lo novedoso era que por primera vez se utilizaba tecnología de punta de la época, donde en una cabina secreta, las personas indicaban sus preferencias presupuestarias a través de una pantalla con tecnología touch.
Lamentablemente un plebiscito comunal no es vinculante con la toma de decisiones del municipio, pero a pesar de ello se realizó. ¿Por qué?, porque la idea era sentar un precedente, demostrar en forma práctica la posibilidad cierta de que, gracias a la tecnología, la gente puede decidir fácilmente de forma directa, sin pedir que sus “representantes” lo hagan por ella.
Por supuesto, este efecto demostración quedo en el olvido, o mejor dicho, luego los políticos de turno lo enterraron, sumergiéndolo y tapándolo bajo el manto del tiempo. En todo caso y posteriormente, algunos acaldes de derecha mal usaron el concepto de democracia directa, con otros nombres para justificar decisiones presupuestarias.
Cuando actualmente la corrupción de la mayoría de la clase dirigente campea en todos los poderes y niveles del estado, cuando los partidos políticos han quedado como cascaras vacías controlados por grupos de elites, cuyo único objetivo es apoderarse de ese mismo estado, como un botín para lucrar de él, se hace urgente e imperioso echar mano a la tecnología, y colocarla al servicio de la democracia para así devolverle el poder político a la ciudadanía, a través de una real participación de las personas en la toma de decisiones. ¿Por qué hoy, en pleno siglo XXI, no se habría, para estos efectos, usar dicha tecnología? Observamos, por ejemplo, como los bancos no escatiman esfuerzos y recursos, dando todo tipo de facilidades tecnológicas para interactuar con sus clientes; Cajeros automáticos, tarjetas, transferencias electrónicas, etc. También, vemos todo tipo de avances de control de las conductas de las poblaciones ocupando el avance tecnológico, de igual forma y bienvenido sea, en el campo de la medicina, en fin, la lista es larga…. es el mundo de hoy.
En síntesis, nos debería quedar claro que las herramientas de tecnificación electrónica actuales, hacen posible generar una democracia directa en todos los niveles. Sin embargo, esto no es un tema para la clase política prefiriendo, al igual que el año 1992, el silencio. Y como se dice, “el silencio otorga”.
No se necesita profundizar mucho para advertir que los partidos políticos dejaron de ser herramientas colectivas con ideas para llevar a cabo transformaciones necesarias en favor del pueblo, quizá nunca lo fueron, pero hoy como nunca nos queda de manifiesto con mayor nitidez. En nuestro país durante el estadillo social ello quedo demostrado, cuando en plena revuelta, y para no perder el control del poder, prácticamente toda la clase política firmó el acuerdo por la paz y una nueva constitución, nombre llamativo y rimbombante, no obstante, nombre que esconde una vez más la traición al pueblo que los eligió. Así, fijaron los espurios mecanismos que les permiten a ellos mismos redactar la nueva constitución a través de una convención constitucional, mas no una asamblea constituyente y soberana.
Se dice que una constitución es como la madre de todas las leyes de un país, siendo un rayado de cancha en donde se desenvolverán las reglas del juego, algo así como el encuadre que enmarca las actividades y conductas tanto del estado como de las personas. Si esta constitución quisiera reflejar una sociedad realmente democrática, debería desconcentrar el poder en dirección de una “Democracia Real”*1, es decir, dar la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa, cuestiones que como ya se ha dicho anteriormente, son absolutamente posible, merced a la actual tecnología. También promover leyes de responsabilidad política de manera que aquel que no cumpla con lo prometido, sea enjuiciado políticamente, pudiendo ser desaforado o destituido. Además, dar las mayores garantías a las minorías que, acosadas como están por la xenofobia y la discriminación, se debiese considerar mayores medidas que favorezcan a su inserción y desarrollo. Sin duda, esto cuenta también para el caso de las regiones y comunas, respecto de la discriminación de un estado centralizado.
Hoy, el estallido social y la pandemia del covid-19 ha desnudado aún más la crisis que vive nuestro país; una crisis global que marca un fin de ciclo de nuestra civilización siendo una crisis política, social, económica y cultural que está afectando en todos los campos del quehacer humano. Y, en cuanto a la llamada democracia, como hemos dicho, el sistema de representación política, ya no da cuenta de la reciprocidad que debe existir entre la delegación de poder que hace la sociedad hacia sus representantes y lo que estos últimos devuelven, o sea, la democracia representativa vive una profunda crisis, por tanto, ya no se trata de cambiar a unos representantes por otros, pues todos ellos son parte del problema.
