Atentados culturales
La cultura no es la misma para todo el género humano; ni siquiera para quienes viven dentro de una misma nación. Sigue el mismo derrotero de seres humanos que, perteneciendo a una misma especie, son por entero diferentes unos a otros. Porque, como lo hemos señalado en muchos de nuestros trabajos, la naturaleza no repite sus obras. Somos seres originales; únicos e irrepetibles. Por eso, la defensa de ciertos valores culturales nos reserva, muchas veces, extrañas sorpresas. Como muchos otros aspectos de la vida. Es la reflexión que se nos viene a la mente a propósito de la destrucción del bellísimo mosaico, diseñado y construido por el colectivo artístico ‘Musa Mosaicos’, en homenaje al escritor, actor y multifacético artista, fallecido hace ya algunos años (2015), Pedro Lemebel.
Dos sujetos que, de acuerdo a las informaciones de prensa, estarían identificados, acompañados de otras personas que protegían su ruin proceder, en una exhibición de bestial irracionalidad, rompieron el miércoles 16, en la tarde y a plena luz del día, a martillazos, los ojos y el mentón del rostro del artista homenajeado(i). No nos pregunten acerca de la vigilancia policial. Lo hicieron a plena luz del día, con la tranquilidad y certeza de quienes saben que nada les sucederá por la realización de tan abyecto cometido pues cuentan con la protección de un sistema.
El día anterior, en la noche del 15 al 16 de septiembre, en pleno toque de queda, el mural dedicado al Negro ‘Matapacos’, otro mosaico colocado en los muros externos del Centro Cultural Gabriela Mistral GAM, muy cercano al lugar en donde se había levantado el de Pedro Lemebel, también fue destruido en idéntica forma: a martillazos.
Otros hechos
Los ataques al arte popular no son nuevos. En los últimos meses, la ‘cruzada’ parece haber comenzado en febrero de este año, cuando un grupo de sujetos, a rostro descubierto y a tempranas horas de la mañana, borró los murales pintados sobre el Centro Arte Alameda y del GAM. Había allí obras que rendían homenaje a Gustavo Gatica, a Fabiola Campillai, a Nicole Saavedra, al Negro ‘Matapacos’, de bello contenido artístico que, incluso, hizo cavilar al diario La Tercera acerca de quién pudo cometer semejante tropelía.
“Durante la mañana del miércoles, los transeúntes del centro de Santiago se encontraron con un cambiado panorama en la llamada «zona cero» de las manifestaciones sociales: la mayor parte de afiches, murales, fotos y grafitis pintados en los muros de las calles de la Alameda, al llegar a Plaza Baquedano, estaban pintadas de gris y de rojo”(ii).
La declaración del GAM fue desoladora, en aquella oportunidad:
“No recibimos notificación de ninguna autoridad ni organización para ello y desconocemos la procedencia de dicho acto. Como Centro Cultural creemos en la integridad del arte en todas sus formas de manifestación y condenamos este hecho […]”
Creemos que Chile está en un momento histórico que se revela en sus muros. Nuestra fachada se reescribe diariamente manifestando la historia del movimiento social. Si bien pensamos que nuestros edificios deben ser cuidados y no rayados, hoy no es el momento de repintarlos”(iii).
No fue el borrado un acto secreto. De ello da cuenta el siguiente informe periodístico:
“La directora del Centro Arte Alameda, Roser Fort, comentó a este medio que, al igual que en el GAM, fueron un grupo de cinco o seis personas quienes llegaron en una camioneta a borrar las manifestaciones artísticas. Cuando el nochero del recinto les pidió que se identificaran, se negaron a entregar cualquier tipo de información”(iv).
‘Piensa mal y acertarás’ reza un conocido refrán chileno. Por eso, no debe llamar la atención que las primeras sospechas recayeran sobre la Municipalidad de Santiago que, en repetidas ocasiones, se lamentó por el aumento exponencial de rayados murales en muchos de los edificios céntricos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, fue dicha corporación la primera en excusarse a través de su alcalde:
“Yo soy director del GAM, estamos alineados. Nosotros autorizamos cualquier tipo de rayado siempre que no inciten a la violencia y odio. El municipio no fue el que borró, se lo he dicho a la prensa y al director ejecutivo del GAM»(v).
