El lunes 3 de agosto a partir de las 00:00 horas comienza el paro indefinido a nivel nacional en defensa de la vida y la democracia en Bolivia. El paro se llevará a cabo en conjunto con bloqueos en todas las carreteras del país. Por este motivo, la Central Obrera Boliviana (C.O.B.) pidió a la población tomar provisiones.
La decisión fue tomada el 28 de julio mediante un gran cabildo realizado en El Alto, La Paz, donde se convocaron mediante una gran marcha multitudinaria todas las organizaciones sociales de los nueve departamentos del país. El pueblo boliviano se siente burlado con las sucesivas postergaciones de la fecha electoral y reclama que se realicen las elecciones el 6 de septiembre, como estableció el Tribunal Supremo Electoral (T.S.E.) en conjunto con las diferentes fuerzas políticas. Los movimientos sociales rechazan que la elección se posponga hasta el 18 de Octubre como anunció unilateralmente Salvador Romero, presidente del Tribunal Supremo Electoral con la excusa de la pandemia.
Las elecciones debieron llevarse a cabo el 22 de enero que venció el mandato del presidente constitucional y legítimo de Bolivia, Evo Morales, pero se postergaron por “falta de tiempo” para su organización para el 3 de mayo, luego para el 6 de septiembre y finalmente para el 18 de Octubre con la excusa de la pandemia.
Las elecciones en Bolivia se postergaron por tercera vez, con la escusa de que el pico de contagios coincidiría con la fecha electoral. Dichas proyecciones vienen corriéndose cada vez que se anuncia una nueva fecha electoral, en un país donde no hay una política de contención de los contagios por Covid-19, los contagios y las muertes van en aumento, bajo un macabro plan de provocar contagios y profundizar la crisis sanitaria que atraviesa el país.
Bolivia necesita elecciones para reencauzarse en la vía democrática y elegir un gobierno legítimo que pueda enfrentar la crisis social, sanitaria y económica que se atraviesa y que promete agravarse en el tiempo. El gobierno de facto se enfoca en la persecución, la judicialización y el encarcelamiento de dirigentes, militantes, y todo aquel que piense diferente. Y ha dejado a la deriva al pueblo boliviano frente a la pandemia lo que está provocando un genocidio en el país con el silencio cómplice de los medios de comunicación.