La necesidad de reparto de alimentos en Barcelona ha aumentado de modo exponencial, según nos explican las entidades dedicadas a ello. En muchos barrios han surgido redes solidarias para colaborar en la recogida y reparto de productos básicos
Mientras el Instituto Nacional de Estadística nos informa de la destrucción en España de un millón de empleos durante el segundo trimestre del 2020, a causa de la crisis de la Covid, y del aumento del paro hasta el 15,3%, muchas familias se enfrentan a serias dificultades para acceder a alimentos, pagar el alquiler o pagar los servicios básicos.
La actividad de las organizaciones de reparto de alimentos se ha disparado en estos últimos meses, entidades como “El banc d’aliments de Barcelona” han atendido a 160.849 personas cada mes, llegando a distribuir más de 5.203 toneladas de alimentos durante los tres meses del estado de alarma, con un valor estimado de 11,5 millones de euros. Esto supone un 41% más que antes de la epidemia. Así mismo, también han aumentado el número de entidades que se han ocupado del reparto de alimentos.
Hablamos con Xavier Cambra, barcelonés, humanista de larga trayectoria, que participa en diferentes colectivos de Barcelona como: “Tanquem els CIE” (colectivo que trabaja por el cierre de los centros de internamiento a extranjeros), “Tras la manta” (red de apoyo contra la criminalización y la violencia racista y clasista hacia vendedores ambulantes en Barcelona), también apoya el proyecto “Casa África”.
¿Cuál ha sido tu experiencia durante los meses de confinamiento por la Covid19?
Personalmente me resulta muy difícil quedarme quieto si hay algo que hacer. Colaboro con la gente que da soporte a “Casa África”. Concretamente con un grupo de jóvenes africanos que intentan afianzarse en Barcelona. Si la situación económica y de integración ya es difícil para ellos en condiciones normales, durante los meses de confinamiento ha sido aún más complicada. Se trata de jóvenes que cada día han de salir a buscarse la vida recogiendo y vendiendo chatarra, por ejemplo, pero con el confinamiento no han podido salir ni a buscar trabajo, ni a buscar chatarra ni a nada.
Como no disponían de alimentos, propuse hacer una recogida semanal de comida. Concentramos la actividad en el “Ateneu Flor de Maig”, donde cada sábado los vecinos venían a traer alimentos comprados en las tiendas. El lunes a la mañana, Maria Dominguez de soporte a “Casa África” y yo, cargábamos la mercancía en mi furgoneta y la llevábamos al centro de Barcelona, que es dónde están esos jóvenes, y hacíamos el reparto.
Después de unos días, una compañera me explicó, que había montado una red antirracista para ayudar a muchas personas que no tenían acceso a ninguna ayuda, porque no tienen regularizada su situación en Barcelona. Está amiga me pidió que les ayudase a distribuir alimentos, desde la central en la que se recogían, a diversos puntos de Barcelona donde se distribuían. Como se trataba de una central de recogida de alimentos éstos se distribuían a muchos lugares, con lo cual aumentó mi trabajo, pero también el gusto por poder ayudar a muchas más personas.
En poco tiempo más, también me responsabilice con algunos compañeros, de recoger del “Banc d’aliments de Barcelona” las partidas de alimentos les dan quincenalmente al “Sindicato popular de vendedores ambulantes”. Esta ayuda está llegando a más de 1.200 personas, cubriendo una amplia zona de Barcelona, que va desde el barrio del Raval hasta el Besos.
Desgraciadamente esta situación no se acabó con el fin del confinamiento. Hay muchísimas más personas que se han quedado sin trabajo de las había antes del confinamiento, y se ha producido una multiplicación de peticiones de ayuda en todas las redes de apoyo que hay en la ciudad. La situación se ha agravado, así que no sabemos hasta cuándo será necesario prestar esta ayuda.