En 1960, 17* países africanos logran independizarse. Las esperanzas puestas en el continente son inmensas. Pero el contexto internacional impondrá sus limitaciones: neocolonialismo, Guerra fría, globalización neoliberal pesaran sobre los nuevos Estados en un momento en que el continente se enfrentaba a un crecimiento demográfico muy fuerte y a una urbanización descontrolada.
¿Qué conclusiones se pueden sacar en estas condiciones de los últimos sesenta años? ¿Han cumplido las independencias sus promesas? ¿Cómo ha evolucionado la situación política y económica? ¿Cómo se han transformado las sociedades civiles? ¿Han encontrado su lugar las mujeres y los jóvenes?
Pressenza entrevistó a Amzat Boukari-Yabara, doctor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, historiador y activista panafricano.
Continuamos en esta cuarta parte, estudiando la cuestión de la juventud africana.
* Dahomey (ahora Benín), Alto Volta (ahora Burkina Faso), Camerún, República Centroafricana, Chad, Congo-Brazzaville, Congo-Kinshasa, Costa de Marfil, Gabón, Mali, Madagascar, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Somalia, Togo.
La juventud africana jugó un papel esencial en las luchas por la independencia. Y el continente vio su población multiplicarse por cuatro ya que pasó de 300 millones de habitantes en 1960 a 1300 millones en la actualidad. La juventud ocupa por lo tanto un lugar central en las sociedades contemporáneas.
¿Qué avances ha habido en materia de educación en los últimos 60 años? ¿Cómo esta juventud ha aprendido a hacerse oír?
La demografía africana está sacudiendo al mundo. Entre el siglo XVI y el siglo XIX, África perdió probablemente varias decenas de millones de seres humanos debido a la trata de esclavos, lo que también repercutió en el sistema educativo africano y los métodos basados en la iniciación o la oralidad. Cuando el conocimiento transmitido de generación en generación fuera del ámbito escolar tradicional se enfrenta a una ruptura generacional vinculada al tráfico o a la deportación, la cadena de conocimiento se rompe. África vivió un fuerte declive demográfico del que se ha ido recuperando desde la década de 1990, de manera más exponencial que explosiva. El continente se está poniendo al día, pero esto se produce en un contexto de dependencia económica y de crisis social. La evolución demográfica implica inversiones en la juventud, la salud y la educación, categorías y sectores que no son prioridades presupuestarias.
La educación africana ha mantenido un esquema colonial siguiendo las normas francesas, americanas o británicas, pero sin disponer de medios para hacerlo. Así, la educación no se imparte realmente en idiomas africanos, salvo en algunos países de África oriental, lo que constituye una desventaja para niños que deben dominar primero un idioma extranjero que les permita acceder a conocimientos que por lo mismo, pueden parecerles lejanos. Historiadores como Cheikh Anta Diop o Joseph Ki-Zerbo han propuesto que las humanidades clásicas africanas, en particular las ciencias y escrituras del Egipto faraónico, cuyos rastros pueden encontrarse en casi todas partes en las culturas africanas, deberían utilizarse como base para reconstruir un núcleo cultural para África. Diop y Ki-Zerbo trabajaron en el proyecto de La Historia General de África para la Unesco, o a nivel del Consejo Africano y Malgache de Enseñanza Superior (CAMES) o del Consejo por el Desarrollo de la Investigación en Ciencias Sociales en África (CODESRIA). Si bien estas instituciones existen, el continente africano dispone de menos de cien investigadores por millón de habitantes, frente a mas de tres mil por millón de habitantes en los países del Norte. Esta es una consecuencia de la fuga de cerebros, pero también del maltusianismo intelectual de parte de regímenes que no están de acuerdo con el desarrollo de una masa crítica.
