Desde 2014, el autor de este artículo¹ desarrolla en varias regiones de Pernambuco, un proyecto que tiene como objetivo transformar los espacios educativos a través de la no violencia. Este es su testimonio entusiasta, después de una reunión realizadas con colegas de 70 escuelas pernambucanas.

 

Por Vinícius Pereira Tavares¹

¡Hola amigos! Quería compartir en estos entornos virtuales una experiencia que tuve recientemente.

En la tarde del 17 de junio de 2020, participé en una reunión virtual con profesionales de la educación de varias escuelas de Pernambuco y el tema de esta conversación fue Planificación y organización de la noviolencia en la escuela.

Yo estaba entusiasmado, pero no esperaba que el nivel de la reunión fuera tan alto. Todo me sorprendió: desde las preguntas y la sintonía de los participantes, hasta las respuestas que yo mismo di (algunas bien inspiradas), la complicidad de los responsables del sector de mediación de conflictos y cultura de paz de la Dirección Regional de Educación y, sobre todo, me sorprendieron los testimonios finales que señalan que algo nuevo había nacido.

Comencé explicando que nuestra breve reunión no trataría de la dinámica de la humanización, ni de la importancia de la humanización o la no violencia. Sería directo y sencillamente, dedicada a planificar y organizar la no violencia en las escuelas. Sin darme cuenta, mandé una señal a los que ya estaban en camino, sin justificar la importancia ni discutir nada. No envié la señal a los incrédulos, sino a la persona que ya se había decidido, y la señal fue captada. Y para mi sorpresa, la sintonía fue total. Puede parecer arrogante, pero los vi como pares, sí, pares de humanización. Declaraciones en la misma dirección, preguntas de los que ya decidieron el camino, de los que ya fracasaron y resolvieron seguir adelante.

No sé cómo creció, pero la expectativa de la reunión era de 20 a 30 personas y fuimos casi 70. Estamos hablando de un universo de 100 escuelas, y cada una de estas personas representa una de ellas.

Hablamos de muchas cosas:

  • Hablamos de cómo la humanización de las escuelas debe centrarse en los espacios humanizadotes colectivos, diversos y sinceros. Mientras hablaba, recordaba los retiros, las reuniones, los debates y la recepción de los amigos humanistas. Sin darme cuenta, me conecté con esta verdad interior, tiré la botella al mar y rápidamente fue recogida.
  • Hablé de la importancia de tener un plan que incluya procesos y pasos para abordar un conflicto. Me vino a la mente nuestro método, nuestra forma y sobre todo nuestro compromiso. Por qué desarrollar algo considerando un proceso, requiere un compromiso para salir de las acciones reactivas de combate a la violencia. Otro punto fue la importancia de desarrollar roles y protocolos para actuar sobre las diversas formas de violencia.
  • Muchos preguntaron cómo involucrar a los profesores y estudiantes en este proceso. Y al usar la explicación de la acción válida, quedó claro para todos que si es coherente se querrá repetirla, si es válida, otros se sumarán. Dije que el proceso de humanización es bueno y que creyeran en mí. Háganlo y verán. Y parece que creyeron. Sobre los roles y protocolos hablé de la importancia de aprender nuevos roles para afrontar nuevos retos.
  • Preguntaron cómo sería la «nueva normalidad» en la escuela. Esto me dio una pista de que se quiere una nueva vida diaria, una nueva escuela, de que se necesita establecer nuevas relaciones. Parece que este término fue acuñado por el virus y la pandemia. Me equivoqué, hoy vi su verdadera raíz y significado. Ya estaba buscando manifestarse, pero no tenía cómo. ¡Viva la nueva normalidad! ¡Vivan las noticias que vienen! El término es nuevo, pero el deseo es antiguo.
  • Las analogías humanistas nunca han sido tan apropiadas. Fuego ambiente en lugar de fuego directo; el camino del agua (el camino más fácil); el andamiaje de una construcción… Y lo mejor, nunca tuvieron tanto sentido. El fuego directo representó la mediación o el castigo en la escuela y el fuego ambiente representó la esfera humanista, la esfera transformadora. El camino del agua sería buscar corazones abiertos para seguir este proceso juntos. Los andamios serían el propio núcleo, que construirá algo más grande que él mismo.
  • El clima era tan alto que incluso hablamos de la importancia de hablar de la muerte en la escuela. Así es, de la muerte, el mayor de los tabúes. Desafortunadamente, llegó a partir de la tragedia de ver a estudiantes y profesionales perder a sus seres queridos. Miren qué locura, la escuela abriéndose a los temas centrales de la vida. Sin pudor, sin miedo y con un ambiente acogedor. Me sorprendí y me alegré con estas puertas que se abrieron. No es obvio: podría ser distinto, podrían haber sido totalmente indiferentes, pero vieron otra prioridad. Miraron a su lado y vieron gente sufriendo y ya no calendarios y exámenes. Vieron gente, y eso es muy nuevo.

Parece estar clara la necesidad de humanismo en la educación y parece que esa puerta está abierta. Sé que mi historia es un poco confusa y desordenada, pero ya se sabe cómo son estos testimonios emotivos, salen apurados, chocándose con todo.

Vinicius com con el grupo del II Encuentro de Educación Humanizadora y No Violencia, setiembre 2018


¹ Humanista, sociólogo y coordinador del proyecto No Violencia en las Escuelas.

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