Aunque las indefiniciones y desacuerdos en torno al plan anexionista israelí sugieren hoy un fracaso inicial del primer ministro Benjamin Netanyahu, desde el lado palestino siguen alertas para frenar su implementación.
El esquema de anexión, que el jefe de gobierno amenazó con ‘echar a andar’ el 1 de julio, no fue expuesto, debatido, ni promulgado oficialmente pero sigue en la agenda del político de 70 años, quien admitió que se trata de un proceso complejo en el que continuaría trabajando.
Además de las objeciones del titular de defensa y su socio en la coalición gubernamental, Benny Gantz, (pide priorizar combate a la Covid-19) que constituyen para él un tropiezo, Netanyahu está a la espera de consultas con Estados Unidos, declaró Ofir Akunis, al frente de la cartera de Cooperación Regional, citado por The Jerusalem Post.
También -puntualizó- de una declaración al respecto del presidente de ese país, Donald Trump, cuando muchas voces de la comunidad internacional condenan el proyecto y advierten sobre repercusiones.
Junto al rechazo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y bloques como la Unión Europea, el primer ministro recibió duras críticas de la Liga Árabe y diplomáticos de esa área quienes advirtieron que de implementarse, la anexión parcial de Cisjordania socavaría los esfuerzos de Tel Aviv para normalizar sus relaciones con la región.
Y pese a que transcurrió el 1 de julio sin un pronunciamiento israelí concreto y definitorio sobre el mencionado programa, el liderazgo palestino mantiene su ofensiva diplomática para recabar apoyo mundial.
Para endurecer la respuesta popular líderes de diferentes agrupaciones decidieron constituir un frente unificado que abrace a todas las facciones, incluidas Al-Fatah y Hamás, tras una larga historia de divisiones, reseñó la agencia Wafa.
El ala militar de esa última, radicada en Gaza, aseguró previamente que el plan del régimen sionista es una declaración de guerra y, por tanto, actuaría en consecuencia.
Debido a tales amenazas, la etapa actual es la más peligrosa para nuestro pueblo, después de años de desunión estamos obligados a cerrar filas para mostrar a Tel Aviv que actuamos de conjunto en esta lucha, insistieron la víspera en una conferencia virtual representantes de Al-Fatah y Hamás.
Nuestro proyecto nacional -añadieron- está en riesgo a causa de dicho engendro enarbolado por la potencia ocupante, la cual apuesta a la continuación de las divisiones para asestar un duro golpe a la cohesión y poder avanzar con sus propósitos.
El pueblo palestino reclama el establecimiento de un estado soberano, con las fronteras anteriores a 1967 y Jerusalén oriental como su capital, sin olvidar los derechos de millones de refugiados que sueñan con el retorno, aspiraciones reconocidas como legítimas por la ONU, en sucesivas resoluciones.
El plan de Netanyahu que tiene el beneplácito de la administración estadounidense, haría inviable concretar tal aspiración y destruiría la perspectiva de paz regional, denunció la Autoridad Palestina que dejó sin efecto todos los tratos previos con Tel Aviv, incluidos los pactos de Oslo (1993), con acápites sobre asuntos de seguridad.
En virtud del Acuerdo del Siglo presentado en enero pasado por Trump, los palestinos estarían destinados a aceptar una autonomía limitada dentro de una patria discontinua (en forma de islas rodeadas por enclaves israelíes).
Asimismo deja en manos de Tel Aviv el cotizado Valle del Jordán y declara a Jerusalén, capital indivisible de Israel.
Políticos de diversas naciones instan a Netanyahu a descartar la opción anexionista y reanudar conversaciones directas con la contraparte, a fin de resolver mediante el diálogo las cuestiones más espinosas referidas a límites fronterizos, refugiados y al estatus de Jerusalén, sagrada tanto para judíos como para musulmanes y cristianos.