Presentamos el quinto informe del especial periodístico sobre la crisis humanitaria de los pueblos indígenas en Colombia, que viene produciendo nuestro medio aliado Hacemos Memoria, a través de la Red de Periodismo y Memoria de la que hacemos parte como Agencia Internacional de Prensa, con el fin de acercar al público internacional los hechos de violencia política que han afectando históricamente a las comunidades más vulnerables en el país suramericano, por causa del conflicto armado interno y la marcada exclusión social y política.
Por Adrián Atehortúa
Ilustración: Didier Pulgarín
En medio del conflicto armado más de 450 indígenas Kankuamo han sido asesinados, reveló Óscar Montero, líder indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta. Quinta entrega de una serie periodística sobre la crisis de los indígenas.
Que se implemente el Decreto 1500 de 2018, el cual redefine el territorio ancestral de los Arhuacos, los Kogui, los Wiwa y los Kankuamo en la Sierra Nevada de Santa Marta, y protege sus espacios sagrados denominados la ‘Línea Negra’, es la principal demanda que hacen al Estado los pueblos ancestrales de esta región del noroeste de Colombia, expresó el líder indígena Óscar Montero de la Rosa.
La implementación de este decreto, según Montero, les garantizaría a los indígenas continuar manteniendo el equilibrio de la vida y seguir conservando el medioambiente a través de sus costumbres y de prácticas ancestrales como los pagamentos, rituales de agradecimiento a la Madre Tierra que están en riesgo de desaparecer porque hacendados, hoteleros y empresarios se están apropiando de los territorios sagrados donde se llevan a cabo. Esto, en medio de la reactivación del conflicto armado que hace una década desplazó de la zona al 40 por ciento del pueblo Kankuamo.
Hablamos con Montero, líder de este pueblo, acerca de la realidad que hoy viven los indígenas de la Sierra Nevada. Su conclusión es que no solo los están matando con armas, también con la discriminación, el racismo y el desconocimiento.
De tiempo atrás, la Sierra Nevada de Santa Marta y los pueblos indígenas que la habitan han sido afectados por la violencia del conflicto armado ¿Cuál es la situación que enfrentan en la actualidad?
El contexto humanitario que vivimos los pueblos indígenas en toda Colombia no es el más favorable. En todos los territorios del país están pasando situaciones que desangran la vida de los pueblos. En el caso específico de la Sierra Nevada de Santa Marta son muchas. Por un lado, el paramilitarismo se está rearmando en los departamentos de Magdalena, Cesar y La Guajira, entre los cuales se ubica la Sierra. Por otro, se desconoce el Decreto 1500 de 2018 del Ministerio del Interior, por una presión de grupos empresariales y de personas que tienen intereses de explotación y exploración en los territorios de la Sierra.
También están las presiones por los intereses del sector turismo; el contrabando de gasolina, en la parte baja de la Sierra; la construcción de casas de campo, fincas y hasta haciendas hechas por ganaderos que pretenden apoderarse de los territorios de la Sierra. No son menores los intereses económicos del Estado, con proyectos como la represa de Los Besotes, que se reanudó, el Parque Tayrona y el hotel Siete Estrellas que se quiere construir ahí. Además del tema de las represas en Rancherías y el puerto multipropósito Brisas.
Todo esto ha configurado una situación de inestabilidad y ha hecho que surja la presencia de actores que buscan desestabilizar algunos puntos estratégicos de la Sierra Nevada de Santa Marta; en algunos sectores se han visto banderas alusivas a la guerrilla del ELN. Esos no son hechos aislados, tienen que ver con la disputa por el control territorial en esta parte del país.
¿Cómo ha afectado históricamente esa disputa a los pueblos de la Sierra?
En la Sierra habitamos cuatro pueblos: kankuamo, Wiwa, Arahuaco y Kogui. Contra todos se ha ejercido una violencia de larga duración que, en el caso de los Kankuamo, ha dejado más de 450 indígenas muertos en medio de bombardeos, masacres y asesinatos selectivos, así como víctimas de desaparición forzada. Hace menos de una década, el 40% de la población Kankuamo se desplazó a ciudades como Valledupar, Bogotá, Santa Marta, Riohacha y Cartagena. En el caso del pueblo Wiwa, su población ha vivido masacres como la de El Limón, algo que también han sufrido los pueblos Arahuaco y Kogui.
Estas situaciones, que parecían haber quedado en el pasado, reviven en la actualidad ante la nueva disputa por el control territorial. En la Sierra eso nos preocupa mucho, porque los pueblos que la habitamos sabemos lo que es eso y no queremos que vuelvan a presentarse hechos de violencia.
En general, los pueblos indígenas luchan por sobrevivir mientras exigen presencia y atención del Estado ¿Cuánto llevan en esa lucha?
