por Asociación Gaia
Un proyecto devastador
En este momento delicado de su historia, la humanidad aturdida empieza a preguntarse seriamente por el modo de asegurar su supervivencia, a través de una revisión de sus paradigmas económicos, políticos, sociales y ambientales. En particular, surge con fuerza el reclamo por el derecho a la tierra, por la soberanía alimentaria a través de la regeneración y el cuidado de los suelos, la preservación de semillas ancestrales y criollas, y la intensificación de cultivos agroecológicos que provean a las personas una alimentación sana y libre de productos tóxicos.
En este contexto, el Gobierno argentino está permitiendo, sin hacer ruido, la implementación de un megaproyecto integrado de agricultura tecnologizada a gran escala (Programa “Vaca Viva”), impulsado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y avalado por los ministros de Agricultura, Ganadería y Pesca (Luis Basterra), y Ciencia, Tecnología e Innovación (Roberto Salvarezza).
Básicamente, se trata de
“un plan de implementación integral de tecnologías disruptivas en el agro, que comprende un conjunto de softwares asociados con el fin de una automatización completa (digital y física) de la agricultura (drones y maquinarias automatizadas para todas las etapas de producción y recopilación de datos mediante sistemas de software específicos). […] AgTech para el plan de agricultura 4.0 que forma parte del acuerdo con el gobierno Argentino, según el informe del IICA, si bien se trata de una cuestión meramente anecdótica, reconoce el predominio del modelo norteamericano de desarrollo y financiación de la innovación aplicada a la agricultura. En otras palabras, AgTech deriva del Ag-One, el plan de Bill Gates para la agricultura” (BioDiversidad LA).[1]
Este proyecto,
“desarrollando e invirtiendo en investigaciones y proyectos tecnológicos para ser aplicados sin evaluación de riesgos en el sistema agroalimentario […] no tiene otro fin que generar procesos de acumulación del capital, concentración económica, apropiación de recursos genéticos y dominación social, tal como lo ha denunciado la Dr. Vandana Shiva «(BioDiversidad LA, op.cit.).
Además de cooptar instituciones y arcas públicas para atender y desarrollar intereses privados –¡que pretenden conformar un ecosistema!–,[2] se fundamenta en una mezcolanza de argumentos falaces que involucran el cambio climático, las mujeres, los pequeños agricultores, el desarrollo de innovaciones, el rendimiento, la agroecología, todo para imponer un modelo de recolonización epistémica e imperialista que solo nos llevará a la pérdida de soberanía alimentaria y a una catástrofe ambiental sin precedente.
Hay propuesta alternativa
Aquí, desde la permacultura, queremos ofrecer estrategias específicas que muestran que existe un modelo alternativo al de devastación de los ecosistemas y de destrucción de puestos de trabajo rurales representado por el programa AgTech que quiere imponer el IICA, no solo a los productores rurales sino también a otros programas vigentes como Pro Huerta, Agricultura Familiar, y enfocados en el fortalecimiento de economías regionales como Argentina contra el hambre y Potenciar Trabajo.
La permacultura es un sistema creado para brindar las herramientas y la organización necesarias en pos de crear en forma rápida y eficiente asentamientos humanos permanentes que estén en armonía con la naturaleza del lugar. Sus conceptos, ideas y propuestas están diseñados para aplicarse en tiempos de colapso y transición. Durante 42 años, la permacultura ha desarrollado una estructura holística, práctica, científica y fundamentalmente basada en el conocimiento de las naciones originarias, para reorganizar la vida y los valores de una minoría lista para el cambio más profundo, aplicable en el momento indicado y a un nivel masivo. A su vez, sus estrategias se basan en técnicas regenerativas del ecosistema.
Los cimientos de una sociedad resiliente, desde el punto de vista de la permacultura, se encuentran en la autosuficiencia. Esta sociedad autónoma se organiza en asentamientos agroforestales desarrollados en ecoaldeas y pueblos permaculturales.[3]
Los diseños permaculturales nos permiten estar mejor preparados para enfrentar pandemias y otros colapsos civilizatorios. Sus propuestas productivas van mucho más allá de cultivos ecológicos para producir alimentos, sea para el mercado interno o la exportación. Se desarrollan cultivos integrados al bosque de frutales, así como sistemas silvopastoriles y forestales de maderas nobles, todos modelos que demuestran ser muy productivos –aumentan sustancialmente la productividad por hectárea–, además de cuidar el suelo, el aire y el agua.
De este modo, lejos de ser un retiro de supervivencia de la sociedad, la permacultura diseñada en asentamientos rurales basados en la autosuficiencia colectiva y la producción de excedentes es nuestra mejor opción para una respuesta ascendente a las múltiples crisis generadas por el capitalismo desfoliante globalizado.
Las reiteradas críticas a la vida rural quedan relegadas gracias a las comunicaciones virtuales, que se refuerzan para que las personas puedan acompañarse mutuamente.
¡No podemos dejar la “re evolución” en manos de un virus, ni del AgTech!
La permacultura busca que las personas, en sus lugares, se comprometan con la regeneración de sus comunidades, con sus economías locales y biorregionales, respetando siempre la singularidad biocultural del lugar. Todos estos proyectos que se van iniciando se fundamentan en las prácticas regenerativas que propone la permacultura. En tiempos de tanta enfermedad física, mental y de destrucción de la tierra, la permacultura promueve la vida en armonía y en sintonía con las fuerzas armonizadoras y curativas de la naturaleza. Nunca en toda la historia de la humanidad existió un cambio tan grande y tan rápido.
Todes podemos elegir: de un lado, seguir estancados en los mismos esquemas mentales que nos llevaron a este desastre –si los mantenemos, seguiremos irreversiblemente siendo desecados en vida por programas perversos como el AgTech, generado en el primer mundo para convertir a los países del sur en productores de alimentos baratos en detrimento de sus recursos y en artífices de la degradación de sus propias poblaciones–; del otro lado, abrir nuestro horizonte de perspectivas hacia la permacultura que, por lo contrario, nos propone renacer, resurgir, rehabilitar, relocalizar y co-inspirarnos juntos en un pacto con la Madre Tierra, para que podamos vivir en ella de otra manera, con otra organización regenerativa, promotora de la salud del planeta y de nuestros cuerpos.
[1] http://www.biodiversidadla.org/Documentos/El-socio-menos-pensado-Bill-Gates-desembarca-en-el-sistema-agroalimentario-argentino.
[2] https://www.agtech.org.ar/; https://www.clubagtech.com/; https://news.agrofy.com.ar/especiales/maiz19-20/agtech-maiz.
[3] Ver www.gaia.org.ar