Por Renato Ohno
Hacia el año 2050, la Organización de las Naciones Unidas estima que el 70% de la población mundial vivirá en grandes ciudades. Esto significa que más de 5 mil millones de personas se agruparán en tan solo el 3% de la superficie habitable de nuestro planeta.
Esta proyección, entre las diversas certezas que trae implícitas, plantea que la humanidad se encontrará preocupantemente hacinada, y si algo ha enseñado la pandemia por COVID-19, es que el hacinamiento y una elevada densidad de población son factores que incrementan el contagio y, por consecuencia en este caso, la mortalidad.
Por lo tanto, frente a esta tendencia demográfica que parece inevitable, la solución para enfrentar y contener una pandemia futura la encontramos en el desarrollo de ciudades inteligentes.
Corea del Sur implementó estrategias que consideraban el monitoreo permanente mediante una aplicación móvil, lo que permitía hacer un seguimiento vía GPS al dueño del equipo. De esta manera se evitaba el traslado de personal de salud y gracias a la localización GPS las autoridades podían asegurarse que la persona no abandonara el espacio de aislamiento asignado.
Por otro lado, gracias a la Inteligencia Artificial pudieron mejorar los tiempos entre los test y sus resultados, y en caso de tener un positivo era posible conseguir toda la información reciente sobre el enfermo y avisar a cualquier persona con la que haya podido tener contacto.
Servicios Públicos y Soluciones Digitales
El caso de Corea del Sur es una muestra de lo que se puede lograr en términos sanitarios, aprovechando el potencial tecnológico y digital de una Smart City.
Cuando el objetivo es enfrentar y detener una pandemia, la telemedicina plantea un nuevo paradigma en lo que respecta a detección, diagnóstico y atención de pacientes. Gracias al GPS de los smartphones, se podrá llevar un seguimiento en tiempo real de los desplazamientos, lo que implica controlar los contactos físicos y las zonas en cuarentena. Además, el uso de wearables con sensores capaces de monitorear signos vitales como la saturación de oxígeno, las pulsaciones y la temperatura; permitirá, utilizando herramientas de Machine Learning, suministrar información a una central sanitaria para identificar enfermos y proporcionarles asistencia médica en forma oportuna.
Incluso, se puede avanzar hacia una telemedicina preventiva, registrando los hábitos de compra y consumo de alimentos por parte de las personas, información que ya tienen disponible los supermercados gracias a sus programas de fidelización. Si alguien tiende a comprar alimentos altos en sodio o grasas, el sistema sanitario podrá adelantarse y establecer niveles de probabilidad para futuras consultas médicas.
Asimismo, las capacidades digitales de una Smart City permitirán mejorar los niveles de servicios ciudadanos, como la video vigilancia y el transporte público.
Ya se cuenta con miles de cámaras observando los movimientos de los transeúntes, pero lo que falta es procesar esos datos en forma rápida y eficiente. Esta labor aún depende de personas y, por ende, tiene una capacidad limitada. Sin embargo, si se cuenta con la posibilidad de cruzar la información entre diversas bases, que proporcionen datos de residencia, lugar de trabajo, viajes y horarios regulares; será posible determinar si el desplazamiento de un individuo implica un comportamiento anómalo.
Tras esto, se podrá instruir el realizar un seguimiento, y si resulta necesario, un actuar oportuno de los cuerpos de orden y seguridad para evitar cualquier tipo de actividad que pudiese infringir la ley, como puede ser el traspaso de una zona en cuarentena o cordón sanitario.
En materia de transporte público inteligente, los avances en IoT y vehículos autónomos permitirán agilizar y hacer más eficientes los desplazamientos en una zona geográfica determinada, evitando atascos y los horarios de mayor tráfico, lo que disminuirá las aglomeraciones de personas. Esto también facilitará la fiscalización de restricciones de movimiento, y para los que estén obligados a movilizarse, el mismo dispositivo de transporte reconocerá la cantidad de personas permitidas; además de contar con sensores de temperatura para identificar usuarios con alto potencial de estar enfermos.
Pero no todo se limitará a la contención de la pandemia en una Smart City, también hay que garantizar que servicios fundamentales, como la educación escolar y universitaria, se sigan prestando en el tiempo, forma y calidad esperada.
Para ello, la teleducación se servirá de la realidad virtual para conservar la experiencia de una clase presencial. Lo demás tendrá que ver con el diseño de metodologías de aprendizaje que aprovechen las características y el potencial de dispositivos tecnológicos más potentes, versátiles, y de conexiones más rápidas y estables.
Sin duda, las Smart City serán una realidad, y estas nuevas dimensiones para los servicios cotidianos que conocemos, serán posibles gracias a la capacidad de procesar ingentes cantidades de datos digitales. Esto a través de una sólida, extendida y dinámica red de infraestructura de telecomunicaciones, diseñada para soportar las redes 5G y superiores, con eficiencia y estabilidad.