Sin embargo, recursos hay, lo que falta es voluntad y compasión.
Con la llegada de la pandemia a Chile ha quedado en evidencia la precariedad de nuestra gente. No hay más recursos para enfrentar este problema – dicen las autoridades – ¿pero es verdad esta afirmación? ¿o es sólo falta de voluntad y compasión?
En Chile se dictaron –forzadamente – cuarentenas obligatorias que encerraron a los pobres en sus casas, conventillos, mediaguas y campamentos, pues se deben respetar las cuarentenas, por el bien de ellos y de los demás, ponderan las autoridades. La policía y los militares, en su fiel cumplimiento del deber, controlan el cumplimiento. Las personas sin ahorros ni reservas, escuchan y miran a los suyos: ¿cómo los voy alimentar? ¿cómo pagaré las cuentas? – se preguntan -. Perdieron el trabajo, sus pequeños negocios, etc… Teóricamente, no deberían salir a vender a las calles de comunas en cuarentena, hoy toda la Región Metropolitana. El gobierno ha implementado medidas orientadas a créditos para la Pequeña y Mediana Empresa, Pyme y subsidios familiares, insuficientes para personas en precariedad, del orden de US$ 79 aproximadamente ,es decir no más de $ 65.000 pesos chilenos.
Sin embargo, no se ha querido echar mano a fondos del tesoro público disponibles, que podrían financiar una renta de emergencia a los necesitados por el periodo que dure la crisis.
Con los fondos existentes, se podría financiar $ 200.000 por persona para 7 millones de chilenos; así, una familia de 3 personas recibiría $ 600.000 (US$ 725).
En efecto, según fuente de la Fundación Sol, en base a datos de DIPRES, el valor de los recursos traspasados al Tesoro Público es de 6.660,13 millones de dólares, a febrero de 2020, como consecuencia solamente de la derogación de la Ley Reservada del Cobre. De este valor, la nueva ley de financiamiento de las F.F.A.A. asigna el 75% para financiar compra de armamento (55%) y atención de contingencias. (20%)
El resto de estos recursos, es decir, US$ 1.665 millones equivalente al 25% restante, no han sido asignados aún a ningún ítem (1,38 billones de pesos chilenos al valor del dólar del 28 de febrero).
Cifras difíciles de percibir. Por ejemplo, es 18 veces el presupuesto anual de Salud chileno (considerando que el Presupuesto de Salud 2019 alcanzó la cifra de $ 74.451 millones).
Todo lo anterior significa que son totalmente válidas las afirmaciones y la pregunta inicial. Es un hecho que hay hambre en Chile, porque los jefes de hogar – más mujeres que hombres en los estratos afectados – no pueden optar por atender su propia salud, corriendo riesgos de contagio severos para ellos y sus hijos, y deben salir a buscar el sustento básico para todos. Y en esa disyuntiva no pueden elegir. Deben apostar todos los días a tener suerte. Eso es inhumano, insoportable y exactamente mortal, para los más pobres.
Y los recursos existen para que ello no ocurra. El 10% de las ventas del cobre genera ese gran fondo del cual la reforma legal, Ley N° 21.174, estableció dos destinos: uno dedicado a la renovación y mantención de armamento militar equivalente al 55% del total, (lo que nos habla a las claras de que “antes” no había sido totalmente utilizado) y otro de Contingencia, de un 20% del total, lo que significa que hay todavía un 25% de esos recursos originados en ventas de cobre, que no están destinados. Perfectamente sostenemos que deben orientarse esos recursos, varios miles de millones de dólares, guardados en cuentas conocidas del Banco Central y disponibles, a atender la real contingencia y necesidad de alimentación, de susbsistencia de los pobres de Chile. Es, finalmente, y sin dudas, falta de voluntad y compasión la que mata a los chilenos. O la intención alternativa de hacer más negocios, la que mueve al Gobierno a pensar en préstamos externos.
Cabe señalar que existen al menos dos fondos más que también podrían usarse, recomendamos el siguiente artículo
Fuentes:
1 .- LEY-21174