La situación de los pueblos indígenas en Colombia es de resistencia, de lucha, de reivindicación de derechos que nos pertenecen como pueblo y como sujetos políticos. Derechos que están reconocidos en la Constitución Política de Colombia de 1991. Es una lucha que ha tomado siglos.
Podemos decir que las luchas recientes de los pueblos indígenas colombianos se han intensificado y visibilizado porque la situación que vivimos no da para menos. En esa lucha hay cuatro principios que son: defender nuestra cultura, mantener la unidad, defender el territorio y lograr nuestra autonomía. Por esos principios es que los diferentes actores armados, legales e ilegales, incluido el mismo Estado, han querido dominar a los pueblos indígenas del país.
En los últimos años hemos tenido, mínimo, una minga, ya sea de carácter nacional o regional, que ha generado cierta atención por parte del Estado. Pero habría que decir que si los pueblos indígenas viviéramos tranquilos y tuviéramos nuestros territorios, no requeriríamos una atención estatal. Requeriríamos, realmente que se dé un diálogo de gobierno a gobierno y que ese diálogo sea respetuoso, como lo manda la Constitución de 1991, para lo cual debe haber un reconocimiento de las autoridades indígenas en toda su integralidad.
Entonces las diferentes movilizaciones y luchas que se han dado últimamente, lo que buscan es mantenernos vivos ante un genocidio que es evidente día a día en Colombia, con asesinatos y hostigamientos a la población. No es una situación aislada, los indígenas hemos determinado que se trata de un exterminio físico y cultural por parte de todos los actores de este país, que no quieren entender la diversidad de los pueblos ni permitir que los indígena puedan tener una defensa de la vida y el territorio. Eso hace que nos estén exterminando, pero también nos da fuerzas para seguir resistiendo: no podemos seguir quietos ante situaciones que nos están matando todos los días, no solo a nosotros, también a la vida de la Madre Tierra.
Para los pueblos de la Sierra Nevada ¿cuál sería una solución efectiva a sus problemas?
Una de las principales propuestas que tenemos los pueblos indígenas en el Consejo Territorial de Cabildos Indígenas de la Sierra, es que el Estado colombiano y los diferentes actores del conflicto respeten la autonomía de los pueblos indígenas: la de sus cabildos, sus gobernadores, sus territorios. Que se respete y que se implementen los derechos que hemos consagrando como pueblo a lo largo de toda esta historia de reivindicaciones.
Consideramos además que una solución para que se dé la estabilidad, armonía y equilibrio de la Sierra Nevada de Santa Marta, que es el corazón del mundo, es la implementación y reconocimiento real, efectivo e integral del Decreto 1500 de 2018, el decreto de la Línea Negra que delimita nuestros territorios sagrados. Con la implementación de este decreto podemos decir, con toda seguridad, que se va a tener una solución efectiva, porque: ¿quiénes más que protegen el agua, el aire, el territorio, la naturaleza, sino los pueblos indígenas? Eso obedece a que desde nuestra Ley de Origen, desde nuestro conocimiento mayor como pueblos, concebimos que en la Sierra existen todos los padres y madres de lo que existe en la humanidad. Si les hacemos pagamento, si le hacemos ritual a la armonización de estos puntos sagrados donde están los padres y madres de todo lo que existe en el mundo, podrá haber un equilibrio y una armonía en el mundo. Eso generará soluciones reales, claras y efectivas para que haya estabilidad.
¿Y siente que eso es viable en la actualidad?
Eso es viable siempre y cuando haya voluntad política por parte del gobierno nacional y por los gobiernos departamentales y locales. Consideramos que está cercana y es viable porque ya hay un instrumento jurídico que logra ese reconocimiento y le da viabilidad constitucional a la delimitación de estos territorios sagrados.
Lo que consideramos es que debe haber sensibilidad, voluntad e incidencia política, y un entendimiento para reconocer que realmente el territorio tiene vida y que por eso hay que protegerlo, respetarlo, darle garantías para que se revitalice. No podemos seguir pensando que el desarrollo en los territorios indígenas tiene que seguir siendo la explotación, la exploración, el desarrollo a costillas de usufructuar todo lo que nos brinda la tierra. Es importante que eso se entienda y, en el marco de ese diálogo, se puedan dar situaciones que ayuden a contrarrestar estos desequilibrios que están pasando.
También hay que lograr que se reconozca a las autoridades indígenas como autoridades ambientales. Eso nosotros lo sabemos, lo somos, lo hacemos efectivo. Pero en el país tiene que haber una reglamentación, un reconocimiento desde el Estado Social de Derecho. Eso nos ayudaría a generar otro tipo de estrategias para la defensa de la vida y la naturaleza en los territorios de los pueblos indígenas que, evidentemente, benefician a toda la humanidad.
