Dolió en el alma el 10%. No sólo a las AFP sino al Gobierno, a los grandes empresarios, y a los economistas, de uno y otro bando. La aprobación en la Cámara de Diputados del retiro del 10% de los afiliados a las AFP revela que el neoliberalismo no es intocable y que ahora su destino no está asegurado. Es lo que más preocupa a la oligarquía económica y a los políticos y economistas que la protegen.
“No más AFP” fue el detonante, pero la rebelión del 18-O amplificó los cuestionamientos al modelo económico, y muy especialmente a las AFP, pilar fundamental que financia los grandes negocios. Con el Covid-19, y los largos meses de confinamiento, el hambre y la desesperación de la población han exigido respuestas; pero, éstas no han llegado o son tardías. Así las cosas, más del 80% de la población defiende hoy día el retiro de los fondos, capturados por las AFP.
El gobierno de Piñera lo ha hecho mal. En lo sanitario, las cifras son parecidas a los peores momentos que han vivido España e Italia durante la pandemia. En lo económico, la paralización de las pymes, la escasez de ingresos de los desempleados, de trabajadores independientes e informales no encuentran una respuesta satisfactoria en las autoridades. El gobierno ha sido irresponsable e insensible frente al hambre de los pobres. Y ello los ha obligado a salir a la calle para encontrar alguna fuente ingresos que les permita alimentar a sus familias.
A diferencia de Europa, Asia, Estados Unidos y países de América Latina, el gobierno chileno ha sido avaro para atender las necesidades de la población. En todo el mundo, las políticas keynesianas han renacido y entregan ingresos a los confinados para enfrentar la crisis. Se ha privilegiado la vida. En Chile, en cambio, el gobierno se resiste a entregar los recursos que necesita la población para mantener el confinamiento. Sus economistas cuidan el “riesgo país” y temen que, si ahora no son cautelosos con los recursos, a futuro se verán obligados a aumentar impuestos a los ricos. Han privilegiado los negocios.
Existiendo sustanciales ahorros en el país y un significativo margen para endeudamiento internacional, el gobierno ha optado por dilatar la entrega de recursos, y con montos insuficientes: primero, unos miserables 65 mil pesos por persona, los que se ampliaron a 100 mil pesos, gracias a una sostenida presión ciudadana y parlamentaria; luego, vinieron unas discutibles cajas con alimentos, las que no llegaron a todos los necesitados.
Sin embargo, el ingreso familiar de emergencia (IFE) y las cajas de alimentos no llegan con eficiencia a los pobres y no consideran a la clase media. La majadera focalización neoliberal es una política fracasada.
Frente a la demanda de los sectores medios, el gobierno optó por una poco inteligente medida: ofrecer préstamos. Una propuesta de créditos blandos y la prórroga de los pagos hipotecarios generaron indignación en una población crecientemente endeudada. Deudas y más deudas a una clase media que ya se ha empobrecido, y que no tiene como pagar resulta inconcebible.
Ante la inaceptable oferta gubernamental, y transcurridos más de cuatro meses de incertidumbre, surge la iniciativa de un grupo de parlamentarios regionalistas para el retiro del 10% de los fondos que cada afiliado tiene en las AFP. Como el gobierno se resiste a entregar recursos que urgentemente necesita la población no dejó más alternativa que apelar a los ahorros propios. Medida práctica, y respaldada abrumadoramente por la población. La filosofía es simple: es mejor tener dinero hoy día para no morir de hambre ya que de todos modos las pensiones que entregarán las AFP en el futuro serán miserables.
Así las cosas, la Cámara de Diputados aprobó, en general, y luego en particular, el retiro del 10% de los fondos de los afiliados en las AFP, a pesar de las medidas de última hora del gobierno y al intenso lobby sobre sus propios parlamentarios rebeldes. Le fue mal al gobierno, porque los diputados de oposición en bloque y un significativo número de oficialistas permitieron alcanzar la mayoría necesaria para el cambio constitucional.
El gobierno de Piñera ha quedado en condiciones de extrema debilidad, por su incapacidad para entregar recursos a una ciudadanía desesperada y también porque no tiene fuerza para ordenar a sus propias filas. La derecha, el gran empresariado y los economistas, de gobierno y buena parte de la Concertación/Nueva Mayoría están desesperados porque el retiro del 10% de los fondos AFP abre camino para terminar con el pilar más importante del modelo económico.
Para gente sensible e inteligente de la derecha, como el presidente de Renovación Nacional (RN), Mario Desbordes, la inoperancia del gobierno tiene como principal responsable a Cristián Larroulet (para no mencionar a Piñera), el jefe del segundo piso de la Moneda. Su dogmatismo neoliberal, es el que se impuso a los ministros de Hacienda y del Interior. Ello explica que Desbordes se abriera a la opción del retiro del 10% y que se abstuviera al momento de la votación en la Cámara de Diputados.
Las AFP han resultado damnificadas. En medio de su desesperación están operando como un partido político más. En efecto, AFP Hábitat envió directamente una carta para amedrentar a sus afiliados en que califica a la decisión de la Cámara de Diputados, como “un error histórico.” Algo similar hicieron el resto de las AFP.
Por su parte, el empresariado traspasó las fronteras gremiales para invadir directamente ámbitos políticos y legales. Entregaron una furibunda declaración, (Mercurio 13-07-2020, que cuestiona la constitucionalidad de la medida, olvidándose que la aprobación cuenta con el quorum correspondiente de los 3/5, según la actual Constitución. Agregaron, de forma irresponsable, que el retiro del 10% pone en riesgo la estabilidad democrática del país. Y, van incluso más lejos, al hablar, como en otros tiempos, sobre la utilización de “resquicios legales”.
Los términos amenazantes que utiliza el empresariado frente a la aprobación del 10% son preocupantes y demuestran, una vez más, que cuando ven amenazados sus intereses, no vacilan en patear el tablero.
La aprobación del retiro del 10% cambia el sentido común. Modifica lo intocable. Gracias al movimiento ciudadano “No más AFP”, a las protestas de 18-O y a la pandemia, gran parte de los políticos han entendido que la protección de la vida es un valor superior a los negocios de las grandes empresas.
No sabemos todavía como terminará esta historia. Está pendiente la votación del Senado y probablemente aparecerán, en los próximos días, los leguleyos de siempre, que intentarán fórmulas para impugnar la constitucionalidad del 10%. Como sea, la votación de la Cámara de Diputados ha debilitado la fortaleza de las AFP, provocando de pasada una insospechada crisis en la derecha.