Rachid Koraichi, artista argelino de 73 años que vive en París, es conocido alrededor del mundo por incluir números, letras, símbolos místicos y señales en sus obras de arte. Es también un crítico franco de los desafíos que encaran con frecuencia las personas en Oriente Medio y el norte de África, desde el racismo hasta la inmigración y la pobreza.
“No podemos permanecer sentados y trabajar en una burbuja sin pensar acerca de nuestro entorno y lo que sucede a nuestro alrededor”, dijo Koraichi en una entrevista para Global Voices. “En muchos países aún existe un enorme sufrimiento”.
En 2019, en respuesta a las devastadoras olas de migrantes que perdieron la vida en busca de una vida mejor, creó un cementerio en Túnez llamado “Jardin d’Afrique” (“Jardín de África”), que sirve “como lugar de sepultura y monumento conmemorativo para los migrantes que murieron en el mar Mediterráneo”. Decenas de víctimas que fallecieron ahogadas están enterradas ahí.
El sufismo, la poesía, la filosofía y los versos del Corán ejercieron una fuerte influencia en la concepción del mundo de Koraichi, y sus obras se han exhibido por todo el mundo durante décadas, desde exhibiciones individuales en Nueva York hasta ferias de arte, como Frieze y la Feria del Arte Africano Contemporáneo 1-54.
Rachid Koraichi, de la serie Una Nación en Exilio.
Koraichi es pintor, escultor y calígrafo, y su obra incorpora poemas y citas de místicos sufíes como Rumi y Al-Arabi y el poeta palestino Mahmoud Darwish, y crea un universo misterioso y conmovedor que ofrece a la audiencia la oportunidad de disfrutar su belleza, independientemente de la complejidad que puedan representar las palabras para muchos.
Expreso mi agradecimiento a Dheeya Somaiya de Aicon Art por hacer posible esta entrevista. A continuación, pasajes de la entrevista:
Omid Memarian: ¿Cuál es tu mayor inspiración, algo que te haya impulsado a producir arte por décadas, ya sea mediante esculturas, pinturas o cerámica?
Rachid Koraichi: Materialicé el sueño de mi madre. Ella dibujó bastante, desde muy chica. Recibió el gran premio de dibujo de Francia (en esa época, Argelia era una colonia francesa). Evolucioné en esta dirección, a menudo bajo su supervisión. Cuando trabajaba, se paraba detrás de mí y observaba mi progreso, cómo fluían las cosas, cómo se desarrollaba el lienzo, y así sucesivamente. Para mí, sentir que mi madre me observaba por encima del hombro fue muy importante.
En realidad, fue la continuación de lo que a ella le hubiese gustado realizar en su juventud y quizá en su vida adulta, algo que no pudo lograr por muchas razones. Tuvo que suspender sus estudios después de que se casó. Tuvo muchos hijos, lo que significó que ya no pudo realizar lo que ella quería realizar.
Cuando imagino a mi madre, siempre la veo cocinando para toda la familia, luego, se traslada y se posiciona detrás de mí para observar la pintura en la que he estado trabajando por algunos días, sin mencionar palabra alguna. Se retira y, de vez en cuando regresa. Aún siento su mirada en mi espalda, sin que esté presente; la ternura, el afecto y el deseo que su hijo produzca arte
Rachid Koraichi, Madrid, 2018. Créditos: Aicon Gallery.
OM: Mahmoud Darwish, el famoso poeta palestino, tiene una fuerte presencia en tu obra, entre lo que podemos mencionar la exhibición “El camino de rosas/El poema de Beirut/Una nación en exilio”. ¿Cuál es la conexión que existe con él y tus poemas? Y, ¿cómo ha formado parte de su vocabulario visual de manera persistente?
RK: El vínculo y la conexión que existe con Mahmoud Darwish viene desde hace varias décadas. Ciertamente, Mahmoud Darwish es un poeta relevante de la causa palestina, que resultó ser también una causa importante para las personas de todo el mundo árabe, el mundo islámico y las personas en todos los países que buscan la paz y una descolonización verdadera, ya que en la actualidad la historia de Palestina nos plantea interrogantes a todos acerca de su pasado, su presente y ciertamente su futuro.
Cuando Mahmoud Darwish murió, anunciaron un periodo de duelo nacional de tres días, lo que es poco común en un Estado que apenas existe como territorio definido, particularmente para un poeta. Esto habla de su importancia profunda.
Mahmoud se marchó de Beirut y se asentó en Túnez donde le asignaron una casa en Sidi Bou Said. Allí tuve un taller. Esta casa perteneció a mi amigo, el pintor Ali Belaada. Fue un artista y un hombre maravilloso. Fuimos vecinos. A Mahmoud le encantaba cocinar, pero a mí no, así que ese fue el inicio de lo que se convirtió en un vínculo fuerte. Nos reuníamos todos los días, pasábamos las tardes y las noches juntos, y luego un día le dije: “Oye, Mahmoud, en tanto que tú y yo estemos aquí, produzcamos juntos cuanto podamos, llevemos las cosas más adelante, reflexionemos al respecto”.
Lo que me interesa de Mahmoud Darwish es su escritura: el momento, la historia, el pulso que desencadena la redacción del texto poético. No se trató de la ilustración, no soy ilustrador, soy artista visual.
Establecí también una conexión con Mahmoud Darwish a través de Jalaluddin Rumi, quien era el padre espiritual de Dariush. Hubo una obra que giró en torno a su espiritualidad que estaba relacionada con la danza y la música, y esto en particular se oponía a los islamistas que prohibieron la radio, la televisión, la música, la danza y las artes. Rumi es un maravilloso místico islámico que fijó su filosofía y pensamiento. La danza como elemento es un eje fundamental de su filosofía y misticismo.
