En primer lugar, tenemos que enviar nuestros mejores deseos de bienestar a nuestros amigos, hermanos y hermanas de California, se enfrentan a un desastre sin precedentes. Los incendios allí son absolutamente feroces.

Un mapa actual muestra toda la costa oeste de los EE.UU. con la peor calidad de aire en la tierra.

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California es el estado más grande y la quinta economía más grande del mundo, según datos publicados en mayo de 2018 por el Departamento de Comercio de los Estados Unidos. Su Producto Interno Bruto de 2017 fue de 2 747 billones de dólares, superando el PIB del Reino Unido de 2 625 billones de dólares.

Estos incendios no son un desastre natural, sino que fueron provocados por el hombre. California podría haber sido un faro de transformación cultural y social, utilizando la energía y a dinámica de los movimientos sociales de los años 60 para orientar la sociedad en una nueva dirección: apoyando una ecología equilibrada, desarrollando un sistema de transporte púbico innovador y energéticamente inteligente, abriendo nuevas vías arquitectónicas para la vivienda pública, transformando y democratizando la estructura económica, utilizando la tecnología para aumentar el acceso a la democracia directa y ampliar la participación política. California podría haber producido un modelo social totalmente nuevo, teniendo todo en sus manos para hacerlo – la gente, la línea costera, el sol, la tierra y el apoyo del resto del país.

En su lugar, California se convirtió en el centro del Sistema. Silo una vez describió elegantemente al Sistema como «el centro de lo secundario» y California es el modelo perfecto. Este estado perdió una gran oportunidad al tomar una dirección equivocada y convertirse en el centro del individualismo extremo, el capitalismo, el materialismo y el inmediatismo. Festeje como si no hubiera un mañana.

Pero ahora ha llegado el mañana y el sueño americano se ha convertido en una pesadilla. El cambio climático es muy real y California ha hecho poco al respecto. No es una cuestión de izquierda o derecha política, republicana o demócrata, sino una cuestión de cultura, donde tener 2 o 3 autos por familia es la norma, donde el transporte público está devaluado, donde ganar dinero es la prioridad (hoy en día hay 170 milmillonarios sólo en California).

¿Y ahora qué? Hoy existen las mismas oportunidades como hace 60 años. La cuestión es qué modelo eligen, qué valores priorizan, qué proyecto hacia el futuro lanzan. ¿Realmente vamos a humanizar este mundo y dejar de fingir que lo hacemos? ¿Empezaremos a trabajar juntos –privado, público, local, nacional, internacional– para una verdadera colaboración y solidaridad, entendiendo que mi libertad no debe infringir la de los demás? ¿Podemos todos estar de acuerdo en prohibir el uso de la violencia para resolver nuestros conflictos, en que la ciencia debe ser aceptada como nuestro conocimiento definitivo, en que el dinero y la economía deben estar al servicio de la humanidad y del desarrollo social (y no al revés), en que no hay nada más importante que nuestros semejantes y su bienestar? Si aprendemos a tratar bien a la gente, también trataremos bien a la naturaleza y al reino animal.

Solo podemos esperar que estos incendios quemen nuestras ilusiones y ensueños sobre nuestra sociedad actual y abran nuestras mentes y corazones. Debemos participar activamente en la corriente de humanización que lleva más de 50 años trabajando con las mismas propuestas: poner el desarrollo personal al mismo nivel que el desarrollo social (no hay uno sin el otro); tratar a los demás como se quiere ser tratado; dar prioridad a la reconciliación sobre la venganza; oponerse a la violencia en todas sus formas y participar en el movimiento no violento que ha salvado a la humanidad muchas veces (desde la India, los Estados Unidos hasta Irlanda y Sudáfrica , entre otros). Las decisiones que tomemos ahora tendrán repercusiones en las generaciones futuras.


Traducción del inglés por Nicole Mosquera