– Un grupo de mujeres rohinyás defendieron su trabajo y su voz individual y colectiva y llamaron a poner en valor su situación, sus historias y su papel determinante dentro de su comunidad, al mismo tiempo que demandaron su espacio en una realidad que las mantiene más ocultas o las presenta solo como víctimas.
«Si pensamos en las revoluciones o en la libertad o pensamos en alguna forma de liberarnos de la cadena del sufrimiento y de ser tildados solo como ‘la minoría más perseguida en la tierra’, las mujeres tienen que ser necesariamente parte de ello», dijo a IPS la presidenta de la Red Derechos Humanos Rohinyá, Yasmin Ullah.
Este viernes 24 de julio se realizó el primer panel destinado solo a las mujeres rohinyás, facilitado por la red de Ullah y otras organizaciones y que congregó a lideresas de esa minoría musulmana de todo el mundo, que compartieron sus experiencias y conocimientos en un webinario titulado «Sus voces, su viaje: las experiencias de género de las rohinyás”.
La actividad contó también con Azizah Noor, embajadora de refugiados para el Consejo de Refugiados de Australia; Hasnah Hussin, quien trabaja con la organización Tenaganita, de apoyo a los refugiados en Malasia; Razia Sultana, presidenta de la RW Welfare Society, y Zainab Arkani, cofundadora de la Asociación Rohinyá de Canadá.
«Hay muchas dificultades que enfrentan las mujeres rohinyás, como la violencia de género, las expectativas sociales y comunitarias y estas son cosas que debemos abordar en nuestra comunidad», dijo Noor a IPS.
El seminario digital tenía como objetivo proporcionar a las mujeres rohinyás un medio para contar sus propias historias y discutir vías para atender su demanda de ser tenidas en cuenta en las actividades a favor de los derechos del pueblo rohinyá, el genocidio perpetrado por el gobierno de Birmania (Myanmar) contra ellos y la actual crisis de refugiados.
Los rohinyás, asentados en ese país asiático con el budismo como religión mayoritaria, no son reconocidos como ciudadanos como tal porque no lo es su grupo étnico por el gobierno birmano, que los ha perseguido durante décadas y cuya represión forzó en 2017 su gran éxodo a la vecina Bangladesh y otros países.
Las mujeres rohinyás no se perciben generalmente como parte de la vanguardia de los esfuerzos para defender a su comunidad.
En ese sentido, Ullah contó que habitualmente a las rohinyás se les invita a hablar solo de aspectos específicos femeninos, como su rol de cuidadoras o su sufrimiento como víctimas sexuales, o la misma oradora es invitada a variados encuentros y charlas.
Según el informe de 2018 de Reliefweb International, más de 52 por ciento de las personas rohinyás refugiadas son mujeres, pero esa mayoría está muy lejos de reflejarse en las manifestaciones y actos a favor de los refugiados de ese pueblo, donde la participación masculina es casi absoluta.
«No tener una representación proporcional de nuestras voces en diferentes discusiones en diferentes mesas (de diálogo y de trabajo) es muy injusto», dijo Ullah.
Además, se corre el riesgo de atrapar a las mujeres rohinyás en una narrativa restrictiva donde solo son vistas y tratadas como víctimas.
Ullah destacó que si se incluyesen más mujeres en los diálogos y actividades sobre la crisis de los refugiados y sobre la situación de las mujeres rohinyás, la narración eventualmente cambiaría, así como sus roles y su papel en su comunidad, para resaltar también sus triunfos en favor de su pueblo.
«Es tan importante para el mundo exterior ver que hay más mujeres rohinyás que un grupo de mujeres que sufren, un grupo de mujeres violadas, un grupo de sobrevivientes y no saben nada sobre su papel en el mundo exterior. Hay tantas mujeres ejemplares por ahí, cuya palabra merece la pena que sea compartida, que sus ideas sean compartidas”, destacó Ullah.
La invisibilidad es uno de los grandes miedos de estas mujeres rohinyás esparcidas por el mundo, una invisibilidad que coinciden en que comenzó en Myanmar y que las ha perseguido en su forzado y traumático éxodo, donde no se les ha dado voz dentro del movimiento mundial en torno a los derechos de pueblo rohinyá.
Con el tiempo, dijo Ullah, se ha “normalizado” la ausencia de las mujeres en las discusiones y actividades políticas sobre los rohinyás, lo que en la práctica invisibiliza lo que pueden aportar a las soluciones y realidades que las involucran.
La agresión militar está detrás
Destacó que, además, detrás está también el profundo temor de que los militares de Myanmar ataquen a las mujeres rohinyás, lo que retrajó su participación en la sociedad.
El ejército de Myanmar es conocido por la violencia sexual contra las mujeres rohinyás, que según especialistas forma parte de una táctica genocida contra la minoría étnica y religiosa.
Ullah dijo que por muchos años ha sido habitual que los militares apareciesen en la puerta de cualquier familia y se llevasen a las mujeres para violarlas, como han dado testimonio las víctimas cuando lograron abandonar su país como refugiadas.
Por esa estrategia de agresión de los militares, se alienta a las mujeres rohinyás a permanecer siempre en espacios cerrados por su seguridad, lo que ha apoyado los estereotipos y la discriminación de género.
Según Ullah todo esto está en «una correlación directa de las estrategias militares, tácticas y propaganda utilizadas contra el pueblo rohinyá».
«El valor tradicional de la cultura rohinyá ha cambiado varias veces, y cambió porque hay mucho miedo e inseguridad en cuanto a la protección de las mujeres», dijo Ullah. «Es por eso que las mujeres se quedan en casa porque hay muchas cosas que podrían salir mal», si ella está fuera, explicó.
«Como resultado, lentamente las mujeres rohinyás retrocedieron y quedaron confinadas en sus hogares y eso se convirtió en el tipo de mentalidad que vemos hoy», dijo.
Educación y seguridad
Ullah subrayó que cuando se les dan oportunidades y un ambiente seguro, las mujeres rohinyás prosperan y muestran su potencial. Un ejemplo de ello es Sultana, quien documentó la violencia sexual que las mujeres rohinyá sufrieron y sufren, y recibió el prestigioso Premio Internacional de Mujeres Coraje en 2019, entre otros.
«Hay mucho más para nosotras, tantas cosas que podemos hacer, especialmente cuando se nos brinda la seguridad otorgada por el Estado, los derechos humanos, la educación, el acceso a la atención médica y los servicios esenciales», dijo Ullah.
A su juicio, «esas pocas cosas realmente empujaron a las mujeres rohinyás a sobresalir en su carrera en sus respectivos campos de estudios».
Mientras tanto, el acceso a la educación para las refugiadas rohinyás sigue siendo un gran desafío, especialmente durante la pandemia, dijo Noor, que llegó como refugiada a Australia, donde reside.
«El factor de la equidad durante la covid-19 es extremadamente importante», dijo Noor a IPS.
«Las familias de refugiados ya están luchando por adaptarse, y suelen vivir marginadas. La tecnología es algo que no todas las familias de refugiados tienen y los recursos no están disponibles para todas las familias», por lo que la educación y el trabajo a distancia se dificultan, explicó.
Ullah espera que este webinario destinado a dar voz a las mujeres rohinyás sea el comienzo de una mayor participación de su voz en las reuniones y actividades sobre su pueblo y su situación.
«Ahora es el momento porque si esperamos 20 o 30 años, el daño ya estaría hecho y sería demasiado tarde para que las mujeres se involucren en cualquiera de estas actividades» que involucran a su destino.