El Gobierno de Sudáfrica reitera que apoyará la causa palestina hasta el final de la ocupación israelí y el establecimiento de un Estado palestino independiente.
Durante una conversación telefónica con su homólogo palestino, Riad al-Maliki, la ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, Naledi Pandor, expresó el viernes la firmeza de la posición de su país sobre el tema palestino, y que el mismo continuará brindando todas las formas de apoyo y reconocimiento a esta justa causa.
Este apoyo continuará “hasta el final de la ocupación y el establecimiento del Estado palestino con su capital, Al-Quds (Jerusalén)”, recalcó.
La jefa de la Diplomacia sudafricana dejó claro que “cualquier iniciativa que desvirtúe el papel palestino y el reconocimiento de los derechos palestinos y la participación palestina no tendrá éxito”, mientras que destacó que Sudáfrica no apoyará ninguna iniciativa que no abarque el Estado de Palestina o lo rechace.
Por su parte, Al-Maliki condenó el acuerdo de la normalización entre los gobernantes de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y el régimen israelí. “El hecho de que ciertos países árabes se sometan a los dictados de la Administración (del presidente estadounidense) Donald Trump, significa que han aceptado convertirse en una herramienta para servir (al primer ministro israelí) Benjamín Netanyahu”, subrayó.
El canciller palestino denunció que “la sumisión de estos países es una traición a la posición árabe” ya que su medida es “la desviación de sus obligaciones con respecto a la Iniciativa de Paz Árabe y de abstenerse de la normalización con el estado de ocupación hasta su retirada de las tierras ocupadas”.
Asimismo, Al-Maliki reprochó las sanciones estadounidenses impuestas al pueblo y al liderazgo palestino aseverando que todos estos actos “tienen como objetivo someter a los palestinos a aceptar el plan de anexión como parte de la implementación del plan del acuerdo del siglo”.
El martes, Baréin y los EAU firmaron los acuerdos de normalización de las relaciones con el régimen israelí en la Casa Blanca, bajo los auspicios del presidente de Estados Unidos, ignorando la ira generalizada en los círculos populares árabes e islámicos.
Con estos acuerdos, Abu Dabi y Manama se unieron a Egipto y Jordania, que habían establecido los nexos con Israel en 1979 y 1994, respectivamente.