Durante la campaña presidencial se dijo que el candidato Guillier importaría las políticas de Maduro para gobernar Chile. Se hablaba de Chilezuela. Hace décadas, durante la campaña presidencial del año 1964, cuando Cuba estaba de moda, también se utilizó el terror para frenar la candidatura presidencial de Salvador Allende. Ya instalado Piñera en el gobierno, cuando emergió el estallido social, la derecha intentó, sin éxito, culpar al chavismo por la protesta. Como las vueltas de la vida son sorprendentes, ahora reaparece Chilezuela, pero bajo una forma muy distinta a la que agitaron sus promotores.
En efecto, una investigación del diario electrónico El Mostrador (07-07-2020) revela sorprendentes vínculos entre una empresa chilena, ligada a Venezuela y el propio gobierno de Chile. No se trata de política, sino de negocios y aparentemente de hechos corruptos.
El gobierno de Piñera, para aliviar los dolores que sufre la familia chilena con la pandemia, tomó la decisión de distribuir directamente cajas de alimentos, en vez de dinero a los más pobres. Decisión equivocada, porque existen evidentes obstáculos burocráticos para llegar directamente con los alimentos a todos los necesitados y por cierto ello deja al margen a los sectores medios. Pero además esa iniciativa cerraba las puertas para que los pequeños almacenes, muy afectados por la crisis, vendieran sus productos.
Así las cosas, el gobierno compró alimentos por 8 mil millones de pesos a la empresa Ramais Ltda., de estrechos vínculo con petroleras venezolanas, y que está siendo investigada por lavado de activos en tribunales norteamericanos. Estos antecedentes eran perfectamente conocidos por el gobierno chileno, gracias a la información entregada por la agencia nacional de inteligencia (ANI).
En efecto, la ANI informó detalladamente a las autoridades correspondientes sobre las actividades de la empresa Ramaia y, en particular, sus exportaciones de alimentos a Venezuela en los años 2018 y 2019, con sobreprecio, tres o cuatro veces por sobre su valor. Por ello resulta inquietante y extraño que el gobierno no vacilara en comprar a esa empresa cajas de alimentos para atender la crisis del coronavirus. Y, el gobierno de Chile también compró con sobreprecios ¿Irresponsabilidad o corrupción? La Fiscalía Regional del Biobío abrió una investigación por el delito de lavado de activos, la que se agrega al caso que instruye la Corte del Distrito Sur de La Florida, donde aparece Ramaia, junto a empresas petroleras venezolanas.
Al final de cuentas, el gobierno de Piñera, enemigo declarado del chavismo, supera prejuicios y diferencias ideológicas para comprar alimentos a una empresa chilena, ligada a petroleras venezolanas, y con antecedentes oscuros. Lo hace plenamente consciente de los hechos y, además, compra a precios superiores a los normales. Es lo de siempre. Cuando se trata de negocios o de negociados la ética y la ideología pueden olvidarse. La plata manda.
Es lo de siempre. La caja fiscal es reticente y avara cuando se trata de entregar ingresos de emergencia a las familias modestas y sectores medios. No es avara, en cambio, cuando se trata de comprar con generosos sobreprecios cajas de alimentos o contratar con sobreprecios residencias de aislamiento para compatriotas infectados con el virus. Tampoco es avara cuando se trata de entregar recursos a las grandes empresas en crisis.
Los neoliberales viven en medio de un doble discurso. Por un lado, desprecian al Estado y le exigen reducirse al mínimo cuando se trata de impuestos y de políticas sociales. Pero, a la menor oportunidad para engordar sus billeteras lo utilizan sin vacilaciones. Ahora conocemos la verdad sobre Chilezuela.