El 20 de febrero se supo que, en diciembre de 2019, la Intendencia de Santiago había hecho un llamado a licitación para pintar la fachada de las casas y edificios que se encontraban dañados con ocasión de las protestas. Se supo, igualmente que la adjudicación del proyecto fue hecha a la empresa Servicios y Soluciones Creativas e Innovadoras Limitada por un monto de $242.148.027 quien debía llevar a cabo su tarea, previa consulta al propietario del inmueble que sería intervenido, de acuerdo con las bases de la licitación. Sin embargo,
“Si bien no se ha confirmado hasta ahora si fue la Intendencia quien mandó a pintar los edificios del GAM y el Centro Arte Alameda, lo cierto es que ninguno de sus administradores ha reconocido haber autorizado a alguna entidad pública a pintar los muros que habían sido apropiados por diversos artistas callejeros”(vi).
Iguales procedimientos, iguales formas de actuar e iguales resultados, necesariamente nos conducen a iguales ejecutores. Es un axioma más o menos similar a aquel brocardo jurídico según el cual ‘donde se encuentra la misma razón ha de encontrarse la misma disposición’. La Intendencia no estuvo ajena a esos avatares. Y es que jamás tuvo la intención de pintar fachadas sino, simplemente, borrar las leyendas alusivas a las ‘autoridades’ tanto civiles como de la policía uniformada. De ello da cuenta la descuidada forma de realizar el trabajo, los espantosos colores con los que buscaron tapar los grafitis y rayados ofensivos, el apuro por realizar tal cometido.
En relación a los daños inferidos a los mosaicos, no se necesita ser muy perspicaz para adivinar de dónde han procedido los ataques. Sus propios hechores nos ayudan en ese cometido al ufanarse de su acción pues la filmaron e incorporaron a las redes, como lo constata una publicación:
“[…] un grupo de personas, grabándose con sus celulares para jactarse del hecho, empezaron a sacar los pequeños mosaicos que formaban la imagen del perro que se transformó en el ícono del levantamiento popular de octubre”(vii).
De acuerdo con las investigaciones hechas de las fotografías y videos incorporados a las redes, se trataría de elementos vinculados al movimiento ‘Capitalismo Revolucionario’, organización liderada y creada por Sebastián Izquierdo, que se hiciera conocido luego de los ataques perpetrados en contra de personas indefensas que protestaron en contra de la marcha en favor del ‘Rechazo’ al plebiscito que debería realizarse el 25 de octubre. Dicho movimiento se encuentra hoy con prohibición absoluta de realizar marchas.
Estos hechos no pueden sino tratarse en estrecha relación con otros que pasamos de inmediato a consignar.
Contrasentidos
A principios del mes de septiembre, un grupo de militantes del partido Unión Demócrata Independiente UDI quiso hacer campaña, igualmente, en favor del ‘Rechazo’ para lo cual no encontró nada más lógico que apropiarse de la obra de Victor Jara ‘El derecho de vivir en paz’(viii). El acto de apropiación fue defendido por algunos parlamentarios y figuras públicas de ese partido con el feble argumento de estar haciendo uso de una obra que es patrimonio nacional.
La defensa de tal proceder no vale, siquiera, la pena de discutir. Jamás a una persona con ideas contrarias al nazismo se le ocurriría ocupar el himno ‘Lily Marlen’ para combatir esa ideología. Eso es un contrasentido, y la filosofía nos enseña evitar la discusión de argumentos que conducen a validar absurdos. O que se formulan en el carácter de disparates por sujetos que ni siquiera entienden el significado de lo que es un contrasentido. No es la primera vez que sucede algo semejante. Recordemos otro de estos contrasentidos, tal vez igual de ridículo al mencionado más arriba. Fue el 15 de febrero del presente año y en medio de una marcha en favor del ‘Rechazo’ que se realizó frente al frontis de la Escuela Militar para, más tarde, dirigirse hacia el poniente.
“Mientras la manifestación avanzaba por El Golf, sobre el camión se encontraba Loreto Letelier, quien se hizo conocida en las elecciones parlamentarias de 2017 cuando buscó un escaño como diputada por la UDI y dijo que las víctimas del Caso Quemados “se quemaron a sí mismos”. Letelier tuvo un rol protagónico en la marcha, dirigiendo las arengas y entonando una versión por el Rechazo de “Bella Ciao”, el famoso himno italiano de resistencia antifascista”(ix).
