Botswana se ha convertido en la cuadragésima nación en ratificar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, un acuerdo mundial histórico negociado en 2017 para prohibir las peores armas de destrucción en masa y establecer un marco para su eliminación total. Ahora sólo se necesitan 10 ratificaciones más para alcanzar el umbral de 50 ratificaciones para la entrada en vigor del tratado.

Botswana depositó este 15 de Julio su instrumento de ratificación ante el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, convirtiéndose así en el tercer miembro de la Comunidad de Desarrollo del África Meridional (SADC) que ratifica el tratado este año, después de Namibia y Lesotho. Sudáfrica, que también es miembro de la SADC, lo ratificó en 2019.

La ratificación de Botswana coincide con el 11º aniversario de la entrada en vigor del Tratado de Pelindaba, que estableció a toda África como zona libre de armas nucleares. Este momento pone de relieve la relación complementaria entre los dos tratados. En 2018, todas las partes en el Tratado de Pelindaba se comprometieron a «firmar y ratificar rápidamente» el nuevo tratado mundial de prohibición de las armas nucleares.

«Al concluir este paso decisivo», dijo Collen Vixen Kelapile, representante permanente de Botswana ante las Naciones Unidas, «Botswana ha vuelto a confirmar su compromiso inquebrantable con la paz y la seguridad mundiales mediante la prohibición de las armas nucleares como medio concreto para la plena aplicación del programa de desarme».

Dijo que Botswana se enorgullecía de figurar entre los primeros Estados Partes en el tratado y alentó «a todas las demás naciones amantes de la paz a que unan sus manos colectivamente y contribuyan a este noble empeño por la prohibición de todas las armas nucleares».

A pesar de los graves efectos de la pandemia de COVID-19 en todo el mundo, se sigue avanzando constantemente hacia la entrada en vigor del tratado de prohibición de las armas nucleares. Apenas la semana pasada, Fiji se convirtió en el 39º Estado en ratificarlo, comentando que el «programa de desarme» del Secretario General de las Naciones Unidas se había vuelto «aún más importante a raíz de la pandemia de COVID-19» y pidiendo que el dinero que se gasta actualmente en armamentos nucleares se reoriente hacia el bienestar de la humanidad.

El Ministro de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de Botswana, Dr. Unity Dow – juez, activista de derechos humanos y escritor – firmó el tratado de prohibición de las armas nucleares el pasado mes de septiembre en una ceremonia de alto nivel en Nueva York. Su gobierno ha subrayado «el importante papel del [tratado] en el fortalecimiento de las normas y prácticas mundiales contra el uso, la proliferación y la posesión de armas nucleares por cualquier país».

Botswana ha promovido activamente la adhesión universal al tratado, incluso co-patrocinando una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019 en la que se exhorta a todos los Estados a que firmen, ratifiquen o se adhieran al tratado «lo antes posible».

El tratado se negoció en respuesta a la preocupación cada vez más profunda de la comunidad internacional por las consecuencias catastróficas que se derivarían de cualquier uso de armas nucleares. Ninguna nación es inmune a esas consecuencias: los habitantes de las naciones vecinas y lejanas que no tienen nada que ver con el conflicto sufrirían los efectos de la lluvia radioactiva, la alteración del clima y la inseguridad de los recursos.

Además, los programas de armas nucleares desvían decenas de miles de millones de dólares cada año de la atención sanitaria, la educación, el socorro en casos de desastre y otros servicios vitales. En el preámbulo del tratado se expresa preocupación por «el despilfarro de recursos económicos y humanos» en esos programas. Al ratificar el tratado, Botswana ha contribuido a fortalecer la norma mundial contra el uso y la posesión de armas nucleares.

La ratificación de Botswana se produce a menos de un mes de que el mundo celebre el 75º aniversario de los bombardeos atómicos estadounidenses de Hiroshima y Nagasaki, que se cobraron más de un cuarto de millón de vidas. Los supervivientes de esos horribles ataques instan a todas las naciones que aún no han ratificado el tratado a que lo hagan antes del 6 de agosto de este año.

 

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