La comunicación directa con las personas que nos rodean es una necesidad que todos experimentamos y es pilar de la salud física, mental, personal y social.
Por Cloty Rubio
Necesitamos comunicar cómo nos sentimos respecto a temas que son comunes a todos. También de qué modo vivimos las situaciones en las que estamos. Situaciones que, a veces, nos preocupan o angustian. Otras nos reconfortan o alegran y eso también lo queremos compartir.
Las mismas relaciones con los demás son un tema de importancia para tratar en la comunicación. A veces, estas relaciones no funcionan muy bien, ocurre que se “rompen los puentes” entre las personas. Y es en esa experiencia en donde notamos malestar.
Al contrario, cuando la comunicación fluye y hay “canales abiertos” nos sentimos muy bien.
La comunicación depende de nuestra intención y de la intención de la otra persona. Así que si el otro no quiere comunicarse o “cierra esa puerta” no podemos hacer nada al respecto. Tal vez esperar al momento propicio sea lo único que nos conviene hacer por nuestra parte.
Siendo la comunicación una construcción interactiva y libre, la paciencia es una de sus virtudes, así como el respeto a los tiempos del otro.
Pero, volviendo al tema de la intencionalidad, creemos que se puede intentar promover una comunicación sana y abierta entre las personas. Sería una comunicación sin prejuicios y con mucha apertura mental.
Comprender que cada uno tiene diferentes puntos de vista, nos ayudará. Considerar a nuestro punto de vista no como la verdad absoluta sino como otra forma más de ver las cosas, también será válido.
Podemos observar que al tener intereses diferentes se dificulta la comunicación. Este factor también se ha de tener en cuenta. Una buena actitud comunicativa requiere de un trabajo de reflexión en el cual poder darnos cuenta de nuestras dificultades.
Así dispuestos comprenderemos que escuchar activamente al otro, empatizar y tratar de captar lo qué nos quiere transmitir, son requisitos imprescindibles.
Mucho sufrimiento, tensiones y malestar derivan de la incomunicación entre las personas. Los “malos entendidos”, la desconfianza, la hipocresía, el miedo al rechazo… Son errores de comunicación que generan, a su vez, perturbaciones en el individuo y la sociedad.
Necesitamos reparar estos errores para avanzar hacia unas relaciones sanas y equilibradas.
En estos tiempos que estamos viviendo hay limitaciones en las relaciones físicas debido al estado de confinamiento, pero este hecho se ve compensado por las posibilidades de conexión que la tecnología pone a nuestro alcance.
Así que el distanciamiento físico no es un impedimento a la comunicación directa. El verdadero distanciamiento puede estar en nuestras intenciones o también en nuestros intereses.
En ese sentido lo apropiado a nuestro bienestar es buscar a aquellas personas con las que coincidimos en cuanto a intenciones e intereses. Construir comunidades de amistad que fortalezcan nuestro desarrollo humano y no prestar mayor atención a lo que va por otro camino para ahorrarnos frustraciones y pérdida de tiempo.
Finalmente siempre vamos a encontrar, si buscamos, a las personas con las cuales sintonizamos mejor. Y comprenderemos que la comunicación depende de nuestra observación, de nuestra atención y reflexión. Por supuesto, podemos ser “constructores de puentes” “tejedores de caminos abiertos” y todo ello lo haremos como un acto libre y coherente con lo que pensamos y sentimos.