Entre los pueblos indígenas de Colombia, los de la Sierra Nevada tienen una alta visibilidad, pero, ¿eso basta para que se conozcan todas las dificultades que atraviesan?
Los cuatro pueblos de la Sierra hemos tenido visibilidad en el país. Hemos incidido en el Movimiento Indígena Colombiano, pero también en el Movimiento Indígena Mundial, donde hemos logrado reconocimiento y respeto como ejemplo de espiritualidad, de resistencia pacífica, de lucha.
Sin embargo hay situaciones poco conocidas. Una de esas es el tema del cambio climático en los territorios de la Sierra. Es una problemática evidente: los picos nevados más altos de la Sierra, que es la montaña costera más alta del mundo, cada día pierden más capacidad de nieve y de agua.
También está el tema de nuestra espiritualidad, que es algo muy privado, muy sagrado, muy propio de los pueblos de la Sierra que tienen su espacio y su momento. Quizás se conoce un poco sobre los pagamentos a la naturaleza, pero es algo muy general porque hacerlo y vivirlo en la cultura serrana tiene otras implicaciones y connotaciones que muy poco se conoce en el país. Y para eso hemos invitado a hermanos indígenas y no indígenas para que puedan conocer nuestra cultura y nuestra vivencia desde el sentir y el pensar de la misma tierra que nos parió, nos ha criado, nos ha mantenido en resistencia. Pero más que se conozca, queremos que se respete y que siga existiendo.
Otro tema es el de la imposición de la religiosidad que se ha querido hacer a los pueblos de la Sierra con las diferentes religiones y que pone en desarmonía a las comunidades dentro del territorio. Eso genera disputas situaciones que se han venido tratando desde el gobierno propio de las comunidades.
Ante estas situaciones, ¿qué mensaje le enviaría a la población colombiana?
El mensaje que le mandaríamos a la sociedad colombiana y a la humanidad es que no nos sigan matando, no solo con armas, también con el tema de la discriminación, el racismo, el desconocimiento. Que nos permitan vivir para seguir salvaguardando la vida y el territorio de la Sierra Nevada. Que nos permitan vivir en nuestros territorios de manera autónoma, vivir nuestra cultura y nuestra espiritualidad que ayuda a que todo pueda equilibrarse y mantenerse en armonía.
Pedimos que nos permitan seguir cantando, que nos permitan seguir danzando, que nos dejen morir de viejos en nuestra sierra, en nuestras selvas, en nuestras montañas, cumpliendo con nuestra Ley de Origen, cumpliendo nuestro objetivo como pueblos, como seres delegados en este mundo para mantener ese equilibrio entre lo positivo y lo negativo, lo de arriba y lo de abajo.
Lo otro es que se den la oportunidad de escuchar, de la viva voz y la viva memoria de los pueblos, nuestras propuestas para este país. Nosotros consideramos que los pueblos indígenas tenemos mucho conocimiento para poner al servicio del país y de la humanidad para contrarrestar múltiples situaciones que desarmonizan el territorio.
También queremos que se reconozca al territorio como Madre Tierra, como un ser que tiene vida y del que nosotros no somos los dueños. Nosotros solamente hacemos parte de ella. Y hacer parte de ella es también reconocerle su dinámica y sus posibilidades de vida.
Lo que le pedimos a este país es que haya conocimiento, entendimiento, mucha espiritualidad desde las diferentes expresiones de culto que cada uno tenga, pero que eso lleve a un solo fin que queremos los pueblos de la Sierra y los pueblos indígenas: la paz. Una paz que se traduce en mantener el equilibrio y la armonía de la Madre Tierra. La paz no es solo dejar las armas, es poder vivir tranquilamente en los territorios, es tener equidad social, es reducir las brechas socioeconómicas en todo el país, en la Colombia profunda que muchos desconocen y muchos quieren invisibilizar.
Y hacemos un llamado para que las personas se auto reconozcan y que ese auto reconocimiento sea de corazón, de voluntad, y lleve a seguir uniéndonos en medio de la diversidad. Eso es fundamental: que la sociedad colombiana se reconozca y pueda reconocer esa diversidad que lleva dentro. Que esa diversidad sea una mayor riqueza para poder contrarrestar estas situaciones que se nos están presentando hoy en el país y en la humanidad. El llamado es a la unidad, a estar conectados con la Madre Tierra, a estar tranquilos con nosotros mismos, con la familia, con la comunidad, con el territorio y con todos los que lo habitamos.
Próximamente el sexto informe: Por oponernos a la minería, los indígenas de Eje Cafetero sufrimos amenazas y asesinatos: Arbey Gañan