Los tiempos han cambiado mucho. El 14 de abril de 1931, el rey Alfonso XIII salía por la puerta trasera del Palacio Real para ir hacia un exilio incierto. Ahora, el rey emérito, Juan Carlos I, marcha de España para ir a un resort de la República Dominicana. Claro que este último marcha para ser un comisionista ilegal que engaña a Hacienda, poca cosa comparado con su abuelo.
El resultado es que hoy las redes hierven y muchas voces se levantan exigiendo un referéndum sobre la monarquía. Ni el proceso, ni la covid-19, ni la crisis, el tema central que llena las páginas de los diarios y los minutos de los informativos en televisión es la necesidad o no de la monarquía en España.
Cuestionarse las formas políticas y abrir el debate, por ejemplo, sobre la monarquía es saludable para la ciudadanía. Y por ahora parece que es una exigencia de la sociedad. Pero este debate no puede servir para esconder otras realidades. Parte de las izquierdas españolas y catalanas, que incluso ahora exigen un referéndum sobre la monarquía como cuestión urgente y perentoria, son las mismas que no hace demasiado tiempo atrás argumentaban que “el proceso” o la cuestión nacional en Catalunya solo servía como maniobra de distracción frente al problema principal: la crisis social que sufríamos.
Tenemos ahora otra cortina de humo? La realidad que tendría que golpear el estómago de la ciudadanía es la del desahucio en Badalona de una familia en plena pandemia, con una de las personas sospechosa de Covid, sin ningún tipo de alternativa de vivienda ni intervención de los servicios sociales del Ayuntamiento. Un desahucio acordado por una Justicia que se administra en nombre del Rey, pero que, si se administrara en nombre de la República, tendría la misma consecuencia… si no hay una transformación más profunda que vaya más allá de cambiar el color de una de las franjas de la bandera. Hay que ir más allá de la apariencia del poder.
Apunte final: puede llegar un momento en que a las élites financieras y políticas españolas les interese dejar caer la monarquía para que todo continúe igual. Ya veo las multitudes llenando las calles…
Personalmente, si esto pasase encontraría muy curiosa la imagen de Felipe VI presentándose en el refugio dorado del rey emérito, a quién había hecho marchar de España, para compartir aquel dinero al que el mismo Felipe había renunciado. Una situación digna de farsa. Esto si, con libreto de Dario Fo, por favor.