Teóricamente, los gobiernos tratan de alcanzar la tasa de matriculas exigidas por los organismos internacionales, sin preocuparse demasiado de las condiciones de enseñanza, con clases a menudo sobrecargadas y mal equipadas, con profesores mal pagados, salvo en unos pocos establecimientos de prestigio que suelen servir de vitrina nacional. Las escuelas privadas también han tenido mucho éxito. Las realidades hacen que muchos niños no tengan acceso a una educación en condiciones decentes, por supuesto, con variaciones de un país a otro. En cuanto a las universidades, no disponen de medios suficientes para existir a nivel internacional, con la excepción de algunas muy buenas universidades sudafricanas, del norte de África o nigerianas, así como algunas escuelas de negocios privadas muy conocidas.
Los países africanos no ejercen su soberanía sobre la educación buscando valorizar otros tipos de conocimientos y de campos de estudio que podrían ser más adecuados a la economía local. En lugar de buscar referencias endógenas, África toma prestado su modelo educativo de países occidentales que poseen una sociología muy diferente. La formación científica, técnica y tecnológica podría desarrollarse y valorarse a nivel de escuelas, universidades y laboratorios africanos, siempre que las estructuras de enseñanza e investigación estén vinculadas al mundo profesional e industrial. Hoy en día, la mayor parte de las investigaciones sobre África se realizan fuera del continente, en nombre de intereses de la investigación extranjera. Los créditos escolares, las becas, las condiciones de estudio no siempre permiten continuar las investigaciones hasta la etapa de un doctorado, de ahí el problema endémico que es la fuga de cerebros. En este contexto de desigualdad social, las revueltas escolares, de la escuela secundaria o de estudiantes son, por lo tanto, frecuentes, generando a veces años en blanco en algunos países. En resumen, el numero de titulados plantea la dificultad estructural de las sociedades africanas, poco industrializadas y con déficit de energía, para crear empleo local y buenas condiciones para ejercer el trabajo. A esto se agrega la presión demográfica que hace que una parte de la juventud pruebe suerte para llegar a Europa a través del Mediterráneo, arriesgando la vida. Los náufragos son cada vez diplomados, a veces son estudiantes a quienes se les rechazó la visa para venir legalmente a Europa.
Y luego, la juventud africana debe rebelarse para hacerse oír por las gerontocracias y dirigirse también a quienes patrocinan a los presidentes africanos. Al venir constantemente a hablar a la « juventud africana » como lo hizo con los estudiantes seleccionados en la Universidad de Ouagadougou en noviembre de 2017, Macron adhiere a la misma arrogancia que Sarkozy cuando sostuvo en el anfiteatro Cheikh Anta Diop de la Universidad de Dakar que África no ha entrado suficientemente en la historia. Una mirada que infantiliza a África con el pretexto de que es « joven». Volvemos al cambio demográfico en el continente, con la población mas joven del mundo pero con los más ancianos dirigentes en promedio de edad. Esta proporción significa que dentro de dos o tres décadas, África debería ser gobernada por hombres y mujeres con una visión del mundo muy diferente, que han crecido en espacios conectados, imbuidos de tecnología y de redes sociales, y por lo tanto, capaces de practicar la política de manera diferente La clave de esta transformación es una revolución educativa y pedagógica que forma parte de una revolución cultural más amplia, como encontrar la manera de que los países africanos produzcan su propia elite desde el principio hasta el final, sin rupturas. Los países de habla inglesa ya están más avanzados en este sentido. Las universidades de Etiopia, Nigeria, Uganda, Kenia, Ghana y Sudáfrica, por ejemplo, logran formar y pos formar los dirigentes en estos países y así vincular la política escolar y universitaria a la solución de problemas nacionales.
Serie completa: Hace 60 años, la independencia de África. ¿Qué conclusiones?
- Una democracia inacabada
- La dependencia económica, todavía
- Sociedades movilizadas
- Una juventud bajo presión
- Las mujeres en el corazón de la emancipación
Traducción del francés por Beatriz Barros