A estas alturas, no parece que solo algunas reformas sirvan, como alguien dijo; Este no es un momento de reformas, sino un momento revolucionario. Entonces se trata de cambiar dicho sistema de representación ampliándolo a una democracia directa y real. Esto es posible reflejarlo en una nueva constitución, pero si esta no tiene una raíz democrática de verdad en sus mecanismos de gestación no parece coherente. Requerimos una asamblea constituyente real y soberana, no amañada por la cocina política que representa la convención a la que nos arrastraron como la gran opción, que votaremos en un plebiscito. En dicha convención, los partidos políticos colocarán a sus representantes elegidos por ellos mismos, para que los electores, tal cual como una elección típica y normal, voten por alguno de ellos. Como ven, este formato obedece al concepto de una democracia representativa, justamente la que está en crisis y, por tanto, no es parte de la solución.
Una asamblea constituyente soberana*2, que refleje la voluntad de la gente, es la suma, no de representantes, sino de personas mandatadas por sus respectivas asambleas, ya sean comunales o regionales. Estamos diciendo que desde los cabildos o asambleas barriales se elijen, insisto, no a representantes, sino a personas mandatadas por ese cabildo, y que por tanto llevan los acuerdos tomados hacia la asamblea, por ejemplo, comunal, regional, o nacional. Los mandatados en cada nivel van llevando y discutiendo lo que sus asambleístas les mandataron, no su opinión personal. Es decir, se está hablando de una forma bien distinta, se está hablando de una forma que se corresponde con una democracia real, mientras que, con una convención, seguimos en el formato de la democracia representativa, o meramente formal.
En esta coyuntura histórica, reivindicar la necesidad de una real asamblea constituyente, es menester hacerlo a través de una metodología no-violenta, como forma de lucha coherente, por una democracia también real y directa, de forma que el poder por fin, radique en el pueblo.
Una propuesta en esta dirección, por lo demás muy irreverente y profundamente simbólica, es la que lleva a cabo la agrupación por la tercera papeleta “la luca”. La idea consiste en colocar un billete de mil pesos marcado con la leyenda “Asamblea constituyente” en el interior del segundo voto, aquel que presenta las opciones de los dos mecanismos (convención mixta, o convención constitucional). Este billete, no puede ser botado, menos robado, ya que tendrían que ponerse de acuerdo vocales y apoderados de mesas. Lo que sucedería es que tendría que ser contado, consignado en acta y llevado al Servel junto con los votos y materiales. Por otra parte, la sorpresa que se llevarían las personas que miren el proceso de recuento, sobre todo la prensa, siempre dispuesta en estos casos a buscar detalles sabrosos que publicitar, haría que el hecho se amplificara convirtiéndolo en un golpe noticioso, y esos mismos medios de prensa tratarían de indagar a cuanto llegó la suma total de dinero encontrado. Bastaría quitarle a la cifra los tres ceros, y sabremos cuantas personas pusieron su billete y están pidiendo “Asamblea Constituyente”.
A modo de ejemplo, si un millón de personas realizara este acto, el Servel se encontraría con mil millones de pesos, …..notición.
Como se ve, este acto de desobediencia civil da coherencia al realizarlo, porque no obliga a votar solo por el mal menor, también puede ser muy eficaz, ya que es muy vistoso por tanto, noticioso, también es simbólico, pues en estos tiempos donde el dinero se ha convertido en el valor central, que las personas coloquen el suyo, no es poca cosa.
En el caso que esta acción no de los frutos deseados, la agrupación no cejará en promover, en todas las elecciones que nos esperan en corto tiempo, el acto de colocar un billete de mil en el voto, repitiéndolo así las veces que sea necesario hasta lograr el objetivo de tener una nueva constitución a través de una “Asamblea Constituyente”, … Eso que millones de gente en las calles pidió.
*1.- La Democracia Real está explicada en el documento humanista, el cual fue extraído de la carta N°6, del libro cartas a mis amigos, escrito por Mario Rodríguez Cobo, más conocido como Silo, fundador del Movimiento Humanista.
*2.- El Historiador Gabriel Salazar en su libro “movimientos sociales” explica algunos mecanismos de Asambleas practicados en otros momentos históricos de Chile.
*un humanista