Por Oscar Chavarría*
“La generosidad no consiste en dar algo valioso, sino en sentir algo valioso cuando damos.”
El 2020 inició entre otras cosas, con la expectativa de encontrar en el 2 de febrero, una fecha “capicúa” (que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda), sin embargo, a las pocas semanas de haber vivido esa fecha “mágica”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le informó al mundo,que el nuevo “coronavirus”, que se originó en China, ya había alcanzado el estatus de “pandemia”y es aquí donde comenzó el calvario para los habitantes del planeta en este año 2020, ante la incertidumbre, por la escalada a nivel mundial de personas infectadas y lamentablemente, por el creciente aumento de fallecidos.
Esta situación llevó a los gobiernos a extremar las medidas sanitarias, algunos de inmediato, otros todo lo contrario, pero finalmente, el decreto de estado de “cuarentena”, se diseminó por todos los países, aunque algunos decidieran arriesgarse y aplicar sus propias soluciones, en cuyos casos no resultaron efectivas, con los consabidos resultados, pero además, surgió la especulación, la visión mercantilista(que no podía faltar como “paracaidista en una fiesta”), con productos directamente relacionados con la atención médica, entre otros.
Al día de hoy, han transcurrido cerca de siete meses, desde que inició la “cuarentena”, producto de la pandemia por el“coronavirus”, denominado oficialmente SARS-CoV-2, que ha golpeado hasta desangrar, a la mayor parte de la ciudadanía, al perder nuestros puestos de trabajo, al reducirnos las jornadas laborales y por ende reducir nuestros salarios, al romperse en mil pedazos nuestros proyectos de emprendimiento, al vivir en total aislamiento, al dejar de compartir con nuestros seres queridos, al cambiar nuestros estilos de vida cotidiana y en la mayoría de los casos, al reducir de manera significativa nuestros ingresos, creando un clima de incertidumbre, que nos ha llevado a un estado de supervivencia permanente, dando paso a la tecnología y al individualismo.
“Cuando el panorama se vuelve oscuro y no visualizamos una luz en el firmamento, sin lugar a dudas, es el momento de volver a las raíces.”
Esta crisis ha causado mucho daño, a la economía del país, a los grupos familiares, a los emprendimientos individuales y grupales, a las micro, pequeñas y medianas empresas y a muchas otras actividades del entorno social, como también, a cientos y quizás miles de personas para ser preciso, que día tras días se van quedando en el camino, pues mucho antes de que apareciera esta crisis por la “pandemia”, ya venían en “caída libre”; en Costa Rica, antes de esta crisis, se tenía una tasa de desempleo de aproximadamente el 12% y ahora, en plena “cuarentena”, se estima que ha llegado a un 24%.
Pero a pesar de todo ello, hemos podido llegar a estos casi siete meses de“aislamiento obligatorio”, enfrentando una crisis de esta magnitud, que la mayoría nunca habíamos vivido, pero mostrando la capacidad y fortaleza interna que poseemos, así como también la efectividad del trabajo de hormiga, por parte de quienes de manera “solidaria”, hemos aportado lo mejor de nosotros, en la medida de nuestras posibilidades y desde nuestros ámbitos de acción, pero ahora, también desde nuestras “burbujas temporales”, que hemos llegado a convertir en verdaderos “centros de operaciones”, desde donde hemos transformado los artículos de uso cotidiano o para nuestros trabajos personales, en herramientas de ayuda para otros, que requieren de nuestro apoyo, para continuar sobreviviendo.
Aunque la tarea no ha sido fácil, ésta aún no termina, pues el trabajo es enorme y debemos continuar, porque esto va para largo.
¿Será acaso que la pandemia, el aislamiento obligatorio y todo el daño que nos ha ocasionado, habrá contribuido a sacar lo mejor de nosotros: nuestro verdadero “ser interior”, ese que forma parte de nuestro ADN?
Esto lo hemos palpado y nos regocija, cuando vemos día a día, el trabajo “desinteresado”de cientos de personas, que han logrado extraer lo mejor de su ser: “el despertar de lo humano, que llevamos en nuestro ADN”y que en esta “encrucijada”en que nos encontramos, los ha impulsado a contribuir en la construcción de una Nación Humana Universal, que en el caso de Costa Rica, el papel de esas personas, de esos personajes que están en todas partes y que cuando menos lo imaginamos, aparecen de la nada, para brindar su colaboración “voluntaria”y “oportuna”, trayendo una “luz de esperanza”a quienes la necesitan; si, son esas personas, que sin saberlo, compartimos con ellas diariamente (en los hogares, en los barrios, en las organizaciones comunales, en las instituciones educativas, en los centros de trabajo, en las organizaciones sociales, en los equipos deportivos, por citar algunos sitios) y que denominamos:“humanistas”, que en estos “tiempos de oscuridad”, serán el “faro”que en medio de la tempestad, guiará a la sociedad, por ese nuevo camino, que desde ya, debemos ir construyendo.
Reconocemos que en momentos cruciales y de conflicto, a lo largo dela historia de la “humanidad”, han aparecido personajes, en diferentes ámbitos, que tuvieron un papel trascendente para las sociedades, cuando llevaron esa “luz de esperanza”a quienes la necesitaron, aportando ideas, inventos, creando movimientos sociales y actuando como guías, cuyas acciones, en muchos casos, han trascendido hasta nuestros tiempos y continúan vigentes, pero aunque algunos se nieguen a reconocerlo, ellos también fueron “humanistas”y hoy continúan siendo un ejemplo a seguir, por éstas y las futuras generaciones.
“…el cambio era necesario, ahora debemos tomar un nuevo rumbo y para ello, requerimos de “líderes” que a partir de nuestras necesidades, nos guíen y orienten hacia ese nuevo destino.”
¿Será acaso que estamos ante el despertar, de los miembros de “la brigada de los desposeídos”? ya lo veremos, por el momento, nuestras más sinceras felicitaciones “humanistas”, porque a partir de hoy, el “faro», alegoría con la cual simbolizamos su accionar en la sociedad, emitirá esa “luz fulgurante”, que ilumine el sendero, en la búsqueda de la prosperidad y el bien común, basados en el máximo valor que nos distingue a los seres humanos: la “solidaridad”,porque con ello, ha nacido un nuevo concepto a seguir por los ciudadanos del mundo, que hemos llamado:Responsabilidad Social Humanista, como una nueva forma de actuar en la vida, la cual debemos valorar y respetar, pero sobre todo, compartirla y divulgarla.
…la historia continúa, porque está en construcción y aún hay futuro!!!
*Humanista, ciudadano del mundo