En efecto, la canción ‘Bella ciao’ no fue solamente un himno de la resistencia antifascista, en Italia, sino el canto que los partisanos comunistas italianos entonaban al momento de partir a combatir a las huestes de Hitler y Mussolini.
Estos contrasentidos no son, sin embargo, casuales. Producto de la ignorancia, algunas veces —otras, de la extrema levedad de sus protagonistas—, obedecen a una acción inconsciente de quienes representan una forma de actuar y de proceder propia del sistema dentro del cual viven y al que protegen. Pero representan formas de actuar y de proceder que van inextricablemente unidas: destrucción y apropiación, no como conceptos copulativos sino, más bien, declaradamente disyuntivos. Es uno o el otro. Uno u otro.
FALTA DE CREATIVIDAD/CONOCIMIENTO
Es un hecho sintomático que la representación política y social de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo enfrenta grandes y graves dificultades para encontrar expresiones artísticas que los identifiquen. Expertos en explotar a sus compatriotas, ávidos de engullir plusvalor, temerosos de perder los privilegios de los cuales han gozado hasta ahora, su creatividad se agota en esos mezquinos menesteres; también sus conocimientos. No hay capacidad mental para creaciones del alma o para el saber sino tan solo para el negocio y la ganancia. Es inútil pedirles que creen obras artísticas o científico/literarias, porque no se le puede exigir ‘peras al olmo’. Por lo demás, tanto el arte como las ciencias son esencialmente libertarios.
Para quienes vivimos la época de la dictadura, este fenómeno no resulta nuevo. Trae a la memoria el recuerdo de la proscripción de los artistas populares y su reemplazo por el artista del ‘schlager’, el canto de la moda. Porque los economistas no producen obras artísticas sino experimentan con lo que Friedmann llama ‘las paradojas del dinero’. Así, privada por su propia mano de valores literarios, artísticos y culturales, debió permitir la dictadura pinochetista que solamente los cantantes autorizados pudiesen entonar obras de autores populares. Así conocimos ‘El unicornio azul’, de Silvio Rodríguez, su bellísima ‘Ojalá’, y muchas otras creaciones de compositores populares cuyo ingreso al país estaba estrictamente prohibido. Quebrarle las manos a Víctor Jara no fue solamente un acto de salvajismo sino una forma de mostrar íntimamente los complejos senderos de la mente de quienes pertenecen, representan o son lacayos de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo. Eliminar a los creadores para apoderarse de su obra, practicar la rapiña, tomar para sí lo que es de otros. Chile se construyó sobre la base de la apropiación de una tierra que no era de los conquistadores españoles sino de otros pueblos; hubo necesidad de crear el mito de la forma de adquirir el dominio llamada ‘conquista’ para justificar los despojos, materia que aún hoy en día se enseña en las aulas del Derecho. Por eso la apropiación del dinero, la apropiación del agua, la apropiación de la tierra, la apropiación del esfuerzo ajeno como forma de vida para esos sectores, se corona con la apropiación de la obra intelectual del genio popular, de los héroes, de los intelectuales, de los artistas, músicos, poetas, escritores. Cuando eso no se logra, ha de recurrirse a la destrucción de la misma, axioma que en poco o nada difiere del que emplea el uxoricida, en su caso. Es una forma de actuar y de proceder que queda de manifiesto en la sentencia según la cual lo que no es de mi propiedad no puede serlo de nadie. Es la exaltación y a la vez sublimación del individualismo. La imposición del lema del femicida: ‘eres mía o de nadie’, filosofía del horror, propia de quien eleva el más brutal egoísmo a excelsa forma de vida, sentencia propia del avaro de quien, se dice en España, ‘le puedes follar a su mujer y te lo perdona, pero no puedes meterle la mano al bolsillo pues te mata”. ¿Novedad? No. No lo es. Por el contrario. Es el espíritu que guía a las clases y fracciones de clase dominantes que dirigen a Chile y que les hace abominar del ‘comunismo’ en tanto hacen los mejores negocios con la China ‘comunista’; o la misma moral que les hace olvidar las violaciones a los derechos humanos en Chile y mirar horrorizados a Venezuela como el símbolo de la maldad. Porque la honra vale menos que el dinero.
