Por Paula Mendoza
La aparición del COVID-19, generó no solo grandes afectaciones en materia de salud pública a nivel global, sino que también golpeó los sistemas económicos, sociales y educativos de manera fuerte e inesperada. En Colombia, el cierre de escuelas y colegios de manera repentina significó un drástico cambio en nuestra forma de abordar la enseñanza y el aprendizaje, ya que con el confinamiento todo debía seguirse haciendo a distancia. Esta contingencia ha permitido develar las marcadas brechas y falencias que tiene el país, no solo en materia de conectividad y acceso a herramientas tecnológicas, sino también de modelo educativo y de metodologías de enseñanza.
Pressenza propone una serie de 3 artículos, que permite comprender una a una, las carencias del sistema educativo colombiano, con ejemplos concretos recogidos de los diferentes actores de la educación : Profesores, alumnos y padres de familia.
En el primer artículo tratamos el tema de la brecha digital, y las marcadas diferencias que existen en términos de conectividad y de acceso a herramientas tecnológicas en las diferentes zonas del país. En este segundo artículo de la serie, se aborda el impacto en la calidad de la enseñanza con la educación a distancia.
La calidad de la enseñanza fuertemente afectada durante el confinamiento
Utilizar herramientas digitales como WhatsApp, Zoom, Meet, el correo electrónico, o medios más tradicionales como la entrega de guías físicas a los estudiantes de zonas del país que no tienen conectividad o acceso a PCs o teléfonos móviles; se ha convertido en la única alternativa del profesorado con el fin de dar continuidad a la escolaridad y mantener comunicación con los estudiantes de las instituciones académicas en este periodo de confinamiento. Lamentablemente, la buena voluntad de los educadores no ha sido suficiente debido a dos factores principales: El primero, es el inesperado cambio de rol de los padres o cuidadores al tener que contribuir de lleno al proceso de aprendizaje de sus hijos a falta de la presencia permanente de un docente que oriente las actividades de enseñanza como sucede en las aulas tradicionales; el segundo es que la educación a distancia no ha sido pensada para estudiantes de primaria o secundaria, ya que sus niveles de concentración o de autonomía no es suficiente. Esta situación, pone en entredicho la calidad, la pertinencia y la relevancia de los conocimientos que se están impartiendo durante el actual confinamiento.
Anahí Hincapie Montes de 9 años y Mariana Hincapie Montes de 7 años, son estudiantes de primaria de una escuela pública del municipio de Circasia en el Quindío, su horario habitual de estudio era de 8 a 2 de la tarde pero debido a los cambios ocasionados por la pandemia, pasaron a recibir instrucciones de clase mediante notas de voz por grupos de WhatsApp en los cuales los docentes se encargan de confirmar asistencia e informar el número de páginas a desarrollar de las guías físicas entregadas, por lo que las actividades de aprendizaje pasaron a ser una carrera por la entrega, mas no un espacio ameno de juego y aprendizaje como se da en la presencialidad. En su hogar solamente hay un teléfono de gama media y cuando las dos deben prestar atención a instrucciones es necesario pedir prestado el teléfono de la abuela o turnarse el de la mamá para escribir y/o contestar en los grupos. Mariana que se encuentra cursando tercero de primaria indica que extraña jugar con sus compañeros y ver a los profesores, adicionalmente, no le gusta ver sociales y español de manera virtual por que la cantidad de trabajo que le ponen hace que deba trabajar hasta tarde. Por su parte, Anahí siente que no está aprendiendo lo suficiente ya que no tiene el acompañamiento de los profesores y cuando intenta resolver dudas, estos no las contestan de forma oportuna; lo que aprende, ha sido por que la mamá le explica y no los docentes
Otro caso es el de Gabriela Silva de 9 años y Nicolás Silva de 11 años, quienes estudian en un colegio privado de la ciudad de Bogotá, previo a la etapa de confinamiento, la institución educativa ya tenía implementada una plataforma virtual como complemento al aprendizaje presencial por lo que no fue una transición difícil en materia de uso de tecnologías y reciben clases por medio de videoconferencias en los horarios habituales; sin embargo, la cantidad de tareas y trabajos que no se alcanzan a realizar durante las transmisiones, deben hacerse en jornada contraria y esto ha hecho que permanezcan en muchas ocasiones, hasta altas horas de la noche realizando las actividades con apoyo de sus padres. Los dos coinciden en que extrañan los espacios presenciales para trabajar en grupo y jugar con sus compañeros.
