«El año que viene no quiero oír nada sobre el baile de ABS CBN, los premios FAMAS y esas costosas fiestas y eventos brillantes. ¡No quiero ver ni un solo actor, actriz, celebridad, estrella del deporte o político en cualquier alfombra roja tratando de imponernos su agenda política de mierda!
El año que viene quiero ver a enfermeras, médicos, militares, socorristas (policía, EMS, bomberos), registradores, triaje, flebotomistas, PT, OT, RT, trabajadores sociales, guardias de seguridad, cuidadores, trabajadores de apoyo, trabajadores de tiendas, DSNY, camioneros, recolectores de basura, farmacéuticos, trabajadores de supermercados, repartidores, trabajadores de bancos, profesores, voluntarios de primera línea de la iglesia… todos teniendo fiestas gratuitas en la alfombra roja con premios y bolsas de regalos caras.
Quiero ver que aquellos que cayeron durante la realización de sus deberes para el servicio del pueblo durante esta pandemia, reciban el mayor honor y reconocimiento posible.
¡Necesitamos honrar a los verdaderos héroes de nuestra sociedad para un cambio!
¡Si esto no sucede, será la mayor injusticia de la historia!
¡Gracias… a todos los que están trabajando duro y arriesgando sus vidas para mantener a todos a salvo y permitirnos tener comida en nuestra mesa!
Mensajes como éste han estado circulando, siendo copiados y pegados, compartidos en los medios sociales filipinos desde el comienzo de las estrictas medidas de cuarentena para contener la propagación del coronavirus.
Mensajes de agradecimiento a los médicos y trabajadores de la salud por ir a trabajar, día tras día, incluso sin la ropa de protección adecuada para evitar que se infecten. Mensajes que rinden homenaje a los profesionales médicos que han sucumbido al virus durante el cumplimiento del deber. Historias de conserjes que desinfectan fielmente las clínicas, día tras día, y de nuevos trabajadores de la salud que responden al llamado para «ofrecer sus servicios voluntarios a pesar de los bajos salarios que reciben».
Ciento una maneras de ayudar a donar alimentos y bienes de socorro para los pobres urbanos que viven día a día y que ahora no pueden ir a trabajar debido al cierre. Numerosas llamadas para donaciones y mascarillas, desinfectantes y PDE para hospitales e instalaciones que atienden a los enfermos, respondidas de diferentes maneras creativas, con diseñadores de moda reuniendo sus recursos para diseñar y coser ropa protectora, y amigos reunidos para hacer equipo protector de botellas de plástico. En Internet, se compartieron y respondieron ciento una campañas de donación. Desde grandes empresas, grupos de iglesias y ONG hasta pequeños grupos de amigos, el espíritu bayanihan filipino (solidaridad comunitaria) vuelve a estar vivo y a funcionar, ayudando a mitigar el efecto humano del coronavirus.
La salud y el bienestar de uno y de los demás, la alimentación adecuada, los amigos y la familia, las cosas básicas que nutren la vida y que hemos dado por sentado en el ajetreo de la vida cotidiana, están resurgiendo.
La noticia de que los granjeros dejan algunos de sus productos junto a los niños sin hogar que duermen en las calles se vuelve viral. Desafiando a los controles para entregar los tan necesitados productos de las provincias a la ciudad, o simplemente regalándolos en lugar de que se pudran en el campo.
De repente, nos damos cuenta de lo importante que son nuestros trabajadores para mantener limpias las áreas públicas como supermercados, farmacias, hospitales y clínicas. Los recolectores de basura, los empleados que atienden las cajas, los camioneros, la gente con las que simplemente se contaba, sus rostros y servicios en su mayoría invisibles, finalmente reciben el crédito debido.
