Este es un artículo de opinión de Valeria Esquivel, funcionaria principal de Políticas de Empleo y Género del Servicio de Empleo, Mercados de Trabajo y Jóvenes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Por Valeria Esquivel
Soy una economista feminista. Mi trabajo consiste en examinar de qué manera las desigualdades entre los hombres y las mujeres forman parte integral del funcionamiento de los mercados laborales y ayudar a nuestros mandantes a poner en práctica los que llamamos políticas de empleo con “perspectiva de género”, es decir políticas macroeconómicas, sectoriales y del mercado de trabajo que contribuyan explícitamente a la igualdad de género.
Antes de la crisis provocada por la covid-19, un gran número de mujeres estaban excluidas del mercado de trabajo. La pandemia ha empeorado mucho las cosas.
Esta crisis afecta a las trabajadoras de manera desproporcionada quienes están perdiendo sus empleos a una velocidad mayor que los hombres. Más mujeres que hombres trabajan en sectores que han sido perjudicados por las consecuencias económicas de la pandemia, como los sectores del turismo, la hostelería y la confección.
Un gran número de trabajadores domésticos, en su mayoría mujeres, también corren el riesgo de perder su empleo. La gran mayoría de los trabajadores de la salud son mujeres, lo cual aumenta el riesgo de contraer el virus.
Además, la fragilidad de su situación laboral, unida al reducido acceso al trabajo y a la protección social, ha implicado que las mujeres sean especialmente vulnerable a la pandemia, aún en sectores que, hasta ahora, habían sido menos perturbados.
Una de las ideas centrales de la economía feminista es que el trabajo de cuidado no remunerado que se lleva a cabo en los hogares y las familias para apoyar la vida cotidiana es una parte vital del sistema económico.
Este tipo de trabajo es realizado principalmente por las mujeres y la mayoría de las veces no es reconocido como tal.
El cierre de las escuelas y el cuidado de las personas que se enferman, ha obligado a las mujeres que han tenido la suerte de mantener su empleo a reducir las horas de trabajo o a prolongar el total de horas de trabajo (remuneradas y no remuneradas) hasta niveles insostenibles.
A continuación, cinco formas para garantizar que la crisis del coronavirus no perjudique las perspectivas de empleo de las mujeres a largo plazo:
- Evitar que las mujeres pierdan su empleo gracias a la implementación de políticas que las ayuden a conservar su empleo, ya que las mujeres tienen mayores dificultades que los hombres para regresar al trabajo remunerado una vez superadas las crisis. Estas políticas, al compensar las pérdidas de salarios ocasionadas por la reducción temporal de las horas de trabajo o la suspensión del empleo, pueden contribuir a mantener a las trabajadoras en su empleo y proteger sus competencias.
- Ayudar a las mujeres a encontrar un nuevo empleo si lo han perdido: Los Servicios Públicos de Empleo (SPE), que ponen en contacto los que buscan trabajo con los empleadores, pueden ayudar a las mujeres a encontrar trabajo en los servicios de producción esenciales. A nivel local, pueden agilizar la colocación en sectores que están contratando durante la pandemia.
- Evitar reducir los subsidios: Los recortes del gasto en los servicios públicos tienen repercusiones desproporcionadas sobre las mujeres y los niños. Por ello es tan importante evitar la reducción en los presupuestos de salud y educación, los salarios y las pensiones. Las crisis pasadas han demostrado que, cuando el apoyo a empleo y la protección social están al centro de las medidas de estímulo, contribuyen a estabilizar los ingresos de los hogares y a acelerar la recuperación.
- Invertir en el cuidado: Los servicios de cuidado tienen el potencial de crear empleos decentes, sobre todo para las mujeres. Esta crisis ha evidenciado cuán difícil y subvalorado es con frecuencia el trabajo de los trabajadores domésticos, cuya contribución ha sido, y sigue siéndolo, esencial para superar la pandemia. Mejorar sus condiciones de trabajo puede tener un impacto significativo sobre muchas trabajadoras, dado el gran número de ellas que trabaja en el sector del cuidado.
- Promover políticas de empleo dirigidas a las mujeres: Es necesario que los gobiernos contrarresten los efectos de la crisis de la covid-19 sobre las mujeres. Desde una perspectiva más amplia, los planes de estímulo macroeconómico deben seguir apoyando y creando empleos para las mujeres. Las políticas deben concentrarse en los sectores más afectados que emplean a un gran número de mujeres, junto a medidas que contribuyan a subsanar los déficits de competencias y a eliminar las barreras prácticas de entrada al mercado de trabajo.