“Las mujeres somos las que estamos haciendo más acompañamiento a este proceso de educación desde casa con los niños y niñas”
Yuddy Calderón, madre de estudiante de primaria de escuela rural del municipio de Choachí
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística el tiempo diario invertido durante el año 2019 por madres en colombia al trabajo del hogar, se estima entre 7 y 12 horas aproximadamente cuando tienen hijos entre los 0 y los 18 años; ahora, el hecho de tener que acompañar a sus hijos en los procesos de enseñanza a distancia, ha significado un incremento en la dedicación de esfuerzo diario y también en sus compromisos por cumplir puesto que en su mayoría, las labores de educación son asumidas más por las mujeres que por los hombres (1).
Yuddy Calderón y su esposo Edgar Suárez, hace 3 años decidieron cambiar la ciudad por una vida en el zona rural de Choachí Cundinamarca; vincularon a su hijo a una escuela de la vereda y han sido miembros activos de la comunidad educativa. Edgar expresa que esta etapa ha resaltado todas las deficiencias en el esquema educativo que vienen desde mucho antes. Por ejemplo, la elaboración de guías se reduce en muchos casos a un proceso de copiar y pegar información de internet, sin hacer un trabajo necesario de contextualización con la región o la cultura de los estudiantes. Este tipo de falencias dificulta aún más el aprendizaje y la enseñanza deja de ser efectiva. En esto coincide Katherine Montes, madre de Anahí y Mariana quien informa que varias de las guías de aprendizaje enviadas, son bajadas de internet en su totalidad y además, algunos trabajos son tan complejos que es ella quien los debe realizar y no sus hijas y en algunas materias las temáticas que están viendo sus hijas, son las mismas a pesar de estar en diferentes grados académicos.
“Esto nos pone a hacer una evaluación no solo de la situación, sino que al traer la educación a casa, podemos ver cosas que no veíamos antes sobre la calidad educativa y los temas que los hijos ven, por ejemplo darse cuenta de que 30 años después de la constitución nacional, aún se se sigan enseñando religión con un solo enfoque, es momento de repensar qué se debería ajustar cuando pase esta etapa.”
Edgar Suárez
Por otra parte, Yuddy Calderón es representante de padres en el consejo directivo e indica que reuniendo las falencias manifestadas por varias familias en las reuniones hechas en la comunidad; las primeras semanas fueron muy intensas por la carga estudiantil en materia de guías de trabajo, al punto de que los estudiantes permanecían realizando actividades desde la mañana hasta la noche, requiriendo el apoyo de sus padres y esto se debía mediar con las funciones diarias del hogar y el trabajo del campo que en esta época no se ha detenido, lo que dificulta mediar entre la vida familiar y el estudio, esto sin tener en cuenta que no todos los adultos que están apoyando la formación de los estudiantes, tienen los conocimientos, la preparación o la paciencia para ayudar en las labores de enseñanza.
“Mientras más pasan las semanas, menos niños se conectan a las clases por WhatsApp, sobretodo cuando son temas como matemáticas, ciencias o materias complicadas”
Katherine Montes
Estos son solo algunos casos, pero a lo largo y ancho del país se presentan situaciones similares, dejando en evidencia que la improvisación y la falta de preparación de las instituciones educativas para afrontar contingencias, ha dado como resultado la aplicación de metodologías no apropiadas y una sobrecarga de trabajo educativo; esto aunado a la falta de tiempo y de preparación de los padres o cuidadores para asumir el rol de maestro (que finalmente no les corresponde), ha llevado a varias familias a contemplar la posibilidad de retirar a sus hijos de las escuelas y colegios durante esta crisis, lo que aumentaría significativamente las cifras de deserción, analfabetismo y desescolaridad en el país.
Como reflexión, ¿Es momento de replantear las cualidades y habilidades docentes dentro del sistema?, ¿Debemos empezar como sociedad a pensar en una reestructuración del modelo educativo y la incursión en medios digitales? ¿Se está realizando alguna medición sobre la calidad de las clases que se están haciendo?
Los invitamos a leer igualmente el primer artículo de la serie que trata el tema de la brecha digital, y de las marcadas diferencias que existen en términos de conectividad y de acceso a herramientas tecnológicas en las diferentes zonas del país : El aprendizaje en tiempos de confinamiento 1/3