La protesta pública contra los políticos de alto nivel que utilizan sus posiciones para ser los primeros en la fila para hacerse examinar a sí mismos y a sus familias, privando a otros que lo necesitan más urgentemente. Elogios públicos para los pocos alcaldes de las ciudades y funcionarios del gobierno local que realmente hacen lo mejor para responder a las necesidades de sus comunidades a pesar de la burocracia del gobierno. Cada vez son más los ciudadanos y los internautas que recurren a los medios de comunicación social para hacer oír su voz sobre las cuestiones incómodas y las necesidades urgentes que plantea esta crisis que, por una vez, es profundamente compartida, independientemente de las circunstancias de clase y personales. Y en lugar de ser fácilmente dejados de lado como antes, vemos a la gente en el poder ahora empujada a tomar nota y a actuar.
Quedándose en casa para estar seguros, la gente está re-experimentando lo que es realmente importante en sus vidas. Trabajar desde casa con más tiempo para pasar con la familia como nunca antes. Conectarse con los amigos, aunque sea virtualmente en vez de físicamente para compartir noticias, preocupaciones y ansiedades. Los grupos en los medios sociales se han multiplicado para seguir las noticias y los acontecimientos que afectan a todos en sus respectivos barangays (comunidades), el comercio de bienes y servicios necesarios debido a la cuarentena.
Y, en el fondo, hay tiempo para reflexionar sobre cuestiones más profundas que afectan a la vida, personal y social. Esta crisis está poniendo en primer plano preguntas reales sobre nuestras prioridades en la vida y nos muestra que lo personal está profundamente entrelazado con lo social.
A nivel social, cada vez más gente se cuestiona las condiciones en las que la mayoría de nosotros vivimos hoy en día.
¿Por qué nuestro sistema de salud no está preparado para responder a las epidemias que sabemos que han asolado a la humanidad a lo largo de la historia?
¿Por qué el sistema social es tan frágil que un virus, que ni siquiera es un ente vivo, puede causar tantos estragos a escala mundial y a tal velocidad?
Así como así, la gente ha perdido sus trabajos o no puede salir a ganarse la vida. Así de simple, hay pánico por el suministro de alimentos. Así de simple, los hospitales no son un lugar seguro al que ir si te enfermas. O simplemente así, tu ser querido podría enfermarse, morir y desaparecer sin un funeral adecuado y un cierre.
¿Por qué el orden social es tal que las necesidades básicas de la mayoría para una vida decente apenas se satisfacen mientras que unos pocos disfrutan de privilegios por encima de todo?
Cuestiones como qué es más importante, la salud de la población o la economía del país dan lugar al dilema de la población frente a las ganancias mientras los gobiernos se enfrentan a una forma de equilibrar tanto la vida como los medios de subsistencia.
La inestabilidad de los tiempos está dando lugar a ansiedades sobre el futuro Muchos dicen que ya no será posible volver a la vieja normalidad y que lo que tomaremos será una nueva normalidad, cuyos contornos aún no están claramente grabados.
Es hora de reflexionar sobre el tipo de futuro que queremos para nosotros y nuestros seres queridos. Y reflexionar sobre lo que podemos hacer, no importa cuán pequeño sea, para hacer posible ese futuro.
Sin embargo, una cosa está clara. Lo que es verdaderamente precioso y valioso se ha hecho claro… en el fondo, son las personas las que importan. Nuestra experiencia colectiva de cuán valiosa es la contribución de cada persona a nuestras vidas durante esta época de Covid 19, puede servir de base para ese futuro.
Una nueva normalidad, una que realmente se preocupe por las necesidades humanas, necesidades que todos en el planeta comparten, podría y debería ser la base de un futuro que todos podríamos construir.
Notas a pie de página: ABC CBN, FAMAS son eventos de alfombra roja que honran a actores y celebridades en Filipinas, son muy publicitados y esperados por el público en general.
El bayanihan es una costumbre filipina que proviene de la palabra «bayan», que se refiere al espíritu de solidaridad comunitaria, de trabajo conjunto y de cooperación hacia un objetivo. Ayudar a un kababayan (compatriota filipino) en necesidad está tan arraigado que surge espontáneamente en tiempos de desastre.
Traducción del inglés por Sofía Tufino