Rachid Koraïchi, instalación de tres montajes. Créditos: Aicon Gallery
OM: ¿Cuál es el papel que juegan los artistas, particularmente los que han tenido acceso a las plataformas mundiales en moldear y cambiar narrativas para afrontar los problemas importantes de nuestra época, como la inmigración, el racismo y la intolerancia/injusticia?
RK: No podemos permanecer sentados y trabajar en una burbuja sin pensar en nuestro entorno y lo que nos rodea. En muchos países aún existe un sufrimiento inmenso.
Analicemos la experiencia de la independencia: lamentablemente, casi todos los países que se sublevaron contra la colonización occidental terminaron bajo la suela del dictador en sus propias naciones.
Es serio. Antes, tuvimos una causa definida por la cual luchar. Muchos inclusive estuvieron dispuestos a morir. Pero hoy, vemos que nuestros dirigentes saquean sus países y a su pueblo. No podemos permanecer sentados ociosamente y aceptar esto. Mira a Argelia: tras siete años de guerras terribles, quisimos un nivel de existencia que no nos concedieron. Nuestros líderes siguieron comportándose casi como dictadores, torturadores, ocupantes. Quizá las cosas cambiarán; el mundo cambió y albergamos la esperanza que las cosas serán diferentes.
Actualmente, vemos claramente los actos de racismo que aún ocurren en América del Norte, asimismo, los actos de racismo que comete una tribu hacia otra en África y cómo un líder tribal pone a su población en contra de sus vecinos. Hoy en día, en muchos países, vivimos como si no hubiésemos aprendido nada de la historia de nuestro continente.
A los artistas nos solicitan, nuestra conciencia nos obliga, a asumir una postura. Es imposible permanecer inactivo y sin realizar nada al respecto.
Instalación de Rachid Koraichi. Créditos: Aicon Gallery.
OM: Las palabras, los números, los símbolos y las señales son algunos de los elementos principales que dibujas y visualizas de una manera armoniosa, sofisticada y bella desde el punto de vista estético. ¿Cuál es la conexión que existe entre los números y las palabras en tus obras?
RK: Pienso que los números trazan los caminos de nuestra existencia. Desde el momento de la concepción hasta el nacimiento, la vida, el inicio de la vida: este es un viaje que es peculiar para nosotros. Los árabes inventaron muchas cosas, entre las que podemos mencionar están los famosos números arábigos con los cuales trabajamos, los talismanes y los elementos encontrados en la arquitectura de los textos, o los talismanes siempre han sido la base de la estructura del patrón de los dibujos y las pinturas. Es esta forma de magia que no es magia negra o simplemente magia, es en realidad una reflexión algebraica, matemática, filosófica y también mística que se origina del misterio, el misterio de la escritura, el misterio de la figura.
Siempre me ha interesado la escritura de las letras, la escritura de las palabras, en la redacción que se vuelve casi minimalista. Puede que sea una forma de canibalismo: de todo lo que ve el ojo, las cosas en las que surge la mirada. Después de todo, está la evolución y la reflexión que el cerebro realiza y también está nuestra sensibilidad y nuestra manera de digerir y ver todo lo que puede dar y cómo trasmitirlo a otros.
El arte africano alentó a todas las civilizaciones, a todas las culturas. Los artistas como Picasso, Matisse y muchos otros sintieron una fuerte y profunda atracción por el arte africano. Porque esta tierra es generosa, es fértil, es verdaderamente maravillosa. En realidad, debemos un voto de agradecimiento a este fascinante continente que nos permitió no solo existir sino también impartir lecciones, aunque algunos desean arrinconarnos mientras permanecemos sentados al fondo del salón. No nos sentamos en la última fila del salón. Somos los primeros en llegar al salón, excepto que presenciamos cómo saquean nuestras culturas y desaparecemos ocasionalmente. Lamentablemente, en nuestro continente permitimos que otros nos saqueen discretamente y en todos los niveles.
Rachid Koraichi. De la serie Salomé. Créditos: Aicon Gallery.
OM: Puesto que los símbolos culturales/religiosos, asimismo la caligrafía, predominan en tu obra, en tu opinión, ¿cómo transmites tu obra a la audiencia que posiblemente tenga un contexto cultural e histórico diferente?
RK: Pienso que todos los humanos pueden interpretar las cosas estéticas y hermosas. Cuando me encuentro en las exhibiciones de los mayas y los incas, los egipcios, el arte africano y demás, las audiencias son mixtas. Un objeto tiene un valor y vida, está cargado y no se trata de una simple cuestión de belleza estética.
Todas las personas vienen con sus historias de vida, con sus diseños, sus culturas, sus contextos e intentan comprender las cosas. Tal vez no todos las capten de la misma manera, pero creo que cada ser humano tiene cierto grado de sensibilidad y lo utiliza.
Pienso sobre la historia del arte en el transcurso del tiempo, que hace que una obra continúe existiendo o desaparezca por su propia cuenta. Se remonta a la época de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci y los demás que los precedieron, e incluso las personas de las prehistoria. Cuando dibujaron en los muros de las cuevas, no pensaron en ningún momento que perdurarían por siglos o milenios.
Las personas realizaron las cosas por la belleza, pero también fue en una época en la que estuvieron en el desierto o en una cueva, y querían una manera juguetona de pintar en los muros. Incluso en la actualidad, verás a los niños que toman lápices y dibujan en la pared o la mesa de la casa.