¿Locura? ¿Perversión? Sí. Algo hay de eso. Pero, además, profunda ignorancia(x). A pesar que más nos parece una forma de proceder propia de la naturaleza, de esas leyes eternas e inmutables que, en los segmentos inferiores de la especie animal, se da como forma de supervivencia y que, en especies con algún grado de desarrollo, se transforma en forma de vida: el axioma según el cual resulta más exitoso robar o esquilmar que producir. La frase extrema de un Cristo agonizante ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’ retrata con extrema fidelidad la mente de los compardores de fuerza o capacidad de dinero y de quiees representan sus intereses.
Podemos entender de la misma manera que no existan pistas para dar con los autores de esas barbaries intelectuales, podemos entender que la propia Intendencia de Santiago —e, incluso, la Municipalidad— se apresure a explicar que no ha tenido culpa ni participación en esos hechos; podemos entender, incluso, que los carabineros, en vez de cuidar los recintos artísticos se encuentren persiguiendo a pobladores y estudiantes. Lo cierto es que no existe creatividad sino incapacidad en los sectores dominantes para producir obras imperecederas o elaboraciones intelectuales de cierto valer. Una castración intelectual que los obliga a destruir o a apropiarse de las obras que otros producen ante la propia impotencia de realizarlas. Y esa actitud no es nueva. La historia es pródiga en ejemplos de esa naturaleza.
(i) Redacción: “Nuevo atentado a la cultura: Desconocidos destruyen mosaico de homenaje a Pedro Lemebel”, ‘El Desconcierto’, 17 de septiembre de 2020.
(ii) Castillo, Viviana: “¿Quién pintó las paredes del GAM y borró los grafitis en la ‘zona cero?’”, ‘La Tercera’, 19 de febrero de 2020.
(iii) Jerez Pinto, Christopher: “¿Quién borró los murales del GAM y Centro Arte Alameda? Espacios culturales descartan censura y defienden manifestaciones artísticas”, ‘El Desconcierto’, 19 de febrero de 2020. Con negrita en el original.
(iv) Jerez Pinto, Christopher: Art, citado en (3). Con negrita en el original.
(v) Redacción: “Alcalde de Santiago por borrado de pinturas de la fachada del GAM: ‘Nosotros no fuimos’”, ‘Soy Chile’, 21 de febrero de 2020.
(vi) Redacción: “Orden de compra para pintar fachadas en Santiago fue emitida por Intendencia y exige autorización de dueños o administradores de inmuebles”, ‘El desconcierto’, 21 de febrero de 2020.
(vii) Redacción: “Desconocidos destruyen mosaico artístico del ‘Negro Matapacos’ en el frontis del GAM”, ‘El Desconcierto’, 16 de septiembre de 2020. Con negrita en el original.
(viii) Redacción: “’El derecho a vivir en paz’. UDI usa emblemática frase de Víctor Jara para hacer campaña por el ‘Rechazo’”, ‘El Mostrador’, 07 de septiembre de 2020.
(ix) Pfennings, Edgar y Rivera, Paula: “Los ‘infiltrados comunistas’ en Escuela Militar”, Litoralpress, 27 de febrero de 2020.
(x) No nos remontemos en la historia. Citemos únicamente casos actuales de septiembre, para darnos cuenta de estos hechos. Como ejemplo de ignorancia, en la franja televisiva de propaganda para el Plebiscito de 25 de octubre, la UDI presentó al ‘poblador’ Luis Daniel Rosa Cárdenas, quien manifestó vivir en la ‘Pablo Roca’ (sic!) de la comuna de La Pintana, posiblemente tratando de señalar que se trataba del sector ‘Pablo de Rokha’. Días antes, el presidente Piñera, en el discurso de 19 de septiembre, había declarado muerto al coronel Pedro Lagos en el asalto al morro de Arica. La falta de cultura es un hecho sintomático de los sectores dominantes. Y como falta de creatividad, el conflicto suscitado entre ChileVisión y la franja de Chile Vamos en donde este sector político tomó como idea para su propaganda algunos pasajes del programa ‘Pasapalabra’ del canal televisivo.