Hablar de un nuevo salto en la conciencia, parece lógico en la historia de lo humano, si nos remitimos a los últimos quinientos mil años, podremos definir que el primero fue en los homínidas, al tener el registro del acto diferido, encuentro con el fuego y no huir, otro momento cercano a otro salto es en los paleolíticos cuando se encuentran los huesos de un nederthal, y al revisarlo se ven las fracturas curadas, es ahí cuando surge la interrogante, otro humano lo curó y cuidó en las etapas de plena cacería, lo mantuvo abrigado en la cueva, ese acto es un salto en la historia. Ahí podemos comprender que los saltos en la conciencia, son escasos, son situaciones que rompen los límites de la conciencia, del tiempo y el espacio.
La vida tiene la intención de un proceso de transformación muy lento, nos ha llevado millones de años estar en este tiempo y en este lugar, hemos pasado como humanidad por etapas sufrientes, de hambrunas, guerras permanentes, pandemias, cambios de climas, etc. en los últimos 7.000 años hemos destruido el ecosistema de forma radical y sin precedentes, seguimos luchando contra el hambre y la pobreza, la enfermedad, la esclavitud y toda forma de avasallamiento, pero aun así estamos decididos a cambiar la situación.
Cuando se concibió la regla de oro en las lejanías históricas, según la cual hemos de tratar a los demás de la manera que queremos ser tratados, dimos un paso hacia la liberación, pero no basta. Necesitamos recorrer el camino completo, ello nos lleva a cuestionarnos y cuestionar toda acción, aun cuando creamos que están basadas en las buenas “intenciones”.
Ver a millones de personas marchando por la defensa de la vida, condenando los crímenes de odio por parte de la policía. Observar y escuchar la indignación de la muchedumbre, coreando el nombre de la víctima y exigiendo justicia, me enorgullece como ser humano.
Pero también me genera interrogantes, sobre la diferencia que existe cuando se sale a la calle con relación a la muerte de otros seres humanos, de otras partes del planeta, etnias diferentes, otras creencias cuyos crímenes se invisibilizan. Tal situación genera en mí una sensación de amargura.
El caso de George Floyd puso la vara muy alta en el tema de luchas sociales. ¿Por qué se dio en este momento?, qué cambió a que sea el detonante de protestas mundiales, si hemos visto muchos casos de muertes violentas por la policía o el paraestado, no sólo de la población negra, genocidios de pueblos inocentes, niños palestinos masacrados por los drones israelitas, o quemados por el fósforo blanco, musulmanes arrestados bajo sospechas de terrorismo y torturados en cárceles bajo el régimen americano, niños sirios que mueren de hambre o frio en estos 9 años de guerra, pueblos originarios ya sean mapuches, o de las selvas del Amazonas, o los huicholes o mayas desaparecidos, sin contar los miles de inmigrantes ahogados en el Mediterráneo bajo la mirada de la “civilización europea”, o el tráfico de niños y la trata de personas que tiñe al mundo con su silencio.
Todos ellos merecían el mismo trato justo, ser tratados con dignidad, justicia y respeto, todos ellos luchan por sus derechos como los jóvenes de Chile en las protestas del 18 de Octubre, y han sido desaparecidos, torturados, les han baleado a los ojos, pero aun así no lograron el impacto que produjo la muerte de George Floyd.
Qué cambió en la conducta para tirar estatuas a los ríos, de personajes que permitieron y avalaron la esclavitud en sus países, esos hechos están en los libros de historia y nunca se supo de protestas tan masivas cuando arrasaban el Congo, en busca de sus metales, matando y llevando a la esclavitud millones de seres humanos.
Y todo ello se produce en medio de una pandemia, donde el tema del contacto y la distancia social no importó si se contagiaban o llevaban el virus a sus hogares.
El registro de no ser tratado como uno quisiera ser tratado, soltó la rabia contenida, el miedo a la muerte, las frustraciones, la soledad, la angustia de un futuro incierto y un presente sin futuro.
Ver a millones de personas marchando por la defensa de la vida, condenando los crímenes de odio por parte de la policía defensora de los grupos de poder en Estados Unidos. Observar y escuchar la indignación de la muchedumbre, coreando el nombre de la víctima y exigiendo justicia, no debería ser diferente, ni por color, religión, sexo, edad, cultura o creencias, pero si son diferentes, algunos crímenes se invisibilizan.
Tal situación genera en mí una sensación de tristeza, de desaliento, pero si no levanto mi voz por los otros, por aquellos que ya no tienen voz, me perderé en el silencio de los que callan, de los que miran al costado y dicen mejor no meterse porque algo habrán hecho, frase que se escuchaba en las épocas de las dictaduras, para acallar el grito desgarrador de los violentados y desaparecidos en la oscuridad.
Es momento de producir cambios y cambios muy grandes y esos no se dan solos.
Los cambios históricos se dan cuando la conciencia conecta con ese motor interno, la característica es la intencionalidad, sin ella no podremos producir un nuevo salto en la conciencia, llevará tiempo, pero algo ha comenzado a surgir de lo monstruoso hacia lo luminoso, lo social se debe humanizar y esforzarse por lograr que coincidan lo que se piensa con lo que se siente y lo que se hace, modelando una vida coherente y escapando a la contradicción que genera violencia.
Cuando se entienda que una metodología de la No-violencia en el contexto de un Humanismo Universalista cobre fuerza moral como una variante de la Historia…y sea incontenible y se escuche su rumor en todas las lenguas de la Tierra, ahí surgirá una nueva comprensión que llevara a ese nuevo nivel de la conciencia, y sólo ahí tocaremos las estrellas en un canto de paz.